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Amor propio ¿cómo buscarlo sanamente?

La autoestima es un tema que ha sido difícil de abordar. La tendencia es a irse a dos extremos. 

En un extremo, te dicen que pienses solo en ti: solo importas tú y lo que te haga feliz. Desde esta perspectiva, mereces todo por el simple hecho de existir. Esta postura basa la valoración personal en la búsqueda del placer y en el egoísmo. Promueve que nos alejemos de toda persona que no nos complazca y de todo lo que genere sufrimiento. En el otro extremo, están quienes consideran que solo eres un miserable pecador indigno. Desde este foco, se confunde el ser humildes con el autodesprecio. Se piensa que no valemos nada. 

Ninguno de estos extremos es saludable. No es correcto rebajar nuestra dignidad, pero tampoco endiosarnos a nosotros mismos. Lo sano sería, entonces, buscar un punto medio. Sería tratar de encontrar un equilibrado afecto y una armónica valoración personal. Es por ello que yo prefiero el concepto de “valoración personal” en vez del de “autoestima”. Aquí te comparto tres tips para desarrollar, por lo tanto, la valoración personal.

Reconoce tu grandeza y tu miseria

Santa Teresa decía que “la humildad es andar en la verdad”. La verdad es reconocer que en nosotros hay una pequeñez, una miseria y una naturaleza herida que tiende a hacer lo que no conviene. También, es cierto que tenemos una enorme dignidad como seres humanos. La tenemos porque Dios nos elevó desde la condición de esclavos a la dignidad de ser sus hijos amados. Así, el centro no somos nosotros mismos, sino Dios.

Por eso, es importante que trabajes en conocerte a ti mismo. Es necesario que conozcas tus talentos, tus virtudes, tus valores, tu temperamento y tus fortalezas. Todo eso viene de Dios. No tienes nada que no te haya dado Él. El amor propio jamás debe ser mayor que el amor que se le da a Él. 

A su vez, debes conocer las heridas emocionales y los traumas que hay en tu historia, tus necesidades y tus debilidades. No debes minimizarlas ni maximizarlas. Esto es necesario para que puedas trabajar en ellas sin abandonarte. Además, para que no te coloques por encima de los demás ni desprecies sus necesidades. 

Trabaja en las heridas emocionales que lastimaron tu dignidad

Las heridas emocionales se caracterizan por distorsionar nuestra identidad. Nos dicen mentiras identitarias como, por ejemplo: “yo no valgo”, “no soy suficiente”, “nadie me va a querer”, “me voy a quedar solo”, “tengo que tener todo bajo control”, “debo ser perfecto”, “si digo que no, me rechazarán”. Una infinidad de pensamientos distorsionados y catastróficos interfieren en nuestro día a día. Impactan en la forma como nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Hacen que, también, nosotros lastimemos a otros con nuestras heridas. 

Igualmente, estas experiencias dolorosas causan que construyamos mecanismos de defensa para protegernos del dolor. Así, evitamos el sufrimiento. Buscamos amor donde no debemos. Nos refugiamos en adicciones. Usamos a los demás. Nos comportamos de modo egoísta. También, por el contrario, podemos llegar a ser demasiado complacientes y compararnos con los demás. Todas estas son defensas.

Por eso, es importante dejar de vivir como si nada pasara.  No podemos hacer como si la herida no existiera o como si se fuera a sanar sola sin que tengamos que esforzarnos. Dios nos ha dado ayuda desde el plano médico, psicológico y espiritual. Recurre a esta ayuda. Además, Dios te revela cuál es tu verdadera identidad: “y una voz que salía de los cielos decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco»” (Mateo 3,17).   

Sé agradecido y aprende a perdonar

Debido a su naturaleza herida, el ser humano es un eterno insatisfecho. No terminamos nunca de estar conformes con nada y siempre queremos más. Por eso, es importante que aprendamos a ser agradecidos, a valorar lo que nos ha sido dado. Es necesario, también, que agradezcamos por las personas que nos rodean, incluso en medio de las dificultades. 

De igual manera, perdonar es indispensable para tener un amor sano hacia nosotros mismos y hacia los demás. Nadie dice que perdonar sea fácil, pero debemos poner los medios para conseguirlo. De esta forma, lograremos tener una vida saludable en todos los aspectos. Guardar rencor, por el contrario, no ayuda. El rencor nos enferma física, psicológica y espiritualmente. 


Entonces, estos son los tres tips: reconoce tu grandeza y tu miseria, trabaja en las heridas emocionales que lastimaron tu dignidad y sé agradecido y aprende a perdonar. Así, serás capaz de encontrar un equilibrado auto afecto y una armónica valoración personal.

Encuéntrame en Instagram como @psicoalexandraguzman

Vivir sin rencores

Cuando empieza un año, tendemos a hacer borrón y cuenta nueva: comer más sano, empezar a salir a correr, evitar jornadas de trabajo maratonianas, querer más a tus hijos, a tu marido o mujer, o demostrarle mejor el cariño que le tienes… 

El inicio de un año es el momento de hacer propósitos. hoy te voy a aconsejar un buen propósito a añadir en tu lista: “empezar el año sin rencores”. 

El rencor te hace daño

El rencor, esa sensación de resentimiento y amargura que guardamos hacia aquellos que nos han hecho daño, no es bueno. Cuando hay una ofensa, con frecuencia se juzga y surge un resentimiento, un rencor que no te hace bien. Es un viaje al pasado que vuelve con una carga emocional negativa. 

Sin darte cuenta, en realidad surge como resultado de un juicio: viajas al pasado, juzgas de forma negativa, y vuelves peor que al inicio de ese viaje. El rencor es dejarte llevar por ese sentimiento negativo. 

Sin embargo, las personas tenemos la capacidad de mantener una actitud positiva ante este sentimiento. Podemos tomar las riendas de esa situación y darle la vuelta.

Por qué perdonar

¿Por qué perdonar? En primer lugar, por uno mismo. No perdonas principalmente por hacer algo bueno para el otro (que también lo es). Perdonas porque te puede hacer bien a ti. 

Todos buscamos la felicidad. Buscamos ser felices. Los recuerdos del pasado pueden volver a revivirse y volver a sentirse como alegres o dolorosos, dependiendo de cómo se vivieron en su momento. Quien vuelve a vivir con dolor un recuerdo, sigue alimentando emociones negativas. Estas emociones te atrapan en un ciclo interminable. Este ciclo puede derivar en depresión, ansiedad y otros problemas de salud mental. 

Tú tienes la posibilidad de hacer que ese viaje al pasado sea positivo, como un aprendizaje. Y entonces vuelves más feliz.

Qué es perdonar

El perdón surge de querer tener esa actitud positiva y sana ante las adversidades. Perdonar es tomar el control sobre ese sentimiento que surge cuando viajas al pasado. Es hacer las paces contigo mismo. Y, de paso, con los demás. 

Perdonar es viajar al pasado y entender al otro sin juzgarlo. Así, vuelves aliviado y feliz. Si no perdonas, surgen el rencor, el odio y el resentimiento. Esos sentimientos no te hacen bien. Son venenos para tu alma e incluso para tu cuerpo. 

Perdonar es viajar al pasado y volver aliviado, sin rencor. Es quitarte un peso del pasado. Un volver mejor que antes. Más feliz. Un acto de comprensión, de empatía ajena y de liberación propia. Es una ocasión sana para crecer.

Pedir Perdón

El primer paso es partir de la humildad, de una mirada positiva, como consecuencia del ese viaje al pasado. Entonces, pedir perdón y decirlo de corazón. A veces no tendrás claro de quién fue la culpa, si la hubiere. La responsabilidad no es lo importante. 

Lo importante es que ese viaje al pasado termine bien. Te haga más feliz a ti y a los demás. Entonces, pedir perdón.

Perdonar de verdad

Quien perdona de verdad, deja cerrado el pasado y olvida. No guarda rencor. El que no olvida, deja la puerta abierta al rencor. 

¿Y si vuelve a pasar lo mismo tengo que volver a perdonar? Los defectos no cambian. Cada uno tiene los suyos. Entonces, es posible que, ante los mismos errores, haya que volver a perdonar. ¿Una y otra vez? Muy probablemente. 

Olvidar no es no aprender

¡Ojo! Ese olvidar no significa no aprender. Se viaja al pasado, se comprende, se perdona y se aprende de los errores (tanto una parte como la otra) para volver al presente con esa herida cerrada y cicatrizada, sin rencor y sin posibilidad de que pueda volver a abrirse. Eso es olvidar 

¿Y olvidar cada vez? Olvidar es comprender y no guardar rencor por ti, no por el otro. No implica no aprender. Olvidar no supone no aprender de los errores y luchar por no volver a cometerlos. 

***

El perdón te libera del pasado y te permite vivir con alegría y plenitud en el presente. Es un regalo que te das a ti mismo, una oportunidad para sanar tus heridas emocionales y encontrar la paz interior que tanto anhelamos todos.

Harry Potter: 4 consejos para conocerse y amarse a uno mismo

Advertencia: este artículo contiene spoilers de la saga de Harry Potter.

Uno de los episodios más recordados tanto de las películas como del libro de Harry Potter es el encuentro del joven mago con el espejo de OESED o el espejo de los deseos, que sucede al principio de la saga. Cuando Harry le consulta a Dumbledore sobre cómo funciona este le va a responder: “Déjame explicarte. El hombre más feliz de la tierra puede utilizar el espejo de OESED como un espejo normal, es decir, se mirará y se verá exactamente como es.”1

Esta idea de felicidad y de aceptación de uno mismo va a luego atravesar toda la saga y nos dará por resultado 4 consejos útiles sobre cómo amarse a uno mismo de la manera que Dios nos hizo.

#1 Sólo la persona feliz puede verse al espejo tal cual es 

En principio, para poder entender esto tenemos que comprender que la felicidad no es un sentimiento ni la realización de todos nuestros deseos, sino que el comienzo del camino hacia la felicidad se encuentra en “el acto por el cual me acepto a mí mismo. Debo estar de acuerdo con el ser que soy. De acuerdo con tener las propiedades que tengo. De acuerdo con estar con los límites que se me han trazado”2

De este modo, conociendo y aceptando mi propia naturaleza dada por Dios y trabajando por alcanzar mí mejor versión, conforme a ella, es que comienzo a estar en el camino de la Felicidad y del Bien.

#2 No se puede vivir de ensoñaciones

Lo siguiente que Dumbledore dice a Harry trata sobre el peligro que trae el desconectarse de la realidad para intentar ser algo que no se es. Hay que entender que no se puede ser en acto aquello que no se es en potencia. En el caso de Harry, él no puede en acto revivir a sus padres, o sea, que la muerte es parte de la naturaleza humana y es algo que él no puede deshacer. 

Sin embargo, lo que sí puede hacer Harry es vivir la vida que se le dio con los amigos que se le dieron. Y es gracias a la aceptación de esta realidad que al final, en el momento que se enfrenta nuevamente al espejo, puede ganarle a Voldemort y recuperar la piedra filosofal.

#3 Donde está tu corazón está tu tesoro (Lc 12, 34) 

Es curioso encontrarnos con una frase evangélica en una saga fantástica, pero, sin embargo, allí nos la encontramos, en el libro 7, inscripta en la tumba de la hermana de Dumbledore, Ariana. Y es en esta frase que se encuentra el secreto de por qué el director de Hogwarts podía usar correctamente el espejo de los deseos: sabía que la virtud, como dice San Agustín, se encuentra en el orden en el Amor. 

Dumbledore conocía en carne propia qué consecuencias traía el desordenar tus amores y prioridades teniendo ídolos en tu vida como el poder, la fama, el ego o incluso dejarse llevar por una amistad malentendida. Todo eso le había costado la vida a su hermana, el tesoro que no supo cuidar, pues su corazón estaba en el lugar equivocado.

#4 Recibir la muerte como a una amiga

De este modo, llegamos al consejo final, que tiene que ver con la parte de aceptar nuestras limitaciones y entregar a Dios aquello que a Él le corresponde sin intentar ponernos en su lugar. En la saga es Voldemort el que no puede aceptar sus propias limitaciones y naturaleza, llegando no sólo a cambiar su nombre y apariencia, sino al extremo cortar su alma en pedazos para vencer a la muerte. Esa es la idea detrás de su grupo de seguidores llamados Mortífagos o Comedores de muerte. 

Sin embargo, ya habíamos dicho que la clave del espejo está, no en superar a la muerte, sino en aceptarla. En otras palabras, reconciliarnos con nuestras virtudes y limitaciones y colaborar con ellas. No intentando vencerlas con magia o irrealidades, sino trabajando con aquello que soy y lo que puedo llegar a ser, y ordenando el corazón hacia Dios, como hizo Harry hacia el final de la obra.

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En conclusión, podemos aprender muchas cosas de esta saga, pero la más interesante recae en esta pregunta: Si tuvieras el espejo de los deseos, ¿pasarías la prueba? 

[1] Rowling, J.K., Harry Potter y la piedra Filosofal, Buenos Aires, EMECE 1999, p. 45

[2] Guardini, Romano, La aceptación de sí mismo/Las edades de la vida, Buenos Aires, Lumen, 2005, p.23 

Las personas que sigo en redes sociales, ¿me hacen bien?

Indiscutiblemente las personas que seguimos en redes sociales tienen un impacto físico, psicológico y espiritual en nosotros. Tanto es así que los algoritmos se basan en eso para escoger el tipo de contenido que nos muestran y para modelar nuestra opinión. Aquí te explico algunas formas en las que nos influyen:

Impacto en nuestra valoración personal

La mayoría de las personas ha experimentado la tendencia a compararse con otras personas, a sentir que los demás la están pasando mejor o que han tenido más logros según lo que publican en sus redes sociales. Y es que lo que compartimos en las redes es justamente lo que queremos que otros vean (por lo general las cosas buenas), lo que genera esa sensación de que se está mejor de lo que realmente se está. Cuando vemos lo “exitosas” que aparentemente están siendo las demás personas, tendemos a compararlos con la imagen que tenemos de nosotros mismos; comparamos nuestros cuerpos, nuestras relaciones afectivas, nuestra situación laboral y económica y hasta nuestra relación con Dios, generando que nos sintamos constantemente insatisfechos con nuestra vida. 

Las emociones también se pueden ver comprometidas. Según el tipo de contenido que veamos, puede ser que experimentemos estados de ánimo como euforia, alegría, ansiedad, estrés, enojo, fatiga, soledad, miedo o tristeza. De hecho, el crecimiento exponencial de la ansiedad y de la depresión entre la población en general, pero sobre todo en personas jóvenes, ha coincidido con la aparición de las redes sociales. Como dato curioso, Instagram admite en privado que daña la autoestima corporal de una de cada tres adolescentes.

Impacto en nuestro comportamiento y actitudes 

Por lo general, las personas que seguimos promueven algunas ideas o estilos de vida particulares. Si son personas que admiramos de alguna manera, hay una alta probabilidad de que adoptemos estas ideas o que sigamos comportamientos similares. Además, el algoritmo tenderá a mostrarnos información o cuentas similares, por lo que estas ideas son más propensas a consolidarse y a generar un efecto de polarización. Y es que las redes sociales a menudo fomentan la formación de burbujas de filtro, donde solo vemos contenido que refuerza nuestras opiniones preexistentes. Esto puede hacer que nos sintamos más seguros de nuestro punto de vista, pero también puede limitar la apertura a otras perspectivas, fenómeno al que se le ha dado el nombre de Eco Chamber (cámara de eco).

Impacto neurológico 

Pasar demasiado tiempo en las redes sociales puede traducirse en adicción y afectar la capacidad para concentrarse, descansar adecuadamente y mantener relaciones sociales en la vida real. Y es que el consumo de contenido en las redes se traduce en una descarga inmediata de dopamina, la hormona del placer, lo que nos hace más propensos a la búsqueda de este placer inmediato de forma cada vez más frecuente, y sobre todo en momentos de alto estrés (por ejemplo, cuando debemos hacer algo importante o algo que nos genera malestar emocional). Este placer instantáneo también lo experimentamos cuando recibimos “likes” y por ello hay personas que llegan a arriesgar su propia vida o a hacer cosas bastante cuestionables para obtenerlos. Incluso vemos casos de adolescentes que se han quitado la vida porque sus padres les decomisaron su teléfono. 

En esta misma línea, estar pendientes de la vida de otras personas (famosos, influencers, etc.) hace que nos distraigamos de nuestra propia vida, que nos desconectemos temporalmente de la realidad, lo que genera una sensación de falso alivio. Y es que tampoco es raro encontrar “haters” y personas sintiéndose en el derecho de dañar con sus palabras a los demás dada la sensación de seguridad que brinda estar detrás de una pantalla (porque la verdad es que muchas de esas personas no se atreverían a hacer esos comentarios personalmente). Por eso el cyber-bullying se ha vuelto bastante frecuente. 

Recomendaciones

  • Date espacios de “detox” de redes sociales. Por ejemplo, ciérralas temporalmente o date un día a la semana lejos del teléfono. 
  • Filtra a las personas que sigues. Evita seguir a influencers que no aportan nada valioso o a personas con las que comparas tu vida. Igualmente, evita seguir a exparejas o a las nuevas parejas de tus ex. 
  • Si sigues cuentas de contenido educativo (crianza, nutrición, evangelización o cualquier tema de tu interés), evita seguir demasiadas cuentas sobre el mismo tema. Si bien el contenido puede ser productivo, la alta cantidad del mismo puede hacer que pases demasiado tiempo en las redes. 
  • Recuerda que la única comparación justa es la comparación que haces contigo mismo.  Centra tu atención en mejorar con respecto a ti mismo. No es justo compararte con personas que no tienen tu misma historia, tu misma genética, tus mismos talentos, tu misma personalidad, etc. 
  • Cuida lo que publicas y lo que comentas en las publicaciones de otros. Sé prudente y empático. 
  • No pisotees tus propios valores y principios en la búsqueda de aprobación o de likes. Sé fiel a ti mismo.

¿Existe el genio femenino?

Es común escuchar o leer en los ambientes católicos esta expresión del Papa Juan Pablo II: “El genio femenino”. Doctores, licenciados, sacerdotes y laicos experimentados nos hablan de éste como si uno supiera de qué se trata, y nosotros asentimos como quienes sabemos de qué se está hablando. Pero ¿Realmente lo sabemos? 

Esta expresión misteriosa aparece por primera vez, en la carta a las mujeres que el entonces sumo Pontífice escribiera en el año 1995. Pero fuera de esto, en el día de hoy esta expresión permanece con su halo enigmático de misterio y nos plantea la pregunta ¿Qué es el genio femenino?

Como todo buen misterio necesitamos de un buen detective para resolverlo y en el caso de este artículo, enlistaremos la ayuda de la agente especial Teresa Lisbon, co protagonista de la serie El mentalista

Aquello que sólo una mujer nos puede aportar

La primera pista de nuestro misterio la encontramos en una entrevista que le hicieron a la actriz Robin Tunney. En ella, la actriz, cuando se le pregunta por su papel como la citada agente del California Boureau of Investigation y compañera del Celebre Patrik Jane dice: 

“Pienso que es divertido ser mujer y ser la que manda, ser la figura de autoridad. Pero por sobre todo me gusta que el personaje no sea interpretado como si fuera un hombre. Pienso que muchas veces, dada la novedad de este tipo de papeles de mujeres al mando, se cae en la trampa de hacer al personaje tremendamente masculino para que se vea su “poder”. Esto a mí no me parece que sea verdad en referencia a una mujer en dicha posición. Siento que es más verosímil que una mujer en una posición de poder despliegue su feminidad, ya que eso es lo que es, una mujer.  Me gusta que no sea una especie de inversión de los roles, donde yo soy la brava y él el temeroso, sino que son complementarios el uno del otro” (Festival de Televisión de Monte Carlo, 2018, 1:02).  

Casualmente esto es lo que nos dice San Juan Pablo II en su carta, “La femineidad realiza lo «humano» tanto como la masculinidad, pero con una modulación diversa y complementaria.” (Juan Pablo II, 1995 n°7). De este modo vemos como en Teresa Lisbon se encarna y hace su papel desde su ontología de mujer. 

Teresa la compañera y complemento de Jane

El siguiente indicio de lo que es el genio femenino lo encontramos en  el Génesis que nos recuerda: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada» (Gn 2, 18). En la creación de la mujer está inscrito, pues, desde el inicio el principio de la ayuda: ayuda —mírese bien— no unilateral, sino recíproca. La mujer es el complemento del hombre, como el hombre es el complemento de la mujer: mujer y hombre son entre sí complementarios.” (Juan Pablo II, 1995 n°7) Esto lo podemos comprobar en la relación especial que se desarrolla a lo largo de las 7 temporadas de la serie entre Lisbon y Jane. 

Teresa y Patrik se complementan el uno al otro, son personajes que interactúan y se hacen mejores mutuamente. Por ejemplo, Jane le dice a su jefe: “¿Sabes quien ha sido siempre una buena influencia para mí? Lisbon” 

Frente a la picardía de Jane se encuentra la gravitas de Teresa; así como frente a la estructura y orden de ella, se opone la tendencia a la travesura de él.  Podría así seguir enumerando formas en las que estos dos personajes hacen una danza de complementariedad entre ellos. Sin embargo, lo importante es que en su ser-mujer Teresa le aporta a Patrik la humanidad que en su momento Red John le quitó. 

Este es uno de los principales aportes de la feminidad al mundo como, nos dice el papa: “será preciosa una mayor presencia social de la mujer, porque contribuirá a manifestar las contradicciones de una sociedad organizada sobre puros criterios de eficiencia y productividad, y obligará a replantear los sistemas en favor de los procesos de humanización que configuran la «civilización del amor».” (Juan Pablo II, 1995 n°4).

Teresa, la madre del equipo

Continuando con nuestra investigación, encontramos que el genio femenino, de acuerdo a lo que dice el papa polaco, se manifiesta en María como reina y señora de todo lo creado. Pero al contrario de lo que uno podría pensar, el reinado de la Madre de Dios, tiene el acento puesto en el servir. Así “Su «reinar» es servir! ¡Su servir es «reinar»! De este modo debería entenderse la autoridad, tanto en la familia como en la sociedad y en la Iglesia.” (Juan Pablo II, 1995 n°10).

En el caso de Lisbon esto se manifiesta en su trabajo como agente a cargo de C.B.I. rol en el que no sólo es la jefe de todos, sino su madre. Y esto no significa que con ellos sea blanda, sino que su autoridad, así como  su cuidado, son aquello que mantiene al equipo funcionando tan bien a pesar de los desmadres de Jane. Basta una mirada de la petiza Lisbon para que hasta el más duro criminal deponga su actitud y haga caso. Y siempre se la puede ver dando todo por  su equipo, incluso desde la humildad de tener que dejar el mando para que otro tome su lugar y con magnanimidad respetar sus decisiones como pasa cuando momentáneamente Kimball Cho queda a cargo de la brigada. 

En esta forma de entrega Teresa asume la responsabilidad por sus subordinados, siendo la que más trabaja y la que vela porque las aventuras lleguen a buen puerto, incluso en los momentos más duros para los miembros del equipo. Es por ello que, aún años más tarde, cuando ya no es su superior, todos la siguen llamando “jefe” y le son leales. Incluso el pícaro y rebelde Patrik siempre pone como condición trabajar con ella. 

Teresa, la mujer policía, no la policía mujer

Finalmente en este camino de develar el “genio femenino” nos encontramos con Teresa y su trabajo. Como dice más arriba Robin, muchos programas caen en la trampa de invertir los roles para mostrar a la mujer en una posición de poder, pero la hacen abandonar su feminidad en pos de una fuerza y brutalidad masculinas. No así The Mentalist que lo que le interesa destacar de Teresa es su ser femenino.

Dice Edith Stein: “Se trata de un modo de amoldar la vida profesional por medio de la manera propia de ser de la mujer, de forma distinta a la que comúnmente lo hace el hombre. (…) la actitud espiritual típicamente femenina, (…) se dirige a lo personal vital, y a la totalidad.”(Stein, 2012, p.718 y 725)  

Es así que Lisbon humaniza su tarea policial y le da a su trabajo el aporte que solo una mujer le puede dar. Ella, que es una mujer sencilla, “ve al hombre, porque lo ve con el corazón (…)  Lo ve en su grandeza y en sus límites, y trata de acercarse a él y serle de ayuda.” Y es así que ayuda a Patrik en su camino de redención hasta que juntos logran construir una vida nueva. 

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Ahora la pregunta se vuelve personal mi querida lectora: ¿Cómo estás dejando brillar en tu día a día tu genio femenino?

Para más publicaciones como esta, podés seguirme en mi cuenta de Instagram: @el_planeta_de_delfos.

Bibliografía:

– Festival de Televisión de Monte Carlo. (2018, 8 de enero). Robin TUNNEY – THE MENTALIST – Interview – FTV13 [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=WpFy5P4IEZs

– Juan Pablo II, S. (1995). Carta a las mujeres. Vaticana. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/letters/1995/documents/hf_jp-ii_let_29061995_women.html (Obra original publicada en 1995) 

– Stein, E. (2012). Obras Selectas (F. J. Sancho Fermín, Ed.). Monte Carmelo. 

¿Influye tu autoestima en tu relación de pareja?

La autoestima es la forma cómo la que te ves y te valoras. La alta autoestima supone que tienes confianza en ti mismo y te valoras tal y como eres. La baja autoestima es una percepción de ti mismo por debajo de tus posibilidades. Existe también la falsa autoestima, en la que tendrías una visión de ti mismo muy por encima de la realidad, una visión inflada de ti mismo. ¿Influye la autoestima en tu relación? ¿Qué hacer si tienes baja autoestima? ¿Y si es tu pareja quien la tiene?

Los halagos como gasolina

La baja autoestima puede afectar seriamente tu relación de diferentes formas. Por una parte, te puede llevar a tener una mayor necesidad admiración por parte de tu pareja, más de la que normalmente necesitamos todos. 

De esta forma, cualquier pequeña muestra de estima, cualquier halago, cualquier palabra positiva sobre lo que haces, cómo vistes o cómo eres lo interpretas como “gasolina” para alimentar esa baja autoestima y subir un poco —y muchas veces de manera temporal— ese ánimo. Esas palabras son como la gasolina de tu “felicidad”.

Dependencia emocional

Esa falta de confianza en ti mismo puede también suponer que dependas de esas muestras de admiración por parte del otro para sentirte bien. Así que, para conseguirlas, muchas veces puedes ser capaz casi de cualquier cosa. 

Esa dependencia emocional del otro no es positiva, porque te lleva a actuar de forma contraria a tu propia voluntad, mina tu autonomía emocional y termina aumentando tu baja autoestima.

¿Qué hacer si tienes baja autoestima?

Probablemente tengas baja autoestima si piensas que vales poco, que no das la talla, si sientes rechazo continuo o abandono por parte de los que te rodean y de tu pareja. Al respecto, tienes que saber que tu pareja no tiene capacidad de hacerte feliz: ser feliz depende completamente de ti. De manera similar, nadie tiene el poder de hacerte desgraciado. Eres tú quien tiene el poder de manejar tu propia vida. Eres independiente. Dependes de ti, no de los demás. Eres el capitán de tu propio barco.  Lo contrario no es bueno para ti… ni para los demás.

Si crees que tienes baja autoestima, intenta respetar tus opiniones y tus gustos. Respétate. Percibe que esa necesidad que tienes de subir tu autoestima y sentir admiración puede llevarte a tomar decisiones que no quieres e intenta controlarlo. 

Quiérete. Quiérete como eres. Intenta que te quieran como eres, que no te quieran cambiar, y mucho menos, que utilicen el chantaje emocional para que cambies (“si de verdad me quieres…”). Y habla las cosas. Di sí cuando quieras decir sí y di no cuando sientas que es mejor que no. Fomenta una comunicación honesta, abierta y no dependiente.

¿Qué hacer si tu pareja tiene baja autoestima?

Debes tener muy presente que la relación de pareja es una relación entre iguales. Tu pareja puede estar en una situación vulnerable y es bueno que te des cuenta para no adoptar una posición de superioridad en tu relación. Lo más seguro es que tu pareja necesite que le demuestres que le quieres con muuuchos detalles. Más de los normales. Sobre todo, con muestras de admiración (¡mejor si son en público!). Pero ¡cuidado! no caigas en el chantaje emocional. 

Fomenta el respeto y la igualdad. Muéstrale sus puntos fuertes. Dale opciones de expresarse abiertamente y que te diga que no cuando así lo sienta. No fuerces una respuesta como a ti te gustaría. Déjale libertad y respeta sus opiniones. Y, sobre todo, conoce cuáles son sus sueños (pregúntaselos, habla de ellos) y anímale a perseguirlos y a conseguirlos juntos…. Ah, y cuando vaya alcanzando metas, aunque sean pequeñas, ¡hazle ver que el mérito era suyo! Porque vale mucho más de lo que parece y de lo que se cree.

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La baja autoestima es algo que está mucho más presente en la sociedad de lo que piensas e influye mucho en las relaciones, y también en tu relación de pareja. Por tanto, fomenta honestidad y la transparencia, la comunicación y la claridad. No caigas en el chantaje emocional. No pongas el foco en los defectos del otro, sino en sus cualidades y virtudes. Y no dejes de volcarte con detalles para mostrar tu amor y admiración por el otro, aunque te parezcan de poca importancia. El amor está en los detalles. Y, en este caso, esas muestras de admiración por el otro construyen su autoestima y vuestra relación.

Para más consejos, puedes seguirme en mi cuenta de Instagram: @laparejaquefunciona.

Yo no confío con la mente: lo hago con el corazón

La principal razón por la que elegí hablarles de este tema es porque en este momento necesito tanto como ustedes leer sobre la confianza en Dios. Hace poco escuché que es diferente creer en Dios que creerle a Dios. Una persona puede creer que Dios existe, que es real y que es poderoso, pero no necesariamente creer que va a actuar en su vida con poder.

Algo que me sorprendió mucho la primera vez que lo oí es que los demonios también creen en Dios. Es decir: saben que existe, saben que es real, pero no le creen, y menos, le obedecen.

Poner nuestra confianza en Dios suena tan bien, pero, ¿cómo es posible? Todos los días enfrentamos una y otra vez situaciones que nos retan, nos preocupan, nos angustian, nos dan miedo o nervios y hasta nos causan dolor. Lo vivo en carne propia. Especialmente cuando se trata de algo que te duele, ¡puedo entenderte! Así que, ¿por qué confiar cuando todo lo que está delante de ti te dice lo contrario? 

La confianza en Dios se da paso a paso

La confianza en Dios se construye y, además, es un regalo. ¿Cómo así? Cuando tú decides seguir a Dios no es que al día siguiente te levantas y ya confías en Él. Son pasos que vas dando, empiezas a tener una relación con Él y vas empezando a experimentar cómo obra desde cosas pequeñas hasta cosas grandes. Dios te va a permitir ver claramente cómo interviene en tu historia. Así, poco a poco, con ayuda de tu memoria vas entendiendo algo: si ya hizo eso por mí, ¿por qué no haría esto otro?  

La fe nos muestra que Dios tiene el control

En ese proceso, si te mantienes en oración y recibiendo los sacramentos, vas a ir recibiendo la gracia de la Fe. Como un regalo del cielo, la fe te ayudará a creer que Dios tiene el control, ¡por encima del control que tú creías tener sobre tu vida! No vas a confiar solo en tus fuerzas y en que tú eres capaz, sino sobre todo en que Dios está en el timón.

Creemos sin ver, lanzados a la Providencia

Una jaculatoria que yo me repetía mucho cuando empecé a aprender sobre la confianza en Dios y atravesaba por momentos difíciles era: “Creo, Señor, sin ver todavía”. De hecho, cuando mi esposo enfermó de cáncer, esta era una de las frases que más aliviaban mi corazón. 

Cuando se trata de milagros grandes que quieres ver en tu vida, es aún más complejo. ¡Pero se trata de un camino que puede aumentar mucho más tu fe! Se trata de lanzarte a ciegas a su providencia. De entender que “como los cielos distan de la tierra, así sus caminos son más altos que tus caminos” Isaías 55, 9.

Cuatro tips para aprender a confiar en Dios

  1. Escribe los favores que te va regalando Dios: la memoria es muy frágil. La mejor forma de recordarlos es escribiéndolos con detalle para que, cuando dudes, leas todo lo que Dios ya ha hecho por ti. Eso reavivará tu Fe para entender que Él siempre ha tenido el control, y que lo seguirá haciendo.
  1. Haz oraciones de agradecimiento: empieza por agradecer uno a uno los favores que Dios te ha concedido. Con nombre y apellido, siendo muy puntual y descriptivo en lo que Dios ya ha intervenido en tu vida. Así, tu espíritu irá recordando el poder Dios y confiará en que, en el futuro, Él seguirá actuando a tu favor.
  1. Lee la Biblia: conocer los milagros y favores que Dios ha regalado a sus hijos a lo largo de la historia te encenderá la Fe. Además, recuerda que la palabra de Dios no es letra muerta, sino que es viva y eficaz. Eso quiere decir que entra en tu corazón, y no regresa sin haber causado algún efecto.
  1. Apóyate en jaculatorias o citas: pueden ser de santos o de la Biblia. Cuando dudes, repetir algunas frases en tu mente te dará fuerzas para tener calma y paciencia. A mí me encantan estas: “Nadie que ponga su confianza en Dios quedará defraudado” (Salmos 25, 3) y “ El que comenzó en ustedes tan buen trabajo, lo continuará hasta concluirlo” (Filipenses 1, 6).

***

Por último, quería dejarles esta canción, que más parece un poema de abandono en Dios, y que es de mis favoritas:

Esperar en ti, difícil sé que es.

Mi mente dice no, no es posible.

Pero mi corazón confiado está en ti.

Tú siempre has sido fiel, me has sostenido.

Y esperaré, pacientemente. 

Aunque la duda me atormente,

Yo no confío con la mente:

lo hago con el corazón. 

Y esperaré, en la tormenta.

Aunque tardare tu respuesta,

Yo confiaré en tu providencia.

¡Tú siempre tienes el control!

Sigue tu vocación: el caso de The Marvelous Mrs. Maisel

Hace unos años, la creadora del programa Gilmore Girls, Amy Sherman-Palladino nos regaló una serie aún mejor: The Marvelous Mrs. Maisel (Amazon), que tuvo su final en la primera parte de este año, 2023. Allí nos cuenta la historia de Midge Maisel, una mujer que descubre su vocación de comediante cuando su marido la deja. Y me dirán: “Pero, Sol, esta es una página sobre cómo relacionarnos como Dios manda, y nos hablás de una mujer cuya relación amorosa falló…”.

Y sí: porque no vamos a hablar de Midge y de su relación con Joel, sino de Miriam — para los que no conocen la historia, este es el verdadero nombre de Midge— y de su vocación. Y este es un tema completamente diferente; porque para hablar acerca de las relaciones, en esta página también tenemos que hablar acerca de la  importancia de conocerse a uno mismo. Y la vocación es parte fundamental de eso.

Las situaciones límites: el fin de una cosa y el comienzo de otra

La noche en que Joel decide dejar a Midge es Yom Kippur, o sea, el Día del Perdón, un día cargado de sentido para los que somos de ascendencia judía. Este es un día de penitencia y sacrificio —para los que son católicos de toda la vida, sería una especie de mashup entre viernes Santo y Domingo de Pascua—, un día de sacrificio y resurrección a una vida nueva. Miriam debe sacrificar algo: su vida. Y resucita a su nueva vida de comediante.

Ese día, Midge pierde su vida matrimonial, que parecía salida de un catálogo de los años 60, porque su marido, en medio de una crisis existencial, decide que ya no quiere seguir adelante, y le confiesa que la engañó con su secretaria. El Mundo de Miriam se viene abajo, pues toda su vida se centró en ser la esposa perfecta. ¿Y ahora…?

El filósofo alemán Karl Jaspers nos dice que las situaciones límite son el comienzo del filosofar, puesto que nos llevan a replantearnos toda nuestra vida. Nos sacuden la estantería y nos cambian el paradigma. Eso fue lo que le pasó ese día a Midge. Y es en la noche de ese día tan cargado de sentido cuando descubre su vocación.

En un momento de catarsis en el escenario de un club nocturno, da su primer monólogo cómico, totalmente improvisado. Y es un desastre —¡termina siendo arrestada!—, pero no sin antes deslumbrar a la audiencia y a la gerente del pub. De hecho, esta decide convertirse en manager de Midge, y llevarla al estrellato. Esa noche, Midge entra siendo una esposa fracasada y resurge siendo una cómica exitosa en potencia.

“Ay de mí si no lo hago”

Hay una frase de San Pablo que habla del fuego que siente por predicar el Evangelio y dice, “¡Ay de mí si no predico el Evangelio!” (1Cor 9, 16). Esto es análogo a lo que le pasa a Miriam con la comedia. Ella ha descubierto el fuego de la comedia, ha descubierto su voz, su talento. Y ¡ay, de ella si no lo hace! Esto se ve en un momento en el que sus amigas le preguntan sobre el tema y, parafraseando a un comediante amigo, ella dice “Si pudiera hacer otra cosa, la haría…”.

El tema es que, cuando se siente la llamada en cuestión, uno está perdido. Ya no queda otra cosa que tirarse a la aventura de hacer aquello para lo cual Dios te ha dado tu talento.

Cuando sigues tu vocación te vuelves realmente más vivo

Hace un tiempo leí el libro Tu llama azul, de Jennifer Fulwiler (sí: suena mejor en inglés). En este libro, ella —que es una señora Maisel de carne y hueso— señala que, cuando uno realmente cumple con lo que está llamado a hacer, hay una llama que se enciende en nuestro interior, un brillo que nunca antes se nos había visto. Y entonces, parece que realmente estamos vivos. 

Eso es lo que le pasa a Midge en la serie, y lo que le pasa a Jennifer Fulwiler en la vida real: ambas decidieron seguir su vocación, poniendo en práctica su talento. Y con él han prendido fuego al mundo, encendiendo los corazones de quienes las escuchamos. No lo han hecho sólo con la risa: también nos inspiran a jugarnos por nuestra vocación.

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Recordemos, en este sentido, las palabras de Santa Catalina de Siena: “Sé lo que debas ser y prenderás fuego al mundo”. Ahora, la pregunta te la hago a vos: ¿a qué estás llamado?

¿Me cuesta expresar lo que siento? El apego evitativo

Comencemos por aclarar que el apego a otras personas no es malo en sí mismo; por el contrario, es natural, dado que somos seres sociales y necesitamos los unos de los otros. Sin embargo, debido a nuestras experiencias tempranas y a heridas emocionales, podemos terminar construyendo un estilo inseguro de apego. Pues bien, el apego evitativo es uno de estos estilos inseguros. 

El apego evitativo en la pareja se refiere a la tendencia de alguno de los dos miembros a evitar la intimidad emocional. Comúnmente, esta persona tiene dificultad para expresar sus necesidades y sentimientos, para mostrarse vulnerable y para confiar en el otro. Puede sentirse incómodo con la cercanía emocional y con la idea de depender emocionalmente de alguien más, lo que puede llevar a una desconexión emocional en las relaciones de pareja. 

Las consecuencias que esto puede generar son:

1. Falta de comunicación 

Las personas evitativas pueden sentir miedo a ser rechazadas o consideradas débiles si muestran sus sentimientos, lo que puede llevar a una comunicación deficiente en la relación. Si esto sucede, para su pareja puede ser más difícil satisfacer sus necesidades y proporcionar apoyo. Además, estas personas también tienden a evitar el diálogo y a evitar escuchar las necesidades de su pareja, y esto imposibilita la resolución de conflictos. 

También es común que eviten hablar de sí mismas —sobre todo si la conversación se está tornando muy personal—, y cambien el foco de la conversación a otro tema o a otra persona, o que se retiren del lugar.

2. Distancia emocional y física

El temor a la intimidad puede llevar a la distancia afectiva en la relación. La persona con apego evitativo puede parecer distante, fría o desinteresada, generando así incomodidad y malentendidos en la pareja. También puede querer hacer todo de forma autónoma y no en pareja, puede evitar pedir ayuda o pasar tiempo excesivo trabajando, viajando o buscando estar fuera del hogar.

Algunos podrían llegar a experimentar dificultad para dar y recibir contacto físico, mientras que otros pueden disociar sexo de amor, es decir, no tienen dificultad en el contacto físico ni en las relaciones sexuales con su cónyuge, pero no se implican emocionalmente.

3. Miedo al compromiso

Las personas con apego evitativo pueden evitar comprometerse plenamente en la relación, manteniendo protegida una parte de sí mismas para evitar el riesgo emocional. Es posible que eviten relaciones a largo plazo, o que solo ofrezcan relaciones sin compromiso: sexo casual, unión libre, etcétera.

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Algunas recomendaciones para trabajar el apego evitativo

1. Autoconocimiento: El cónyuge con apego evitativo puede comenzar por reconocer su propio estilo de apego y cómo ha influido en sus relaciones pasadas. La humildad es clave para poder dar este paso y para reconocer que la pareja no tendría que conformarse con lo poco que se está dispuesto a dar. 

2. Comunicación abierta: La pareja debe fomentar la comunicación abierta y honesta, por incómodo que sea abrir el corazón y expresarse. Este espacio debe estar libre de juicios o críticas, ya que si cuando un miembro de la pareja se abre, el otro castiga su honestidad molestándose o recriminándole, este volverá a cerrar su corazón y a dejar de comunicarse, encerrándose más en sí mismo al no sentirse en un ambiente seguro.  

3. Buscar ayuda profesional: La terapia de pareja o terapia individual es una herramienta valiosa para explorar los patrones de apego de ambos miembros de la pareja, para trabajar en la comunicación y en la sanación de las heridas emocionales de cada uno, así como en el miedo al compromiso, al rechazo, al abandono y a la vulnerabilidad. 

4. Momentos de soledad: La persona con apego evitativo puede darse espacios de soledad, siempre y cuando estos no sean excesivos. 

Para más consejos, encuéntrame en Instagram como @psicoalexandraguzman

¿Qué enseña El Rey León sobre la Teología del Cuerpo?

¿Por qué algunas historias son tan exitosas? ¿Por qué siguen recaudando millones en todo el mundo? ¿Es sólo gracias a su calidad artística o es posible que toque alguna fibra íntima de nuestra humanidad?

Esto es lo que ocurre con “El Rey León”. La película original de 1994 ha llegado a recaudar casi mil millones de dólares en los cines, ganó importantes premios internacionales, sus adaptaciones al teatro siguen presentándose cada año en los mas importantes escenarios mundiales y se hicieron varias películas y series adicionales.

¿Por qué? Lejos de ser sólo una película para niños, “El Rey León” cuenta la historia de nuestra humanidad. El argumento es relativamente sencillo: Simba es un pequeño león, hijo del rey Mufasa. Scar es el tío de Simba y quien decide asesinar a su hermano, el rey. Luego Scar ocupa el trono y obliga a Simba al destierro. La historia sigue a Simba en su intento por recuperar el reino.

Ésta es una historia que nos permite comprender mejor de qué trata la teología del cuerpo. Es decir, ése conjunto de catequesis que, como lo ha afirmado su autor San Juan Pablo II, nos permiten el “descubrimiento del significado de toda la existencia, del significado de la vida” (Teología del Cuerpo 46, 6).

En el principio

La historia comienza con el “bautismo” de Simba. Rafiki (cuyo nombre en Swahili significa “amigo”) lleva a Simba a la cima de la gran roca donde lo presenta en público al reino y una luz que se abre desde el cielo lo “baña”. Éste pequeño león nace en el medio del reino, en armonía con lo celestial, con su familia y con toda la creación. Pero eso no siempre será así.

En un diálogo de padre a hijo, Mufasa (cuyo nombre significa “Rey”) le dice a Simba (“León”) que todo lo que toca la luz es su reino, sólo le prohíbe cruzar mas allá de la luz. Como el padre en la parábola del hijo pródigo que le dice al hijo mayor “todo lo mío es tuyo” (Lc 15, 31), así el Padre celestial nos regaló toda la creación: “Puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín, exceptuando únicamente el árbol del conocimiento del bien y del mal” (Gn 2, 16-17)

Así, la teología del cuerpo nos lleva de vuelta al “principio” de nuestra creación. Cuando los fariseos y escribas le preguntan a Jesús si el divorcio estaba bien, él no responde con grandes alocuciones teológicas o sociales, sino que los invita a recordar el “principio” de su creación (cf. Mt 19, 3-8). Aquél “principio” en el medio del Edén (ése paraíso o “pequeño reino”), en armonía con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con toda la creación. 

Desconfianza del don

Cuando Scar, el tío de Simba, se encuentra con su sobrino, lo hace desconfiar de su padre, le promete que si va mas allá de la luz tendrá una especie de gran aventura. Sin embargo, esas son falsas promesas. Scar sabía perfectamente que si Simba hacía eso iba a terminar fuera del reino, en tierra de hienas.

Así obra la serpiente del Génesis, que tienta a Adán y Eva haciéndoles desconfiar del don de Dios: “¿Así que Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?” (Gn 3,1). En realidad, Dios no había dicho eso. Al contrario, les dijo que podían comer de todos los árboles, ¡les había regalado un “reino” entero! Sólo les prohibió comer de un árbol. 

Así comenzamos a desconfiar del don de Dios cuando nos decimos que en realidad Él no quiere nuestra felicidad, que en realidad Dios es un tirano que sólo prohibe y reglamenta, que nosotros sabemos mejor que Él dónde “está la luz”… y así terminamos fuera del reino.

Autoexclusión del reino

Finalmente Mufasa sale del reino para rescatar a Simba de las hienas que querían atacarlo. En el camino de vuelta el padre le dice a su hijo: “desobedeciste deliberadamente” y Simba agacha la cabeza y camina con miedo detrás de Mufasa.

Así queda el hombre después del pecado. Dios no echa al hombre del Edén porque sea un dios malvado, sino que es el mismo hombre quien se autoexcluye de ése paraíso. Como afirma Juan Pablo II, con el pecado el hombre desgaja “todo lo que viene del Padre (…) vuelve la espalda al Dios-Amor, (…) lo expulsa de su corazón” (Teología del Cuerpo 26, 4). Es decir, expulsando de sí mismo todo rastro del Amor, al hombre sólo le queda vivir con la cabeza gacha y con miedo: “He oído tus pisadas en el jardín: he tenido miedo, porque estoy desnudo y me he escondido” (Gn 3, 10).

La historia del ser humano

Después de que Mufasa muere, Scar aprovecha el miedo de Simba para que realmente se esconda, para excluirlo definitivamente del reino. Entonces Scar lo asusta: “¿Qué hiciste?”. “¿Qué pensará tu madre?”. “El rey ha muerto”. “¡Huye y nunca regreses!”. Cada mentira de Scar hace que Simba se hunda mas en la desesperación y, aunque debiera haber asumido como rey, termina escapando de su identidad.

Es interesante notar aquí que Scar no puede asumir él sólo como rey. Necesita de cómplices y encontrará aliadas en las hienas. Pero para convencerlas apela a la condición humana mas fundamental: el hambre. Todo tenemos hambre de algo. Y no me refiero al hambre material, sino a un hambre mas existencial, ¡al deseo de felicidad!, ¡de amor!. En una escena que curiosamente ocurre bajo el nivel de la tierra, en un cementerio, oscuro y húmedo, Scar promete: “¡Apóyenme, y nunca mas sufrirán hambre!”.

También la serpiente apela al “hambre” de Eva cuando le dice: “Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ése árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal” (Gn 3, 5). La serpiente utiliza el hambre real del ser humano, pero promete satisfacerlo con promesas vacías, que llevan al sinsentido. 

¿Qué dieta elegimos?

Otro tema interesante en la película es la comida. Frente al hambre existencial de amor que todos sentimos, tenemos tres opciones: morirnos de hambre (negarlo o reprimirlo), satisfacerlo con alguna dieta de comida rápida o dejar que ése hambre nos muestre nuestra identidad mas profunda.

Simba se escapa del reino y se termina encontrando con dos de los grandes personajes de la película: Timón y Pumba. Ellos serán los encargados de enseñarle una nueva filosofia de vida: hakuna matata. Cómo dice la reconocida canción, esas palabras significan literalmente “ningún problema”. Invitan a Simba a un estilo de vida estoico, olvidándose del pasado y enterrando sus sentimientos. Mas adelante en la historia, el león dirá: “Si no puedes poner el remedio, ¿por qué angustiarte?”.

Es así que mientras que bajo el reinado de Scar se sufre hambre, los nuevos amigos parecieran saciarse hasta el hartazgo con la “comida rápida”. Las promesas del reinado glorioso de Scar pronto se desmoronan; pero Simba, Timón y Pumba también esconden algo bajo la apariencia del “vivir satisfechos”.

Una noche, cuando Simba, Timón y Pumba contemplan la belleza del cielo estrellado, se despierta el verdadero hambre. Comienzan a preguntarse qué son esos puntos blancos en el cielo. En ése momento Simba recuerda un diálogo que había tenido de pequeño con su padre, quién le enseño que los reyes del pasado lo cuidan desde allí arriba. Es la primera vez desde que se había escapado que Simba recuerda a su padre, al reino y su misión.

Lo mismo nos puede ocurrir a a nosotros. En el encuentro con la belleza se despierta el deseo de “algo mas”. Las cosas bellas de la creación nos pone en contacto con nuestro hambre. Curiosamente la palabra deseo significa “de las estrellas” o “esperar lo que las estrellas nos traigan”.

El don

Cuando Simba se encuentra con su amiga de la infancia, Nala, ella es la encargada de recordarle que él es el rey. Aunque Simba lo niega y desea seguir enterrando su pasado, aferrándose al temor, ella ve al rey que hay escondido en él. Finalmente, Nala dialoga con él y le dice que todo el reino creía que él había muerto, entonces lo confronta: “es como si hubieras resucitado”.

Como nos ocurre cuando creemos que nuestra identidad se define a partir de nuestra historia o de un pecado, así Simba tiene miedo al presente porque no sabría cómo resolver el pasado. Recordemos lo que dijo Adán: “tuve miedo (…) entonces me escondí” (Gn. 3, 10).

Nala en swahili significa “regalo” y verdaderamente ella se convierte en el don que Simba necesitaba para redescubrir su identidad mas verdadera. El convertirnos en un don para el otro es esencial en Juan Pablo II. Como afirma un documento del Concilio Vaticano II que él mismo citaría varias veces: el hombre “es la única creatura que solo puede encontrarse a plenitud por medio de un sincero y desinteresado don de sí mismo” (Gaudium et spes, 24)

¿Quién eres tú?

Cuando Simba se enfrenta a su temor, su reacción inmediata es el enojo. “No se puede cambiar el pasado, es todo mi culpa” afirma, y mirando al cielo le reclama a su padre: “dijiste que siempre estarías cuidándome”. Y como si su oración fuese escuchada aparece su amigo, Rafiki.

Éste simio le hace una sola pregunta, que basta para desarmar a Simba: “¿quién eres tú?”. Es entonces cuando Simba se desanima, porque se da cuenta que ya no se conoce a sí mismo. Pero Rafiki le revela su identidad: “eres el hijo de Mufasa”. Entonces lo invita a mirar su reflejo en el agua y, si bien en un primer intento sólo se ve a sí mismo, cuando lo vuelve a intentar ve en su imagen al rostro de su padre. Allí se abren los cielos y su padre aparece hablándole: “olvidaste quién eres y así me olvidaste a mi (…), ve en tu interior Simba, eres mas de lo que eres ahora”. Sin embargo, Simba le responde: “¿cómo puedo regresar? No soy el mismo de antes”. Y su padre lo anima: “recuerda quién eres, tú eres mi hijo”.

Así Juan Pablo II también nos anima a mirarnos a nosotros mismos con intensidad, porque viendo a la creatura vemos algo del Creador y para qué fuimos creados. Él nos recuerda que “el cuerpo, y sólo él, es capaz de hacer visible lo que es invisible: lo espiritual y lo divino” (Teología del Cuerpo 19, 4). Es decir, verdaderamente cuando “nos miramos en el reflejo” podemos ver al Padre del cielo. Ése Padre que no nos define por nuestra historia, sino por su amor, porque “no somos la suma de nuestras debilidades y nuestros fracasos; al contrario, somos la suma del amor del Padre a nosotros y de nuestra capacidad real de llegar a ser imagen de su Hijo.” (Juan Pablo II, 28 de julio de 2002). También nosotros somos mucho mas de lo que somos ahora, pero necesitamos (como Simba) volver al principio: a la gloria y belleza mas profundas de nuestra identidad.

Final feliz

Cuando Simba decide regresar al reino, se encuentra con pura muerte y desolación. El paisaje es gris, sin vida y sin flores. Sin embargo Simba va hasta lo mas profundo de ésa oscuridad para enfrentar a Scar. Cuando finalmente le gana, una agradable lluvia cae desde el cielo. El agua barre con una calavera, casi como dando lugar a la nueva vida que vence sobre la muerte. La tierra vuelve a ser fértil y los animales regresan a su hogar.

Sin dudas muchas veces también nosotros nos enfrentamos a ésos “espacios de muerte” en la vida, pero la teología del cuerpo nos recuerda que nuestra identidad original siempre es mas profunda y real que el pecado. La “verdad que es patrimonio «del principio», patrimonio de su corazón, [es] más profunda que el estado pecaminoso heredado” (Teología del Cuerpo 46,6). Por ello, con Cristo la redención es posible. Esos “espacios de muerte” realmente se pueden transformar en espacios de vida, porque tenemos al “león de Judá” con nosotros.

La película termina con una bella escena vocacional: Simba y Nala presentan a su nuevo hijo en la misma roca donde Simba fue “bautizado” y una voz desde el cielo dice “recuerda”.

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