Categorías.

Resultados.

Vivir la castidad: herramientas desde la fe

La castidad es una virtud muy excelsa. Por ello, hay que luchar bastante por ella, como versa el dicho “lo que mucho vale, mucho cuesta”. Debemos prepararnos para la dura batalla con vistas a la gran conquista de esta bella virtud. 

Nuestras armas

¿Cuáles serán nuestras armas? El Papa Pío XII, en su Encíclica Sacra Virginitas,  nos da las armas más eficaces. Precisamente, son poderosas porque es el mismo Señor Jesucristo quien nos las recomienda[1]. En esta Encíclica, se pone de manifiesto la enseñanza de la Santa Madre Iglesia sobre la excelencia de la virtud de la castidad, virtud perfecta por el Reino de los Cielos. 

Quizás estarás pensando que esa no es tu vocación, ¿pero, y si la es? En todo caso, estas armas permiten dar el buen combate. Nos ayudarán a cumplir la misión particular que cada uno tiene. Recordemos que la meta para todos es la santidad. Estamos llamados a la perfección, no aspires a menos.

1- Vigilancia

Un gran tesoro debe ser cuidado. Para custodiar los bienes materiales, tenemos seguros, cámaras de vigilancia, ¿y para los bienes sobrenaturales? Estos, por más motivos, merecen nuestra vigilancia:

Recorda que nunca estás solo. Dios está presente siempre. También, lo está tu ángel de la guarda. Ante la mirada amorosa del Padre, que es la Pureza misma, nuestros pensamientos, nuestros deseos y nuestras acciones deben ser igualmente puros.

Por otro lado, es necesario huir de las ocasiones que nos lleven a faltar a la castidad. Pueden ser personas, lugares, conversaciones, situaciones, sitios web, grupos de WhatsApp, u otros donde la virtud de la pureza no es tomada en cuenta o es despreciada. Acordate que “es preferible estar solo que mal acompañado”.

Reúnete con personas que tengan el mismo ideal, el de una vida casta. Se ayudarán mutuamente. Sé tú una ayuda para el hermano y no una piedra de tropiezo.

2- Oración

“Sin mí, no podéis hacer nada” (Jn 15, 5) 

Es una vana ilusión pensar que solo por nuestras fuerzas podremos vencer las tentaciones. En un mundo que exalta la impureza, la batalla es encarnizada. Necesitamos ayuda.  La oración nos predispone a las cosas elevadas, mientras que impureza, a lo más ruin y asqueroso. Al no ser compatibles, a mayor oración, nuestra alma rechazará con más vigor las bajas pasiones.

3- Devoción a la Santísima Virgen

Nuestra Señora tiene todas las virtudes juntas, pero por la que más se la invoca es por la virginidad. La de María es una virginidad fecunda, es Virgen y es Madre. Ella será nuestra maestra y guía en el camino de la castidad. ¡Aumentemos nuestra devoción a Ella! Para ello, la lectura del Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen de San Luis María Grignion de Montford es altamente recomendado. Además, realizar la Consagración a Jesucristo, Sabiduría encarnada por manos de María, es un arma poderosísima para vencer.

***

¡Enamórate de la Pureza! ¡Déjate cautivar por la belleza de la pureza! La belleza es objetiva y brota de la pureza. ¡Conoce más sobre esta virtud y eso te dará fuerza para defenderla! Nadie ama lo que no conoce, ni defiende lo que no ama. Quien ama, está dispuesto a morir por lo que ama.

¡Vive Puro!


[1] «Velad y orad para no caer en la tentación» (Mt 26, 41). «Aquí tienes a tu madre» (Jn 19, 27)

Mansfield Park: 5 lecciones sobre la castidad

Es una verdad universalmente reconocida que, si uno dice Jane Austen, nuestras mentes en seguida, asocian a esta escritora, con Orgullo y Prejuicio. Lo cierto es que la autora británica escribió otras cinco novelas más. De todas se puede sacar mucho provecho de su lectura y reflexión. Además, es placentera la sutil ironía que caracteriza a su narrativa. También, de su mano, conocemos profundamente la psicología y el alma humana. 

Contextualicemos la historia

En este artículo, hablaremos de Mansfield Park. Esta novela fue publicada en 1814. Trata acerca de la vida de Fanny Price, quien, a la tierna edad de 10 años, es tomada como pupila en la mansión de sus tíos, Mansfield Park. Su mamá no podía mantener a todos los hijos.  La vida de Fanny en la mansión resulta muy dura. Sus tíos y primos no dejan de recordarle su origen humilde. La menosprecian por no participar en las frivolidades de la vida en sociedad.  

De este modo, podemos ver cómo esta es una novela de crítica social. A su vez, está escrita para destacar la virtud de su protagonista. Se enfatizan los motivos por los cuales convendría seguir su ejemplo. Los contramodelos son los primos, cuyos actos, guiados por la pasión y el desenfreno, terminan con serias consecuencias para ellos y su familia. 

Fanny y la castidad

Podemos, entonces resumir en 5 las razones por las cuales hemos de imitar a Fanny en su castidad y en su coherencia en el devenir de la vida

1. Fortalecer la voluntad: contra viento y marea Fanny mantiene sus convicciones. Representa la firmeza en los principios morales y los valores, a pesar de las presiones sociales y familiares. Este es un claro ejercicio de la templanza y de la fortaleza. No es sencillo seguir el propio camino cuando el entorno quiere forzarte a hacer lo contrario. ¿Si todos hacen algo, ese algo es lo mejor a ojos del mundo? 

2. Amor propio:  la persona más difícil de amar es uno mismo. Vivimos en una sociedad que constantemente infla nuestro ego. Luego, una vez credido, lo tira como de un trampolín. Lo desecha desde el mismo lugar al que lo subió. Es por eso que Fanny es un buen ejemplo a seguir. Habiendo sufrido el desprecio de su familia por no seguir los juegos de la sociedad, se ama lo suficiente. Se ama porque se reconoce fruto del amor de sus padres e hija de Dios. No se vende al mejor postor. Pone límites a las exigencias descabelladas que sus tíos y primos le hacen.

3. Preparación para el verdadero amor: “La paciencia todo lo alcanza” nos dice Santa Teresa de Jesús. No hay personaje más paciente en las novelas de Jane Austen que nuestra querida Fanny. Espera encontrar el verdadero amor, basado en sus mismos valores morales, el respeto mutuo y la fe. No se entrega simplemente por la promesa de un matrimonio conveniente.  

Hoy nos cuesta pensar en la idea de guardarnos para aquella persona. Vivimos desilusionados del amor. Pensamos que mejor es vivir que esperar a vivir. Sin embargo, la paciencia tiene sus frutos. La paciencia hace que no nos conformemos con lo que parece bueno. Nos enseña a advertir lo que es bueno de verdad: eso hizo Fanny. 

4. Evitar consecuencias negativas: la prudencia es la madre de todas las virtudes. Ayuda a pensar antes de actuar. Facilita el saber que mis acciones tienen consecuencias. Soy responsable por ellas, haga lo que haga. Fanny es consciente de ello. Piensa antes de actuar o aceptar propuestas que pueden llegar a tener efectos negativos en su vida y en la de sus seres queridos.

5. Crecimiento personal: una de las cosas más difíciles acerca de la castidad es el negarse uno mismo el placer. Es aprender a decir no. El no es no. Estas pruebas nos llevan a crecer. Nos ayudan a poner cada cosa en su lugar. Permiten ordenar nuestra vida de acuerdo al Bien y no al capricho. Fanny lo hace y hacia el final de la novela resulta ser la más madura de sus primos. 

***

Hasta aquí están las razones que podemos sacar leyendo la historia de Fanny Price. También, pensando en nuestra vida, motivos para aplicar un poco de sentido común. Hay argumentos más profundos que implican ver a nuestro cuerpo como templo del Espíritu Santo. Se pueden estudiar en la Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II. Ama Fuerte nos ofrece unas lecciones al respecto. Si quieres empezar en el camino de la castidad, te sugiero que empieces por imitar a Fanny Price. 

Lo atractivo de la castidad: más allá de los estigmas sociales

En la era actual, en la que la sexualidad se discute de manera abierta y la juventud está inmersa en una cultura que tiende a trivializar la intimidad, la castidad emerge como un tema relevante, a menudo mal entendido. 

Más allá de los estigmas sociales, la castidad no es simplemente una restricción impuesta por valores conservadores. Es una elección fundamentada en el amor propio y el respeto genuino hacia el otro.

Contextualizando la Sexualidad Juvenil

Más del 50% de los jóvenes inician su actividad sexual en edades tempranas. Entonces, es esencial reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la castidad. En un mundo que a menudo olvida que la adolescencia es solo una transición hacia la adulte y, también, un período de crecimiento integral, la castidad surge como una llamada a comprender y respetar los cambios naturales del cuerpo.

La Revolución Sexual y la Desconexión

La revolución sexual de los años 60 trajo consigo una desconexión entre el cuerpo y el verdadero significado del amor y la sexualidad. Se enfocó únicamente en lo físico. Así, se dejaron de lado las dimensiones espirituales, emocionales y físicas integrales del cuerpo. Revisitar la castidad es redescubrir una virtud y un llamado a la integración completa de nuestra sexualidad.

La Virtud de la Castidad

Aunque sea impopular en la cultura actual, la castidad es, en esencia, el arte de integrar la sexualidad en nuestra identidad. Más que una restricción, es una invitación; una invitación a aprender sobre el dominio personal, una invitación a ejercer la libertad plena y a buscar la verdadera plenitud del cuerpo.

El Valor de la Castidad

Vivir la castidad implica la búsqueda del verdadero significado del cuerpo, no solo como un instrumento de placer físico, sino como una expresión de amor auténtico. Va más allá de los deseos sexuales. 

Exige un respeto profundo por la otra persona como ser humano. Excede, por tanto, las necesidades personales.

Una Visión para Toda la Vida

La castidad no es solo una pausa en la actividad sexual, es un llamado a vivir cada etapa de la vida conforme a su tiempo. Busca que guardemos esos momentos especiales para más adelante, compartiéndolos con la persona que elegiremos como compañera de vida.

Coherencia y Autenticidad

La castidad nos desafía para que seamos coherentes, porque nos invita a alinear nuestras palabras, pensamientos y acciones. La sexualidad se convierte, de esta manera, en un acto que fluye desde nuestro interior hacia el mundo exterior. 

Se transforma en un acto que une lo que decimos. También, lo que vemos, escuchamos. Se vuelve un acto de enlaza, además, lo que pensamos y hacemos.

***

Recordemos, para finalizar, las palabras de San Josemaría Escrivá: «cuando decidas con firmeza llevar una vida limpia, para ti la castidad no será una carga, será una corona triunfal». 

La castidad, lejos de ser restrictiva, se presenta como una joya que embellece y dignifica nuestras relaciones y nuestra propia identidad. Es la elección de vivir con integridad, respeto y amor auténtico. Es, repetimos, una joya que brilla con luz propia en la actual encrucijada de la modernidad.

¿Hasta dónde podemos llegar?

Por un lado, sabemos qué está permitido con nuestra pareja: tomarnos de las manos, besos o abrazos cortos. Por otro lado, está lo que no queremos hacer en orden a vivir la castidad: tener relaciones sexuales. Sin embargo, ¿en el medio, qué? 

Buscando un equilibrio

Somos una unidad de cuerpo y alma. Por eso, no es más puro un amor que se expresa prescindiendo del cuerpo. Todo lo contrario. Un amor más humano es un amor que ama también con el cuerpo. 

Sin embargo, cuando nos planteamos la pregunta de hasta dónde podemos llegar, entramos en un terreno poco claro, pues no hay una regla matemática que pueda aplicarse con precisión. En cambio, lo que hay son principios que requieren un ejercicio de la virtud de la prudencia para ser llevados al terreno de lo concreto. 

Estos criterios o principios que pueden iluminar nuestros actos son tres: acción, intención y circunstancias. Para que el acto sea bueno, deben concurrir los tres elementos. Si uno de ellos falta, dicha expresión de afecto con nuestra pareja nos aleja del amor.

1- La acción debe expresar afecto

Hay caricias que expresan afecto, y hay otras que producen excitación. Un primer criterio para saber hasta dónde podemos llegar es que las acciones que ambos realicen afirmen el cariño que hay entre ambos.

Es natural que ciertas expresiones de afecto —un beso, o un abrazo—, produzcan también una cierta excitación. Sin embargo, en este caso, esta excitación es una reacción natural, y, por lo tanto, no es mala.

Sin embargo, una situación distinta se da cuando los actos realizados constituyen lo que podríamos caracterizar como una preparación para una relación sexual, por más que esta no llegue a darse. En este caso, el foco de estos actos se ha desplazado del afecto a la excitación y al placer que se experimenta al realizarlos. Esta clase de actos hay que evitarlos. En efecto, si queremos evitar las relaciones sexuales, debemos evitar también aquellos actos que nos pueden conducir a ellas.

2- La intención debe ser de expresar afecto

Un acto aparentemente inofensivo puede hacerse también con una mala intención. Por eso, es importante que no sólo la acción en sí misma busque expresar afecto, sino que la intención busque también hacerlo. Si la intención es de producir excitación —en uno mismo o en la otra persona—, por más que el acto sea inofensivo, ese acto debe evitarse, al menos hasta que la intención se rectifique.

Como decíamos en el punto anterior, es natural que incluso actos que busquen expresar afecto y sean hechos con esa intención produzcan excitación en alguno o en ambos. Esto, lejos de ser algo malo, constituye una reacción natural.

Si la excitación empieza a desbordarse habrá que frenar antes de que la situación se salga de control. Sin embargo, algo propio de la virtud de la castidad no sólo es huir, sino también aprender a mantener esos besos o caricias en el nivel del afecto incluso con ciertas dosis de excitación manejables. 

3- Las circunstancias deben ayudarnos a expresar el afecto

No basta que el acto en sí mismo y la intención busquen expresar afecto. Para que el acto sea bueno, las circunstancias deben ser las adecuadas. Sólo cuando se conjugan estos tres elementos —acción buena, intención buena y circunstancias adecuadas— la expresión de afecto es buena.

Cuando hablamos de circunstancias, nos referimos a todo aquello que rodea el acto: tiempo, lugar, duración, vestimenta, modo, etcétera. Por ejemplo, no es lo mismo un beso prolongado en la universidad, a plena luz del día y rodeados de gente; que el mismo beso en casa, a solas, echados en el sillón, con la luz apagada y viendo una película. Si bien la expresión de afecto puede ser en sí misma buena, en el segundo caso es mucho más fácil perder el control.

Las circunstancias pueden ayudarnos o jugarnos en contra, y por eso son muy importantes. De hecho, la mayoría de las veces terminamos haciendo algo que inicialmente no queríamos porque las circunstancias en las que expresábamos el afecto facilitaban que perdiéramos el control. Por eso, circunstancias como la soledad, la poca luz, el encontrarse particularmente sensibles o propensos a la excitación, y otras que cada quien podrá determinar, deben ser tenidas en cuenta.

***

Aprender a expresar el afecto de una manera que se alineen estos tres elementos es como disparar una flecha tratando de dar en el blanco. Es natural que a veces uno se equivoque. Sin embargo, lo natural es que uno tome conciencia de los errores cometidos en orden a mejorar la próxima vez que dispare. Y estos tres criterios —acción, intención y circunstancias— nos ayudarán a afinar mejor nuestra puntería para dar siempre en ese blanco que es el amor.

El pacto para vivir la pureza

A veces, podemos tener una idea un poco confusa de lo que significa vivir la pureza. Las ideas sobre el sexo, las relaciones y el amor se han visto deformadas por el mundo actual, con extremos y ligerezas se han llegado a conclusiones que carecen de un verdadero valor cristiano.

En medio de un mundo que prioriza la experiencia terrenal por sobre la trascendencia del alma y la pureza del cuerpo, una vida sexual desordenada y desmedida puede parecer liberadora, e incluso saludable. Frente a esto, la castidad es tachada de represiva. Sin embargo, la realidad es que las tasas son asombrosas en cuanto a embarazos adolescentes, abortos y enfermedades de transmisión sexual, e igual de preocupantes son los testimonios de aquellos que experimentan soledad, desesperanza y desamor.

Reconocemos que somos creados a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto, nos descubrimos llamados a vivir según su grandeza y santidad, esforzándonos por imitar a Cristo y su pureza. Para ello, es fundamental practicar la virtud de la castidad y desarrollar el autocontrol sobre los propios impulsos y deseos. Pero, ¿cómo lograrlo? 

Aquí te dejamos un ayuda: un pacto para vivir la pureza compuesto de cuatro pasos.

1. Liberaré mi mente

Mantendré mi mente limpia de pensamientos impuros y lujuriosos. Mantendré mis ojos lejos de la pornografía, ya que me degrada.

2. Hablaré con gracia

Mi discurso será amable en todo momento. No contaré ni me reiré de los chistes de doble sentido, ni compartiré ni escucharé historias que evoquen pensamientos y comportamientos sexuales desordenados.

3. Seré casto

Trataré mi cuerpo por lo que realmente es: el templo del Espíritu Santo. No me involucraré en masturbación, fornicación o actos homosexuales.

4. Amaré realmente

Me convertiré en un hombre / mujer según el corazón de Dios para que pueda aprender a amar puramente. Haré un regalo de mí mismo en cualquier vocación a la que Dios me llame y mantendré mis relaciones puras.

***

Vivir un estilo de vida puro es nuestro camino hacia la santidad. La castidad nos permite vivir en plenitud un amor similar al que Dios tiene por cada uno de nosotros. La visión de la Teología del Cuerpo para el ser humano propone que podamos amar de igual manera que lo hace el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y es este el premio al final del esfuerzo que supone la virtud de la castidad. Esta nos permite amar como nos lo pide Cristo: hasta el extremo y sin condicionamientos o limitaciones.

¿Por qué es tan difícil vivir la castidad?

Quien diga que vivir la castidad es fácil seguramente está hablando de otra cosa,  no de la castidad. Más aun en el contexto hipersexualizado en el que nos encontramos, que hace que su vivencia sea todavía más ardua. Pero, ¿por qué esto es así? Aquí algunos motivos.

1. El cerebro y el control de impulsos

El cerebro humano se termina de desarrollar alrededor de los 25 años.  Durante la adolescencia y juventud se van estructurando las áreas encargadas de la toma de decisiones y el control de impulsos. A su vez, la testosterona y estrógenos cumplen sus respectivas funciones hormonales en el desarrollo y en los impulsos. Es por esto que pedirle a una persona joven que gestione sus impulsos sexuales es un acto heroico.

2. La necesidad de disfrutar el presente

En la psicología posmoderna el carpe diem llega a su máxima expresión: ante una vida llena de presunción y desesperanza, solo queda vivir el presente según el propio criterio. No necesito esperar porque el hoy es lo que importa, las consecuencias serán preocupación del mañana.

3. La necesidad de novedad

La posverdad reflejada en la cultura se rige por la sospecha y el principio de placer. Estos pilares han contribuido a una relativización de la personalidad sana y la constante búsqueda de novedad en la sexualidad. Lo conocido suele ser insuficiente, hay un culto insano a lo diferente.

¿Qué hacer al respecto?

Ordenar nuestra sexualidad requiere un ejercicio consciente y constante de la voluntad para formar hábitos buenos. Sin embargo, aprender conceptos y poner en prácticas las virtudes no es suficiente.  El desafío es también cambiar la idea que tenemos nuestra esta generación, como seres desprovistos de la capacidad para vivir la castidad. Puesto que, cuanto más nos reconocemos como seres racionales, pensantes y capaces de tomar decisiones con autonomía, más actuaremos en función de esas convicciones (Planker de Aguerre, 2019).

La castidad, hoy tan malentendida, no se limita a una mera práctica, sino que requiere ser solicitada como don, reconociendo con ello nuestra limitación humana. Esta mirada nos permite tener esperanza en la Gracia, que supera toda debilidad de carácter.

De acuerdo con Isaacs (2003): “Habrá que enseñar a los jóvenes a evitar las ocasiones que puedan llegar a dañarles […] sin olvidarse de los medios sobrenaturales: la oración y los sacramentos. Con la educación de la virtud del pudor y generosidad, ponemos los cimientos para el desarrollo del amor, todas las virtudes son manifestaciones del amor, pero estas dos tienen un significado especial: la autoposesión y la entrega”. (pp.198 -199)

***

Siguiendo los pasos de San Juan Pablo II, el Papa Francisco nos invita a construir una civilización del amor, que nos permita “pararnos frente a la realidad actual, no a la defensiva, en un marco negativo de prohibiciones, como se dio en otras circunstancias, sino con una propuesta grande y convocante” (Perriaux de Videla , 2021, p.10).

Referencias

  • Isaacs, D. (2003). La educación de las virtudes humanas y su evaluación. Ediciones Universidad de Navarra.
  • Perriaux de Videla, J. (2021). La teología del cuerpo ¿qué nos dice hoy?. EDUCA.
  • Planker de Aguerre, A. (2019). La ideología de género como mesianismo de liberación en M. Mitrece de Lalorenzi (Comp.), Ideología de género y educación sexual: tres aportes para su análisis (1 ed., pp. 9 – 25). EDUCA.

4 razones para esperar al matrimonio para tener relaciones

Hablar de estos temas siempre trae controversia, pero debería ser de la buena, de la que te ayuda a cuestionarte, a mirar hacia adentro sin miedo y a reconocer lo que realmente eres. Esperar es realmente inquietante, más aún en medio de este tiempo donde todos andamos con la inmediatez a flor de piel. 

Para empezar aclaremos algo: ¿vivir la castidad en el noviazgo es solamente no tener relaciones sexuales antes del matrimonio? La respuesta es no. Estamos muy equivocados si pensamos que solo se trata de eso, va mucho más allá. 

La castidad es una virtud que ordena la sexualidad humana hacia el amor. Así que cuando te encuentres ante la posibilidad de “probar la compatibilidad sexual” para afirmar que será un “matrimonio exitoso”, recuerda que como persona humana que eres, estás hecha a imagen y semejanza de Dios, no eres un objeto. Tú no estás para pedazos, migajas o pequeños momentos “felices”, tú estás hecho para algo mucho más grande: la santidad.

Nuestro testimonio:

Te contamos un poco de lo que vivimos nosotros. Si bien Diego sabía que estar conmigo era iniciar una relación camino al altar y de ahí derecho hasta la santidad, no fue así desde el principio. Teníamos solo 15 años cuando nos conocimos. 

Mientras mi sueño desde muy joven era casarme, guiada por el ejemplo de mis padres, para Diego, el matrimonio no estaba en sus planes y mucho menos era una prioridad. Para mí, Diego no era una “opción” para ser el amor de mi vida, éramos muy nuevos en la parroquia y por primera vez en la historia tuvimos nuestro encuentro personal con Jesús. Pasaron cinco años de una hermosa amistad hasta que nos enamoramos. 

A la primera le dije que si estaba conmigo era para casarnos. Créeme que si alguien te dice eso cuando estás empezando una relación, te espantas y sales corriendo. Y así fue. Diego estuvo a punto de irse corriendo (varias veces). El camino no fue fácil, tuvimos muchas caídas en medio de nuestros primeros años de enamorados. Éramos unos novatos que no tenían los conceptos claros, desconocíamos muchas cosas y aún nos faltaba forjar muchísimas virtudes, pero Dios siempre sabe cómo irrumpir tu comodidad y te da lo que necesitas. Así fue, nos regaló un retiro de confirmación al que fuimos como catequistas y en donde cambió la forma de mirarnos el uno al otro en 360°.

Hoy como esposos te damos estas 4 razones para esperar al matrimonio para tener relaciones sexuales:   

#1 La persona no es un objeto

Esta razón es fundamental. En este tiempo hemos dejado de ver a los demás como seres humanos y los hemos empezado a ver como objetos: estoy con tal persona porque me conviene, por placer, porque hay un buen encuentro sexual o simplemente para ver si somos compatibles en la intimidad. Si todo lo mencionado anteriormente no se cumple simplemente desechas a la persona, la descartas y le damos paso al siguiente y así sucesivamente. Confundimos el verdadero fin de esta entrega mutua: la unidad y la procreación. Con estos tratos dejamos a la persona grandes heridas de autoestima, miedos y en una búsqueda de afecto interminable.

#2 La unión conyugal es fiel, total, libre y fecunda

Algo que fue impresionante y lo aprendimos en nuestra preparación durante el noviazgo fue que el matrimonio es fiel, total, libre y fecundo. Es por eso que es donde se puede vivir al máximo esta entrega mutua entre los esposos. Hoy en día, estando casados, se lo confirmamos. Aquí lo increíble está en que no solo es una donación en el ámbito sexual, sino también en lo afectivo, lo emocional y lo espiritual, toda mi persona. En pocas palabras, no hay espacio para preguntarse: ¿después de esto me querrá? ¿Me dejará? ¿Acabará con la relación en caso no haya sido “bueno” este encuentro? 

#3 Tienes libertad para identificar si ese noviazgo te conviene

Cuando iniciamos una relación con otra persona y la basamos solo en la atracción física es muy difícil avanzar más allá. Bienvenido, acabas de fundar las bases de tu relación en algo que en algún momento se acabará. Si no pasas de la famosa etapa de la atracción andarás enfrascado en una realidad que realmente no deseas, pero de la cual tampoco se te será fácil salir. 

Una persona que lucha por todos los medios para vivir la castidad tiene mayor oportunidad de romper un vínculo afectivo basado en lo físico debido a que tiene claro qué es lo que merece y cuál es el fin de las relaciones sexuales. 

#4 La comunicación, la amistad y el conocimiento mutuo crece.

Cuando una pareja de enamorados vive esta espera hasta el matrimonio, mejora su comunicación. De esta manera, evitas que el placer sexual se convierta en la forma de acercarte y demostrar tu amor. Si este es el centro de tu relación, no estás ni el 1% de lo enamorado que crees. Una verdadera relación entre dos personas está basada en la amistad, la búsqueda de conocer al otro por medio de las conversaciones largas sobre temas personales, historia de vida, la realidad en la que se encuentra, etc. Descubriendo al otro en medio de sus cualidades, defectos, problemas y manías es que muchas personas se desencantan. Y donde otros tantos aquí se enamoran. Ante todo, pregúntate: ¿cómo “amar” algo que no conoces?

***

Forjar esta espera en particular no es fácil, requiere de un sacrificio diario, constante y la consciencia de que es por un bien mayor. Aprendamos a ver la etapa del enamoramiento/noviazgo como una oportunidad para conocer más a tu pareja, para analizar en concreto si esa relación te ayuda a crecer. No tengas miedo a esperar, créenos: Dios ya tiene una gran historia para ti, y si estás leyendo esto y no vives la castidad hoy, siempre hay un nuevo día para empezar. Reconócelo de corazón y has una lucha diaria para dejar de hacerlo, confiésate, vive los sacramentos y vuelve a empezar. Jesús está esperando por ti. 

Como dijo San Pio de Pietrelcina 

“Ora, espera y no te preocupes”

¡Esperamos sea de ayuda para ti!

Con mucho aprecio y cariño

Lorena y Diego

@quelamornosacompane.blog

Dejemos de consumir basura

Si nos encontramos en el camino de la pureza, es importante hablar de lo que vemos, del tipo de contenido que consumimos en nuestras series, películas e incluso en redes sociales. Lamentablemente estas manifestaciones del mainstream han legitimado conductas y percepciones de la realidad que hace tan sólo unos años provocaban el rechazo de buena parte de la sociedad.

Lo que ocurre es que, una vez que las hemos visto sin cesar en las pantallas, nos parece que estas conductas son normales o legítimas. Se ha establecido que son mucho más comunes de lo que se piensa, que son plenamente válidas y, en última instancia, que deben verse como inevitables. Al final, estamos sutilmente presionados a aceptarlas como ‘‘políticamente correctas’’.

Entonces, ¿qué podemos hacer para no perder la pureza en lo que vemos? Recordemos las palabras de Cristo: “Si tu ojo derecho te está haciendo caer, sácatelo y tíralo lejos; porque más te conviene perder una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno” (Mt 5, 29).

No: el fin no justifica los medios

“Es para una tarea”, “es sólo para pasar el rato”, “es que mis amigos la pusieron”, “es que está de moda”, “es para saber por qué es mala”…

Así tengas la más inocente intención en tu corazón, si sabes que algo no es bueno, ¡evítalo! Pregúntate si lo que verás te edifica, si te está haciendo crecer espiritual o intelectualmente, o si, por lo menos, no constituye una tentación que te hará perder la gracia.

No te expongas

Si ya te encuentras viendo una película o una serie que no tiene contenido valioso, sino que, por el contrario, te inquieta o te roba tu paz… ¡next! Insistimos en que no te hagas el fuerte: una imagen receptada por el cerebro es difícil de borrar. Toma su tiempo, y más aún si tu debilidad es la lujuria.

Por ello, no te expongas a escenas que sabes que perjudicarán tu pureza. Estas no sólo operan en tu consciencia, sino también en tu subconsciente.

Evalúa lo que has visto

Recuerda que, cuando hacemos el examen de conciencia, entre las preguntas que nos deberíamos hacer están las siguientes:

  • ¿Esta película me llevó a caer en actos y/o pensamientos impuros?
  • ¿Aprendí algo, saqué lección de vida, me enseñó algo que se asemeje a los valores cristianos?
  • ¿Es una película que podría volver a ver o recomendar?

Averigua sobre la película o serie que pretendes ver

Recomendamos ampliamente cinemanet.info. Allí podrás consultar películas y programas, y además encontrarás sugerencias de contenidos con valor. También puede interesarte formed.lat que cuenta con cientos de películas, programas, audios y libros católicos, así como muchas cuentas de Instagram que recomiendan contenidos culturales de valor.

***

Con esto no queremos decir que no veas la televisión o que no vayas al cine, sino que vale la pena reflexionar acerca de estos temas, porque todos los contenidos altamente sexualizados, sin valores familiares y con escaso valor cultural están de moda. Tal parece que lo distinto no vende, que tiene poca acogida y que hasta resulta aburrido: ¿es que no hay buenos programas?

El reto está en que hagamos de la pureza una tendencia: que no sea pasajera, sino que transforme el corazón. Veamos y difundamos los productos del talento que Dios ha puesto en algunos de sus hijos, quienes nos han regalado proyectos verdaderamente valiosos y de muy buena calidad. De paso, además de cuidar nuestra pureza, nos estaremos volviendo comunicadores del amor de Dios.

Para más consejos, puedes encontrarnos en @vivepuro

4 razones para evitar convivir antes de casarnos

Cada vez es más común ver parejas convivir antes de una boda. Si existen un amor consolidado con planes claros, un hogar donde vivir, independencia económica y muchos más factores positivos, ¿por qué no hacerlo? Pareciera que vivir juntos antes de celebrar un matrimonio no afectaría en nada. Sin embargo, el vivir separados puede ser la clave para que aquella celebración sea aún más especial. ¿Cuáles son los beneficios de vivir separados antes de casarse?

1. La ilusión nos sostiene en medio el caos

Después del compromiso, llega la hora de organizar el matrimonio, y es inevitable que empiece un carrusel de emociones, sobre todo si piensas en celebrar una fiesta. Primero todo es alegría y felicidad; pero conforme se acerca la fecha, se siente la presión: la falta de tiempo, la falta de dinero, la falta de un psicólogo…, entre otros.

En mi experiencia personal, entre tanto caos, la tentación de ver el matrimonio como un trámite estresante estaba presente. Sin embargo, la única ilusión, el único respiro, era pensar que pronto estaría junto a mi futura esposa, con quien nunca había convivido aún.

Aunque es bueno celebrar y poner esfuerzos para que el evento salga bien, hay que poner más esfuerzo para que haya ilusión por la pareja y un anhelo por la convivencia. El hecho de no vivir juntos aún permite todo lo anterior.

2. Marca un antes y un después

Es extraño celebrar un matrimonio cuando prácticamente ya vives como casado; tanto para uno mismo como para nuestros familiares o amigos. Algunos no saben si felicitarte, o si están acudiendo a una fiesta más.

En cambio, tener definida una fecha que cierra una etapa y empieza otra de manera clara y diferenciada hace que todo sea más especial. Se siente genuinamente la alegría de nuestro entorno, en los saludos, en las felicitaciones y hasta en los regalos. Pero, sobre todo, la pareja misma siente que ha logrado un hito en su vida.

Si ya se convive, es posible evaluar una momentánea separación. Incluso nuestro entorno sabrá el esfuerzo que se hizo para que el momento sea especial.

3. Aprovechas para implementar métodos naturales

¿Sabías que es posible vivir una sexualidad plena sin depender de inversión constante de métodos anticonceptivos? Con 99 % de efectividad, los métodos naturales te permiten planificar tu vida familiar, ya sea si estás postergando tener hijos o si los quieres tener pronto. La implementación en sí no tiene ningún costo: sólo necesitas una buena capacitación inicial. El objetivo es descubrir los días fértiles de la mujer, con la participación de su pareja. Podrías encontrar incluso casos de infertilidad para que se traten a tiempo, y muchos beneficios más.

Para ello es necesario observar un período mínimo de tres meses sin tener relaciones sexuales. Durante este tiempo se deberá registrar información y descubrir los tiempos fértiles.

Para quienes practican un noviazgo casto, esto no representa ningún problema. Sin embargo, es un reto para quienes conviven y duermen juntos todas las noches. Si se opta por la separación como tiempo de preparación para el matrimonio, además de alimentar la ilusión por la fecha, podrás aprovechar para implementar este método.

4. Te casas una vez en la vida: ¡hazlo especial!

Casarse es una experiencia de una sola vez en la vida. Ninguna otra celebración —ni si quiera la de un aniversario, ni siquiera un viaje por todo el mundo— se compara con esa fecha. Vivir separados antes del matrimonio lo hace aún más especial, y le da la importancia que debe tener. Convivir y luego casarse sería vivir más días de lo mismo.

¿Cómo lograr esto? Para quienes evalúan la convivencia antes de casarse, consideren que estarían quemando etapas. Siendo novios, no hay por qué tener responsabilidades de cónyuges antes de tiempo. El noviazgo es una etapa que tiene su encanto en sí misma. Para quienes ya conviven y consideran el matrimonio, no sería descabellado evaluar una separación momentánea.

***

Aunque para muchos pueda sonar una propuesta fuera de esta época, evitar la convivencia antes del matrimonio es una decisión que tiene un propósito y muchos beneficios. Solo es cuestión de proponerlo asertivamente a la pareja. En algunos casos, costará más que la pareja lo entienda. Entonces, no estaría mal proponerlo como un “NO negociable” antes de casarse. No se trata de una cuestión egoísta, sino de entender los beneficios que esa decisión trae para los dos.

Para más consejos, puedes encontrarme como @yoheigab

La falsa castidad

La castidad es una virtud. Y, como cualquier otra, requiere de hábitos. Y también, de pedir que te sea concedida. Las virtudes nos permiten perfeccionarnos para ser más felices. Y justamente la castidad es esa virtud que te hace dueño de ti mismo, de tus impulsos y de tus deseos, para poder amar mejor: primero a ti mismo, y después, a los demás. Entonces, ¿qué podría salir mal?

Nuestra errada comprensión de la castidad


El problema, por supuesto, no está en la virtud en sí, sino en cómo se la percibimos: hemos llegado a entender la castidad de un manera muy deformada y poco atractiva. Quizá se debe a nuestro contexto: a raíz de una cultura en la cual el placer sexual se ha ensalzado —en la cual el sexo se ha convertido en algo que “si te apetece, debes obtener; ya sea solo, o acompañado, y sin importar con quién sea”—, la castidad nos ha parecido represiva.

La virtud del amor

¡Pero no es así! Dios no nos ha creado con una sexualidad represiva ni negacionista. Nos ha creado con una sexualidad que llama a un amor pleno: no se trata de algo que cabe bajo el paraguas de un puritanismo extremo.

Quizá si desde jóvenes nos enseñaran que la atracción sexual es algo normal, y que simplemente hay que aprender a educarla por un bien mayor, la castidad se nos mostraría como lo que realmente es: la virtud del amor.

La castidad en las distintas etapas del amor


La castidad en el noviazgo llama a la espera de la entrega sexual. Pero no con miedo a ir al infierno si te tocas, sino con la idea firme de querer quererse con respeto, entendiendo las expresiones corporales en su esencia. Entonces, aunque cueste esa espera, existe un sentido para ella. Es positivamente retador.

La castidad en el matrimonio es la virtud de los amantes. Se manifiesta a través de una entrega plena, corporal y espiritual: en las relaciones y en la espera de estas. ¡En todo!

¿Qué pasa si entendemos mal la castidad?


Una consecuencia grave de entender mal la castidad es la dificultad para vivir la entrega corporal en el matrimonio. Es erróneo vivirla con vergüenza y con exagerado pudor, y esto se da especialmente en la mujer, que vive un sexo muy afectivo. Cambiar esto lleva tiempo y paciencia, pero se puede.

***

La unión sexual en el matrimonio refleja una comunión de amor semejante a la Trinitaria. ¿Por qué? Porque es el lugar pensado para que los esposos no solo se den el uno al otro con sus afectos y su espíritu: ellos también se dan uno al otro con su cuerpo, y con el regalo del placer físico que conlleva. Y este placer no es sucio, ni feo, ni culpable: es la fiesta del cuerpo que refleja la entrega de la vida.

Para más consejos, puedes seguirme en mi cuenta de Instagram: @evacorujo_letyourselves