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Me dijeron que no… ¿ahora qué hago?

En el camino de la vida, el amor es una fuente inagotable de alegría. Por esta razón, cuando somos rechazados, todo se pone de cabeza. Sentimos que el mundo se acaba, que nada vale la pena. El dolor es tan intenso como el amor que sentimos.

El rechazo es una experiencia que todos enfrentamos en algún momento. Puede ser en relaciones románticas, amistades o incluso en la familia. Entonces, para amar hay que ser valiente, así como lo fue nuestro Señor Jesús: Él amó tanto que lo dió todo y nos salvó a todos. La propuesta del Señor es ese amor incondicional que supera todo limite y que va en contra corriente de lo que ofrece el mundo actual.

Hoy nos gustaría dejarte 5 consejos para manejar el rechazo desde la fe.

1.- Confía en el Señor

Dios conoce tus necesidades, tus sueños, tu corazón y sabe lo que es mejor para ti. En las situaciones más difíciles que sientas que te hundes de la tristeza, confía en el Señor, en su divina providencia. Recuerda que Él tiene un plan para cada uno, incluso en medio de este rechazo en el amor. Él nos ayudará a encontrar paz. Como dice la Palabra: “El Señor está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los de espíritu abatido», (Sal 34, 18).

2.- Vive el Amor

Nuestro Señor, nos enseña que el amor va más allá de las emociones temporales. Estamos llamados a amar de manera incondicional, incluso cuando el amor no es correspondido. Esto, no obstante, no implica humillaciones. El amor no humilla a la persona. La eleva. El amor es una realidad que debe ser correspondida donde ambos se aman: «Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros», (Jn 13, 34).

3.- Paciencia y Reflexión

El ruido del mundo y el dolor del rechazo nos aturden completamente. Es momento de silenciarnos, de reflexionar, de sanar las heridas buscando consuelo en Dios, de pensar donde está nuestra verdadera felicidad. Así, leemos en Prov 3, 5-6: «Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él allanará tus sendas».

4.- La oración

Esta es un medio para comunicarnos con el buen Dios y entregarle nuestros sufrimientos, preocupaciones, alegrías. La oración no es un pedir, es abrir el corazón para que ingrese la gracia de Dios y así encontrar una guía en nuestras vidas: «Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes», (1 Pe 5, 7).

5.- En Comunidad Católica

Estar en una comunidad católica que ofrece un espacio de apoyo y comprensión. Compartir experiencias con otros que hayan atravesado situaciones similares puede brindar consuelo y una perspectiva distinta. Las comunidades son una extensión del amor de Dios: «Lleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo»,  (Gál 6,2). 

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Podríamos decir que el rechazo en el amor es algo por lo que todos pasamos, pero la fe ofrece recursos valiosos para superarlo. Al abrazar las enseñanzas de Jesús, confiar en la oración, tener paciencia, momentos de reflexión y buscar participar en una comunidad católica, podemos encontrar esperanza, consuelo y redescubrir lo que nos ofrece el amor de Dios. Así, nos dice su Palabra: «Y el Dios de toda gracia, que los llamó a su gloria eterna en Cristo, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables» (1 Pe 5,10).

Tips para aprovechar tu soltería

Tenemos que reconocer que a veces estamos invadidos por una idea de los que debería ser una relación de pareja. Este artículo se trata de evitar la idealización que nos venden las películas sobre el amor romántico y las parejas perfectas de redes sociales. La soltería no es ese estado en el que parece que no se está del todo completo o que se está a la espera de algo y/o alguien que termina por no llegar nunca.

Te traemos estas herramientas que te pueden servir para aprovechar este tiempo y que sea de mucha gracia, ya que por experiencia sabemos que se puede volver complicado transitarlo si no escuchamos de cerca a Dios y nos damos la oportunidad de mirar hacia adentro y poner en orden el alma.

#1 Fortalece tu relación con Dios 

Dedica tiempo a la oración, la lectura de la Santa Biblia. Esto te ayudará a crecer espiritualmente, ¿Cómo vamos a amar, sin conocer al Amor? Dice San Agustín que “enamorarse de Dios es el más grande de los romances, encontrarlo, la mayor de las realizaciones”.

#2 No descuidar la vida sacramental

Hay que ponerse lindo, y no se trata del cabello o de la ropa, ¿cómo está tu alma?                                     Los Sacramentos representan una fuente indispensable para nuestra alma. Participar de cada uno de ellos no solo contribuye a permanecer en la batalla, sino que nos otorga gracias y fortaleza para vivir la santidad. Además, asistir a retiros espirituales y grupos de formación en tu parroquia te ayudarán a conocer más acerca de tu fe para vivirla de manera más profunda y auténtica.

#3 Sirve a los demás

Practica la caridad, los escenarios donde puedes entrenar esta virtud son infinitos. Para quien desea convertirse en un don para otro, esto se convierte en una tarea fundamental. Dedica tiempo a los apostolados, nunca está de más un voluntario en tu comunidad. Practica las virtudes cristianas como la pureza, humildad y la paciencia.

#4 Establece relaciones significativas 

La soltería es un momento para construir amistades sólidas y significativas de aquellas que buscan el bien para el otro. Comparte tiempo con amigos que compartan tus valores y te animen en tu vida espiritual, ayudarse a crecer y mejorar es parte del cariño. Así santificamos nuestra amistad, nos hacemos santos juntos.

#5 Desarrolla tus talentos y habilidades

La soltería es un buen momento para descubrir tus dones y talentos. Usa esta etapa para desarrollar tus habilidades, aprovecha tu tiempo de soltería, cuanto más te prepares, el corazón estará mejor equipado para para amar.

#6 Discernimiento vocacional

La soltería es un momento ideal para discernir tu vocación, ya sea el matrimonio, la vida religiosa, sacerdotal. Acércate a la oración, busca la guía espiritual de un sacerdote en este proceso. La soltería puede ser un tiempo de discernimiento continuo sobre tu vocación y tu camino en la vida. La oración constante te ayudará a mantenerte enfocado en la voluntad de Dios.

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El tiempo de soltería es el tiempo ideal de buscar a Dios con todo el corazón, de trabajar en ti mismo, de sanar el corazón. Recuerda que la soltería en la juventud no es una etapa para desperdiciar, sino una oportunidad para crecer espiritualmente y servir a los demás.  

¿Por qué se acaba el amor?

“No es el amor lo que conserva el matrimonio, sino muchas veces el matrimonio lo que conserva el amor.” Recuerdo esta frase de una sesión de estudios durante nuestra preparación para casarnos, y aunque en un inicio sonó rara, hoy cobra cada vez más sentido en la vivencia del día a día del matrimonio.

Vemos en las noticias de la farándula a parejas —porque algunos ni llegaron a convertirse en matrimonio— que después de pocos o muchos años anuncian su separación por un factor externo y aparentemente incontrolable por ellos: “Se acabó el amor”, recogen los titulares.

Creemos que la causa de esas rupturas se da por dos conceptos erróneos de amor, diametralmente opuestos, pero igual de equivocados:

Error 1: El amor es un sentimiento

La atracción como primer paso para el amor suele ser involuntaria y movida por los sentimientos, pero sabemos bien que esa no es una base sólida para una relación duradera. Los que cometen el error de establecer una relación sobre un amor así entendido están a merced del vaivén de las emociones. Así como un día se sintieron muy seguros de algo, pasado un tiempo, experimentando las dificultades naturales de cualquier convivencia humana, no se sentirán como al comienzo y decidirán huir porque “se acabó el amor”. 

Error 2: El amor depende totalmente de nosotros 

Este segundo error es más difícil de identificar. Hay quienes pueden reconocer que el amor no debe basarse solo en los sentimientos —como en el error anterior—, pero se quedan en una visión egocéntrica del amor. El amor perdurará en la medida en la que yo lo produzca. Pero nosotros no somos la fuente del amor ni podemos serlo por mucha voluntad que tengamos. Quizás no se aplique aquí la expresión: “Se acabó el amor”, sino más bien: “Se acabaron mis fuerzas o mis ganas”. Y si se acaban mis fuerzas, se termina la relación —o el matrimonio—.

Antes de casarnos, el sacerdote que celebró nuestra boda nos dijo: “Regresen siempre a la Fuente del amor” y no podríamos seguir aquí si no tuviéramos presente ese consejo. Cuando el amor deja de ser un sentimiento o un mero esfuerzo humano y se entiende como una virtud teologal que viene de Dios, es imposible que se acabe, pues su origen es infinito.

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El matrimonio eleva el amor humano de los esposos al nivel del amor de Cristo para con la Iglesia. Por eso, en los días en que no hay ni sentimientos ni fuerzas, la gracia suple y conserva ese amor que se prometió frente al altar de Dios el primer día.

3 signos de que Él es el indicado

¿Acabas de iniciar una relación de pareja? ¿Estás a punto de comenzar un romance? ¿Cómo saber si él es el indicado?

Estar enamorada es maravilloso. El mundo se vuelve un lugar extraordinario, pero luego vienen las dudas. ¿Será él verdaderamente la persona correcta? ¿Él tendrá el corazón conforme a Dios?

Quiero darte 3 signos que me han acompañado en la guía de muchos jóvenes a lo largo de estos 20 años de servicio pastoral. Estos signos hay que verlos como guías, como luces en el camino que nos van a permitir tomar mejores decisiones o afirmarnos en ellas.

Te escribo a ti, mujer de fe, con temor de Dios y que luchas por ser sabia.

#1 Debes admirarlo 

Ese hombre debe tener un propósito, un por qué y un para qué lo suficientemente visible y atractivo para ti.

#2 Te debe gustar

Muy poco se habla del componente “carnal” pero es clave que este hombre te atraiga y te mueva todas las hormonas. Obviamente la castidad debe existir y se debe vivir como un don y no una carga.

#3 Observa su relación con Dios en la toma de decisiones 

Este es un punto muy crucial, profundo, pero poco visible. De hecho, se trata de observar cuán importante es su relación con Dios en la toma de decisiones de vida. No sólo hablo de “estar en gracia” o “sin pecado”, sino de ir más allá. Mira cómo toma decisiones, cómo emprende proyectos, a qué le dice sí y a qué no, y si su relación con Dios forma parte de ello.

Recuerda que cada persona decide el amor que quiere vivir, el amor que merece y el amor al que responde.

Italo Macha

Psicólogo Católico y Terapeuta de Parejas

@entrenandoelamor

Sigue tu vocación: el caso de The Marvelous Mrs. Maisel

Hace unos años, la creadora del programa Gilmore Girls, Amy Sherman-Palladino nos regaló una serie aún mejor: The Marvelous Mrs. Maisel (Amazon), que tuvo su final en la primera parte de este año, 2023. Allí nos cuenta la historia de Midge Maisel, una mujer que descubre su vocación de comediante cuando su marido la deja. Y me dirán: “Pero, Sol, esta es una página sobre cómo relacionarnos como Dios manda, y nos hablás de una mujer cuya relación amorosa falló…”.

Y sí: porque no vamos a hablar de Midge y de su relación con Joel, sino de Miriam — para los que no conocen la historia, este es el verdadero nombre de Midge— y de su vocación. Y este es un tema completamente diferente; porque para hablar acerca de las relaciones, en esta página también tenemos que hablar acerca de la  importancia de conocerse a uno mismo. Y la vocación es parte fundamental de eso.

Las situaciones límites: el fin de una cosa y el comienzo de otra

La noche en que Joel decide dejar a Midge es Yom Kippur, o sea, el Día del Perdón, un día cargado de sentido para los que somos de ascendencia judía. Este es un día de penitencia y sacrificio —para los que son católicos de toda la vida, sería una especie de mashup entre viernes Santo y Domingo de Pascua—, un día de sacrificio y resurrección a una vida nueva. Miriam debe sacrificar algo: su vida. Y resucita a su nueva vida de comediante.

Ese día, Midge pierde su vida matrimonial, que parecía salida de un catálogo de los años 60, porque su marido, en medio de una crisis existencial, decide que ya no quiere seguir adelante, y le confiesa que la engañó con su secretaria. El Mundo de Miriam se viene abajo, pues toda su vida se centró en ser la esposa perfecta. ¿Y ahora…?

El filósofo alemán Karl Jaspers nos dice que las situaciones límite son el comienzo del filosofar, puesto que nos llevan a replantearnos toda nuestra vida. Nos sacuden la estantería y nos cambian el paradigma. Eso fue lo que le pasó ese día a Midge. Y es en la noche de ese día tan cargado de sentido cuando descubre su vocación.

En un momento de catarsis en el escenario de un club nocturno, da su primer monólogo cómico, totalmente improvisado. Y es un desastre —¡termina siendo arrestada!—, pero no sin antes deslumbrar a la audiencia y a la gerente del pub. De hecho, esta decide convertirse en manager de Midge, y llevarla al estrellato. Esa noche, Midge entra siendo una esposa fracasada y resurge siendo una cómica exitosa en potencia.

“Ay de mí si no lo hago”

Hay una frase de San Pablo que habla del fuego que siente por predicar el Evangelio y dice, “¡Ay de mí si no predico el Evangelio!” (1Cor 9, 16). Esto es análogo a lo que le pasa a Miriam con la comedia. Ella ha descubierto el fuego de la comedia, ha descubierto su voz, su talento. Y ¡ay, de ella si no lo hace! Esto se ve en un momento en el que sus amigas le preguntan sobre el tema y, parafraseando a un comediante amigo, ella dice “Si pudiera hacer otra cosa, la haría…”.

El tema es que, cuando se siente la llamada en cuestión, uno está perdido. Ya no queda otra cosa que tirarse a la aventura de hacer aquello para lo cual Dios te ha dado tu talento.

Cuando sigues tu vocación te vuelves realmente más vivo

Hace un tiempo leí el libro Tu llama azul, de Jennifer Fulwiler (sí: suena mejor en inglés). En este libro, ella —que es una señora Maisel de carne y hueso— señala que, cuando uno realmente cumple con lo que está llamado a hacer, hay una llama que se enciende en nuestro interior, un brillo que nunca antes se nos había visto. Y entonces, parece que realmente estamos vivos. 

Eso es lo que le pasa a Midge en la serie, y lo que le pasa a Jennifer Fulwiler en la vida real: ambas decidieron seguir su vocación, poniendo en práctica su talento. Y con él han prendido fuego al mundo, encendiendo los corazones de quienes las escuchamos. No lo han hecho sólo con la risa: también nos inspiran a jugarnos por nuestra vocación.

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Recordemos, en este sentido, las palabras de Santa Catalina de Siena: “Sé lo que debas ser y prenderás fuego al mundo”. Ahora, la pregunta te la hago a vos: ¿a qué estás llamado?

5 consejos para vivir tu soltería

¿Existirá el amor para mí? Tal vez nos hemos planteado esta pregunta ante diferentes escenarios: relaciones amorosas fallidas, insatisfacción con nuestro propio cuerpo, ideas rígidas que nos hacemos sobre la soltería… Ver que otros empiezan a avanzar en sus relaciones de pareja y sentir que no lo hacemos al mismo ritmo que ellos nos hiere y nos frustra. Sin embargo, aprender a asumir la realidad de cada momento de nuestra vida en santa paz es esencial para quien ha querido permitir que Dios sea el dueño y Señor de su vida. Si esa experiencia también te ha pasado a ti, entonces sigue avanzando en este artículo.

 

1. Cada tiempo tiene un propósito

 

¿Te han dicho que estar soltero era malo? A Dios, en Su sabiduría eterna, jamás se le escapa lo que necesitamos para nuestra felicidad. Por eso, tú abraza este tiempo como un regalo del Cielo, y llénate de esperanza. La gran pregunta que puedes plantearte ahora para abrir tu corazón en este discernimiento es: “Señor, y Tú ¿qué esperas de mí?”.

 

A menudo olvidamos de que el tiempo que Dios nos concede tiene un propósito. Normalmente, cuando Dios llama a una misión, prepara el corazón de las personas que la asumen. Por eso es necesario dejar que la vocación madure en nuestro interior; permítete madurar y purificar tu identidad, para poder asumir libremente la tarea de amar al otro.

 

Ciertamente, el amor de pareja es tan solo uno de los diferentes tipos de amor que existen. Hay amor como hijos, hay amor hacia los hermanos, hacia los amigos… Ciertamente, si no tienes pareja, esto no es sinónimo de que no tengas a quién amar: significa que hay un amor que en este momento debes madurar.

 

2. Conócete a ti mismo

 

Nunca acabaremos de conocernos, y Dios en este tiempo quiere sacar frutos de ti. Por eso, dedica más tiempo a la oración, a conocerte y trabajar en ti mismo. Descubrirás lo muy amado que ya eres por Dios, y las muchas virtudes y gracias que Él ha depositado en ti. Cuando descubras a la otra persona, tendrás mayor disponibilidad para donarte con más conciencia de ti.

 

Cuando no nos planteamos las preguntas más esenciales acerca de nuestra interioridad y esencia, nos volvemos unos desconocidos para nosotros mismos. En cambio, conocerte te permitirá elegir un amor más libre.

 

3. Hazte las preguntas fundamentales

 

Pregúntate cosas como: “¿qué clase de amor anhelo?”, “¿cuáles son los sueños más auténticos que brotan de mi corazón?”, y “¿quién soy yo?”. Aunque suenen difíciles, ¡son las preguntas más prácticas de la vida!

 

Cuando estas preguntas no son planteadas y respondidas conscientemente, buscamos responderlas de modo inconsciente a través de nuestras relaciones y acciones. En el fondo, estamos en una búsqueda inconsciente, y eso muchas veces nos mueve a hacer cosas que nos hieren.

 

4. Cultiva buenos hábitos

 

Tener buenos hábitos nos ayuda a ordenarnos interiormente. Haz ejercicio, ten buenas amistades, mantén una rutina de oración, aliméntate bien. Nunca olvidemos que daremos al otro lo que tenemos en nuestro corazón. Una persona virtuosa siempre llenará los espacios de su vida con amor a Dios y con obras buenas. Si alimentamos la idea de que por estar solteros estamos mal, nos sentiremos avergonzados de quiénes somos.

 

Para que la virtud crezca, necesita ser alimentada de buenos hábitos interiores y exteriores. Ello fortalecerá nuestra voluntad y nos ayudará a elegir todo aquello que nos haga bien.

 

5. No dejes de amar

 

Como dice san Pablo, “si no tengo amor, nada soy” (1 Cor 13,2). Dios siempre nos invita al amor, independientemente del estado de vida en el que nos encontremos. Por eso, no te compares con el otro: abraza la realidad que tienes frente a ti. Aceptar de buen ánimo la realidad que vivimos es un signo de la apertura que hay en nosotros al plan de Dios.

 

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Para concluir, es importante aprender a encontrar la alegría y la bendición en el tiempo presente. En este tiempo en el que Dios quiere amarte, en el día de hoy.

 

Por ello nosotros estamos invitados a asumir el presente con gozo y esperanza, y la esperanza siempre está puesta en la acción de Dios, en ese Dios que nos ama y que jamás nos dejará en vergüenza.

 

Para más consejos, puedes seguirnos en @voleraloesencial_

Si estoy soltero, ¿debería rezar o no por mi futuro esposo?

Cuando estamos solteros deseamos muchas cosas por las que queremos rezar. A veces vivimos pidiéndole a Dios un esposo o una esposa, casi desesperadamente, pensando que esa será la solución a nuestra crisis de soltería y que, cuando llegue, caerá maravillosamente del cielo a arreglar nuestros problemas, soledades y tristezas. Frecuentemente nos olvidamos que una pareja es la respuesta a una llamada concreta: el matrimonio; que finalmente es la vocación a la cual hemos sido llamados. Para no hacerlo demasiado complicado: tu vocación no es llegar al altar y solucionar tu vida, tu vocación es al matrimonio para santificar a tu cónyuge, santificarte tú y formar una familia cristiana. Cuando entendemos que nuestro fin no se reduce a encontrar o no una pareja, sino a responder a un llamado que nos trasciende y define nuestra eternidad, la perspectiva cambia.

 

Entonces, si estoy soltero, ¿debo o no debo rezar por mi futuro esposo?

 

#1 Primero reza por tu vocación:

 

Es esencial que, antes que nada, hagas un buen discernimiento vocacional. Comprender que estás llamado a la santidad y que casarte es el camino que Jesús ha elegido para que seas santo te da una perspectiva distinta del propósito del matrimonio. Si ya lo hiciste y sabes que Dios te está llamando a casarte y formar una familia, confía en que Él no juega con las almas y si te quiere para eso, te dará lo que te prometió. Pon en sus manos tu vocación y pídele que te dé las gracias necesarias para elegir bien, saber esperar y para reconocer sus caminos y planes.

 

#2 Prepárate para tu vocación:

No empiezas a vivir tu vocación cuando te casas, sino desde la soltería. El amor se construye y si tu trabajas en tu propio corazón y en tu relación personal con Jesús, estarás mejor preparado para cuando te toque comenzar a compartir tu vida con una persona. Pon en oración tu tiempo presente de espera, pidiendo a Jesús que te ayude a darle propósito y a entender qué quiere de ti hoy, ahora. Tu soltería no es un tiempo de sentarse a esperar, es un tiempo de crecer en amor, de aprender a entregarte en tu casa, con tus amigos, en tu apostolado, en tu vida interior.

 

#3 Reza para entender la voluntad de Dios:

 

Muchas veces ocurre que nuestros planes no son los suyos. Él tiene ideas locas que muchas veces traspasan nuestra capacidad de planificación y de anticiparnos humanamente. Debemos tener una vida interior sólida que nos permita estar atentos a sus disposiciones: debemos afinar el oído del alma para percibir sus deseos. Eso lo hacemos mediante la oración diaria, los Sacramentos y la vida de apóstol.

 

#4 Sí, reza por tu futuro esposo:

 

Yo no sabía cómo rezar por él, entonces comencé a decir en oración: que sea una persona conforme al Corazón de Cristo. Y se lo encargas así: como Él quiera, cuando Él quiera, que te guarde a ti y lo guarde a él, para encontrarse o conocerse cuando sea el momento y saber construir, paso a paso, la relación que Jesús quiera. Porque una buena amistad dará paso a un buen noviazgo, y este a un buen matrimonio, siempre conforme al Corazón de Cristo.

 

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Pídele a Dios una persona según Su Corazón y pídele la sabiduría para poder elegir bien y seguir sus planes, no los tuyos. Recuerda que el altar no es el premio, el matrimonio santo se construye todos los días y ese es tu llamado más grande: santificar a tu esposo para que llegue al cielo. Tu vocación al matrimonio te trasciende a ti y a él: es definitiva para tu salvación. Reza por tu esposo bajo esa perspectiva, no como si fuese un premio que tienes que ganar para eliminar frustraciones. Ponte los lentes de eternidad, Jesús nunca decepciona.

En defensa del ex

Existe un pensamiento generalizado de que el ex merece un total repudio, como si se tratase de nuestro enemigo mortal. Pero a veces pienso que quizás esa no es la manera más emocionalmente saludable de abordar el tema.

 

A menos que la ruptura haya sido desgarradora y el daño anule cualquier buen recuerdo, creo que es posible hasta tener gratitud. Y no solo con nuestro propio ex, sino especialmente con el ex de nuestra pareja actual. Eso resulta aún más desafiante, pues estamos acostumbrados a ponernos del lado de quien queremos, y a convertir al otro en el malo de la película.

 
 

La reflexión más madura

 

Antes de conocer a mi esposa, ella tuvo una relación de varios años con un chico a quien no odio, pero que admito me generó incomodidad alguna que otra vez, cuando me lo crucé de casualidad. Luego maduré, y pensé que, en tantos años, él de seguro influyó en la personalidad de la que ahora es mi esposa…, ¡y de esa personalidad también me enamoré!

 

Los tiempos de Dios son perfectos

 

En mi caso, antes de empezar la relación que me llevó al altar, salí con una chica bastante mayor —recién había terminado mi discernimiento vocacional— y, aunque claramente no funcionó, me obligó a madurar —¡y a hacer presupuestos!— para estar listo para cuando mi futura esposa llegara a mi vida. Por eso dicen que los tiempos de Dios son perfectos.

 

Tú también eres el ex de alguien

 

Esto no significa que debes desbloquear a tu ex y llamarlo ahora mismo para agradecerle, ni esforzarte por ser amigos, no. Esto no lo recomiendo para nada. Sólo se trata de evaluar si aún es el villano que tenías en mente. Recuerda que tú

también eres el ex de alguien, ¡y no necesitas enemigos gratuitos!

 

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Para cerrar, quiero invitarte a pensar en algo más. Si somos cristianos y creemos en la conversión, esperaremos que la persona a la que en algún momento quisimos no sea más la suma de los defectos que recordamos, sino una mejor versión. Una persona más cercana a ser santa, aunque no nos toque a nosotros conocerla así.

 

Para más consejos, pueden buscarnos en Instagram: @minutoymedioblog.

¿Estás conociendo a alguien? 5 consejos

Cuando decimos que estamos “saliendo” o conociendo a alguien, hacemos referencia a la etapa previa al noviazgo, en la cual aún no hemos asumido el compromiso propio de la relación, pero en la cual tampoco podemos afirmar que nuestra intención es la de ser solo amigos. Dado lo importante que es esta etapa, quisiera compartirte algunos consejos que podrán ayudarte a sacarle el mejor provecho posible.

 
 

Ni fingir, ni idealizar: conocer

 

Decir que “nos estamos conociendo” debe ser realmente eso: un conocimiento mutuo. En esta etapa es vital que dispongamos los medios para realmente conocer a la otra persona. Es importante también que permitamos al otro conocernos, no a través de una falsa imagen, no como queremos que nos perciba para atraer su atención y gustarle. Por el contrario, mostrémonos auténticos y sinceros.

 

Exponernos a ser vulnerables ante el otro, siempre con prudencia y discernimiento, implica también asumir al otro tal cual es, sin idealizarlo o cargarlo con nuestras expectativas acerca de quién puede llegar a ser, sino estando atentos a todo lo que nos revela quién realmente es. Solo en la sinceridad del mutuo conocimiento progresivo podremos realmente reconocer si el otro es una persona idónea para entablar una relación afectiva.

 

Evita citas distractoras

 

Como el objetivo fundamental de esta etapa es el mutuo conocimiento, es importante no dejarnos llevar únicamente por la emoción de compartir experiencias con esta persona: en el noviazgo podrán construir y compartir muchas experiencias juntos. En las primeras citas, procuren evitar situaciones distractoras que impidan entablar conversaciones que son necesarias y vitales para el discernimiento inicial; más bien, busquen escenarios de citas que les permiten entablar diálogos profundos. El cine, los museos, las discotecas, los bailes o las cabalgatas pueden esperar para ser disfrutados en etapas posteriores de la relación.

 

Reevalúa con antelación tus “no negociables”

 

Un error demasiado común es apresurarnos a entrar en relaciones de pareja por el deseo de evadir la soledad, por escapar de situaciones personales o por pretender que alguien más llene los vacíos de nuestro corazón. En estos casos, resulta muy fácil ceder los puntos no negociables, los principios propios y las convicciones, para conseguir la relación o para conservarla. Por el contrario, para mantenerse fiel a las propias convicciones es importante conocerlas primero, y reevaluar aquello que no estamos dispuestos a negociar durante una relación.

 

Preguntar a tiempo te ahorra tiempo

 

El diálogo es vital en las etapas iniciales. Muchos sufrimientos de las parejas que tienen años juntas vienen porque consideran que hay aspectos del otro que no conocían y que, si los hubieran conocido a tiempo, no habrían aceptado en el compromiso de una relación. Ser claros desde el principio sobre nuestras expectativas —¡y hacer las preguntas difíciles a tiempo!— nos ahorra tiempo a los dos.

 

No te saltes etapas

 

Tenemos una fuerte tendencia a saltar etapas, por el afán de amar. Pretendemos dejarnos guiar sólo por la emoción, por la idealización del amor romántico y por las pasiones. Construir la intimidad desde una sólida amistad, buscar el conocimiento muto con paciencia y cuidado, entrando respetuosamente en la vida del otro y dejando poco a poco al otro entrar en el terreno sagrado de nuestra vida, requiere tiempo. El tiempo de las etapas iniciales es el que menos aprovechamos, pero el más provechoso para construir los cimientos sólidos de una futura relación sana.

 

* * *

 

La etapa inicial de una relación es fundamental dentro del proceso de discernimiento. ¡Espero que estos consejos te hayan ayudado!

3 errores que cometemos en la búsqueda de pareja

¿Estás teniendo problemas a la hora de encontrar pareja? ¡Ojo!, no vaya a ser que estés cometiendo alguno de estos errores. Pero no te preocupes: si los estás cometiendo, ¡todo tiene solución! Lo principal es reflexionar acerca de lo que estás haciendo mal, para así poder corregir el rumbo. ¿Quieres saber cuáles son los tres errores que he identificado como los más comunes a la hora de buscar pareja? ¡Vamos allá!

 

#1 No saber lo que queremos

 

Con frecuencia solo sabemos que queremos “algo”, pero no sabemos en concreto lo que queremos. A veces llegamos a obsesionarnos con tener pareja, pero en verdad terminamos buscando pareja para llenar un vacío, para no sentirnos solos, para escapar de la presión social o para evitar los comentarios de nuestros familiares.

 

Esto nos lleva a escoger mal, y luego, a tener que pagar las consecuencias de nuestra mala elección. De allí la importancia de entender que el noviazgo debe tener un por qué y un para qué. Un propósito. Y este propósito es el de discernir si esa persona es la adecuada para casarnos, para crear un proyecto de vida en común y para formar familia.

 

Por eso es tan importante establecer una lista de lo que no negociarías. Esto no se trata de conseguir que el otro se amolde a nuestra lista, sino de que seamos fieles a ciertos principios y tomemos decisiones coherentes. De igual manera, es importante establecer aquellos aspectos en los que podemos ser más flexibles, y entender que no se trata de solo conseguir una relación, sino de poder sostenerla.

 

#2 Tener asuntos no resueltos que cierran el corazón

 

También puede haber asuntos no resueltos, como heridas emocionales de la infancia o heridas de relaciones pasadas, adicciones, fornicación, secretos graves —por ejemplo, secretos familiares, sexuales, económicos— que intervengan en nuestra búsqueda de pareja.

 

Podemos tener heridas respecto de nuestros padres: heridas por abandono, ausencia, maltrato, abuso, entre otras cosas. Como consecuencia, el niño con estas heridas pierde el respeto por sí mismo y por los demás, se siente indigno de amor, y hace una valoración negativa de sí mismo. Por eso, siente que debe haber hecho algo mal para que no lo quieran, considera que no vale, se siente solo y culpable. De hecho, en algunos casos, hasta siente que debe proteger al adulto débil. Además, es presa fácil del abuso sexual, porque está solo y acepta fácilmente cualquier muestra de afecto. Estos patrones se repetirán en la adultez si no son sanados.

 

Por ejemplo, una herida por abandono nos predispone a sentirnos atraídos por personas evitativas —es decir, personas “abandonadoras” y con miedo al compromiso—, a depender emocionalmente de otros, o a ser nosotros mismos los evitativos; mientras que una herida por agresión nos predispone a sentirnos atraídos por personas maltratadoras, y a ser sumisos, o por el contrario, a ser nosotros mismos los agresores.

 

A veces terminamos buscando un papá en lugar de una pareja, o terminamos desarrollando dependencia emocional de nuestros padres, de su opinión y de sus decisiones. Así, una persona herida tenderá a unirse a otra persona herida, mientras que una persona sana —o en proceso de sanación— no aguanta tener como pareja a una persona que no ha sanado.

 

#3 Dejarle la responsabilidad a Dios

 

Está muy bien confiar en Dios y en sus tiempos, pero podemos caer fácilmente en dejarle toda la responsabilidad a Dios o al “destino”, y creer que no debemos hacer ningún esfuerzo. Esto, a su vez, puede hacer que nos pongamos excusas para no mejorar ni trabajar en nosotros mismos.

 

Por ejemplo, podemos caer en excusarnos con ser introvertidos para no salir, no hablar y no exponernos, o en magnificar nuestros propios defectos y sentir que no tenemos nada que ofrecer, o en creer que ya trabajamos lo suficiente en nosotros mismos, y que ya no debemos trabajarnos más. Esto, finalmente, nos lleva a creer que Dios tiene la culpa si escogemos mal, o si no conseguimos pareja.

 

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Es necesario entender que lograr conseguir pareja y ser una persona sana son objetivos que sí requieren de nuestro esfuerzo, y no debemos creer que ya lo hicimos todo o que ya estamos acabados. No abandonemos las prácticas espirituales, la oración, la lectura espiritual, y tantas otras. Seguir poniendo nuestro esfuerzo implica salir, socializar, congregarse en comunidades, cuidar de nosotros mismos, sanar nuestras heridas y defectos dominantes, y estar conectados con Dios.

 

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