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El noviazgo: un viaje mejor vivido sin prisas

En el recorrido de la vida, el noviazgo se asemeja a un peregrinaje lleno de descubrimientos, desafíos y crecimiento espiritual. Sin embargo, en nuestra era marcada por la inmediatez y la búsqueda constante de resultados rápidos, a menudo, nos vemos tentados a apresurar este hermoso proceso. Hoy quiero invitarte a reflexionar sobre la importancia de vivir cada momento en el noviazgo con calma y paciencia. Quiero invitarte a pensarlo como quien se adentra en un gran viaje hacia el amor verdadero.

Tiempo de discernimiento

En nuestra sociedad, el concepto de amor a menudo se ve distorsionado por la presión del tiempo y las expectativas externas. El ritmo frenético de la vida moderna nos impulsa a buscar gratificaciones instantáneas, incluso en el ámbito de las relaciones interpersonales. No obstante, el noviazgo, en su esencia, es un tiempo de discernimiento, de exploración mutua y de crecimiento tanto individual como en pareja.

Tiempo de conocernos más a fondo

Cada momento del noviazgo tiene su encanto y su propósito único. Desde el emocionante “¿quieres casarte conmigo?” hasta la profundización del compromiso. Cada momento nos brinda la oportunidad de conocer más a fondo a nuestra pareja, de cultivar la amistad y de fortalecer los cimientos de una relación duradera. Así, para poder disfrutar plenamente de este proceso, es crucial manejar la ansiedad del futuro y sumergirnos en el presente con gratitud y confianza en Dios.

Un propósito en el plan divino

En el libro del Eclesiastés, se nos recuerda: «todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora» (Eclesiastés 3, 1). La Palabra, nos invita a abrazar la temporalidad de cada momento del noviazgo. Nos propone confiar en que cada experiencia, ya sea de alegría o de desafío, tiene un propósito en el plan divino para nuestras vidas. Al adoptar esta perspectiva, podemos liberarnos de la presión del tiempo y permitir que el amor florezca de manera saludable y auténtica.

Un tiempo para fortalecer juntos nuestra fe

Una de las mayores bendiciones del noviazgo es la oportunidad de crecer juntos en la fe y en el amor de Dios. Al caminar de la mano de nuestra pareja, podemos fortalecer nuestra relación con Cristo. Así, nos nutrimos mutuamente en el camino hacia la santidad. En este sentido, el noviazgo se convierte en un viaje espiritual compartido, en el que cada desafío nos acerca más a Dios y nos ayuda a discernir su voluntad para nuestras vidas.


Por tanto, te invito a abrazar cada momento del noviazgo con paciencia y gratitud. Reconoce que el tiempo y el hoy es un regalo precioso que debemos aprovechar al máximo. Disfruta plenamente de este viaje, confiando en que Dios está guiando nuestros pasos y bendiciendo el amor. Confíen y dejen de vivir sin prisas. Con mucho aprecio y cariño.

Lorena y Diego @quelamornosacompane.blog

Le fui infiel a mi pareja, ¿se lo digo o no?

Cuando iniciamos una relación, todos soñamos con ser eternamente felices al lado de esa persona. ¿Quién no lo pensaría así? Planeamos momentos de gran gozo. Trazamos metas. Soñamos con un futuro lleno de alegría y de esperanza. ¡Cómo no! ¡Todos queremos vivir la vida al máximo!

Todo esto es bueno. Dios ha querido que seamos felices y nos despleguemos en el amor. San Juan Pablo II lo expresó en una ocasión diciendo que “el hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio” (Redemptor Hominis, No. 10, 1979).

Todo esto suena perfecto, sin embargo, en muchas relaciones de pareja, hay quienes atraviesan el dolor de haber vivido la infidelidad a sus compromisos con el otro. Esta situación causa mucho dolor en la relación. Quien comete la infidelidad podría preguntarse: ¿debo decirlo?, ¿es mejor callarlo y que no sepa y así evitar un conflicto mayor? Surge el miedo, porque no se sabe qué puede ocurrir. Aquí quiero regalarte algunos tips para hacer frente a esta dolorosa situación.

1- Reconoce aquello que duele

Es muy fácil resolver la cuestión de la infidelidad diciendo: “es mi culpa, no debí hacerlo. Todo lo eché a perder yo”. No obstante, partir de una mirada punitiva de lo ocurrido no resuelve las cosas, solo las agrava. Cuando he acompañado este tipo de procesos en consulta con pacientes, lo primero que les pregunto es ¿qué necesidades emocionales tienes?

Una persona nunca realiza un acto sin un fin. Muchas veces, lo que hay en medio de una infidelidad es una insatisfacción en la relación o un conflicto sin dialogar. Surgen, así, necesidades emocionales sin resolver. Se generan, por tanto, heridas. ¿Esto es una justificación y una carta abierta para seguir engañando al otro? Por supuesto que no, solamente nos ayuda a comprender qué está viviendo el otro, qué le ha impulsado a hacer tales actos.

2- Sé activo: busca ayuda pronto

Lo primero que puede aparecer después de vivir la infidelidad es la vergüenza. Es natural que pueda surgir esta experiencia. La vergüenza aparece cuando sabemos que, en el fondo, no hemos hecho algo bien. Así, nos puede generar culpa. Es comprensible, sin embargo, con culparte no vas a cambiar lo ocurrido, ni vas a avanzar más pronto en esta situación

Sé amable contigo mismo en este proceso. Por eso, lo mejor que puedes hacer es tomar una actitud proactiva en la situación y buscar una ayuda. Esto te permitirá conectar con tu emoción, complementando el primer punto. Reconocerás qué es aquello que te duele o que necesitas en este momento de la relación.

Dar el paso de pedir ayuda puede ser difícil, pues muchas veces hay cosas que no estamos listos para hablar o asumir en la relación. Los procesos psicológicos pueden ser confrontadores en ocasiones. No obstante, debemos recordar que Dios nos invita a vivir en la verdad. Por eso, no podemos dejar pasar siempre las cosas de largo por más que nos confronten.

3- Corta con el mal de raíz

Muchas veces, se nos vuelve difícil enfrentar el problema porque no cortamos con la raíz del asunto. Hemos recibido en consulta personas conflictuadas porque tienen a alguien más en sus vidas a parte de su pareja. En ocasiones, pasan uno, dos o tres meses de proceso y la persona sigue expresando sentirse mal. No toma la decisión de cortar con la tercera persona o de hablar con sinceridad con su pareja. Así, perpetuamos los problemas. Nos creemos nuestras propias excusas para no salir del conflicto.

Es verdad, no siempre es fácil asumir las cosas. Tenemos sentimientos. Todo toma tiempo. Sin embargo, si lo que queremos es salir de esta situación, no podemos actuar con ambigüedades en la relación.

4- Sé responsable afectivamente

Es verdad que, no siempre, somos del todo responsables de lo que acontece en la relación. Muchas veces es nuestra pareja quien no quiere abrirse más. Deja de ser más amoroso, sincero. Puede suceder que no sea más sensible al cambio de ciertos aspectos de su personalidad que nos hiere. Eso, poco a poco, va minando la relación.

Sin embargo, debemos estar atentos a ser responsables de todo aquello que venga de nuestra parte a la relación. Ese debería ser el proceder de ambos si queremos que todo avance bien sin herirnos. Ser responsable afectivamente significa velar por la otra persona, cuidar su integridad, su dignidad, no hacer nada que la hiera. Por ello, si en nuestro corazón sabemos que hemos fallado, es importante hacerse cargo.

5- Tómate un mayor tiempo para orar y pedir a Dios Su misericordia

Después de hacer algo que en nuestro corazón sabemos que no ha estado bien, o ha herido a alguien más, podemos encerrarnos en el dolor y creer que no hay nada más que hacer en la situación. Es importante pedir a Dios Su misericordia en este proceso, sabernos abrazados por el amor Paternal de Dios. También, acercarnos al sacramento de la reconciliación.

No podemos olvidar que la misericordia no es la carta abierta para seguir equivocándonos cuantas veces queramos, con el falso pretexto de que Dios lo perdona todo. Consiste en pedir a Dios su perdón frente a nuestros errores. A su vez, implica pedirle la fuerza necesaria para no volver a caer en las mismas actitudes contrarias a Su amor.

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En conclusión, el camino del amor siempre será el camino de la verdad, de la reparación. Siempre será necesario y justo decir a nuestra pareja qué ha ocurrido, de qué manera, con quién y cuántas veces, si se trata de una infidelidad. Es necesario recordar que, entre más transparentes seamos, más caminos habrá para rehacer aquello que se ha dañado por la falta cometida.

6 cosas que no debes hacer al terminar una relación

La experiencia de una ruptura amorosa puede ser un evento muy duro y desafiante en la vida. Es cambio emocional. La manera como decidimos enfrentarlo y procesarlo es crucial para nuestra salud mental y nuestro crecimiento personal. Cuando se atraviesa por una ruptura amorosa, es fácil caer en comportamientos no nos ayudan a sanar. Pueden prolongar nuestro dolor o, incluso, alejarnos de un crecimiento positivo. Aquí te comparto seis cosas que deberías evitar después de una separación.

1. Aislarte socialmente

La tendencia a aislarse, debido a la pena tras una ruptura, es comprensible. También, es una actitud problemática. El aislamiento total puede dificultar tu proceso de sanación. 

En el intercambio con otros encontramos consuelo y comprensión. Por lo tanto, hay que destacar la importancia de las relaciones genuinas para nuestro bienestar. 

Tips: mantén contacto con amigos, familia, personas que te apoyen en momentos difíciles. Reconoce la relevancia de la comunidad. Comparte tus sentimientos con personas de confianza. Permite que te ayuden en el proceso de curación.

2. Buscar venganza o guardar rencor

Es natural estar enojado o resentido con la persona que ha estado involucrada en la ruptura. Por eso, solemos, en esos casos, sentir la necesidad de hacer justicia. Sin embargo, actuar con venganza, por una supuesta compensación, o permitir que el rencor se apodere de ti, te causará únicamente más dolor. Es por ello que eso solo perpetúa el sufrimiento y te impide sanar. 

Tips: el perdón y la misericordia son fundamentales para la sanación propia y ajena. El perdón, aunque no siempre signifique reconciliación, es una práctica liberadora. Es una decisión personal que puede traer paz y permitirte avanzar hacia relaciones más saludables. Intenta ver la situación con comprensión. Busca liberarte de la ira que puedas sentir. 

3. Negarte a aceptar la realidad

Una ruptura amorosa, a menudo, implica una fase de negación. Nos aferramos a la esperanza de que todo vuelva a ser como antes. Es fácil centrarse en los buenos momentos y olvidar los desafíos que condujeron a la ruptura. 

Tips: la aceptación es crucial en el proceso de duelo. Debemos entender la importancia de reconocer la dignidad propia y de la otra persona. Acepta la realidad. Avanza con respeto y honestidad. Recuerda que toda la verdad nos permite aprender y seguir adelante con sabiduría. Reflexiona con sinceridad sobre la relación. Reconociendo, reflexionando, tanto las alegrías como las dificultades y qué aprendizaje te pueden dejar.

4. Caer en vicios o hábitos autodestructivos

Tras una ruptura, algunas personas buscan alivio en conductas nocivas. Algunas de ellas son el consumo de alcohol o de drogas, el exceso de comida, la promiscuidad, entre otras. Esto se debe a que el inconsciente cree que así llenará el vacío. Sin embargo, estos comportamientos solo brindan alivio temporal y dañan la dignidad y el bienestar. Aumentan la ansiedad o la depresión. 

También resulta tentador revisar constantemente las redes sociales de tu expareja. Esto suele llevar a más dolor y confusión. El exceso y la obsesión impiden enfocarse en la sanación, el crecimiento y el avance personal. 

Tips: optar por enfrentar la adversidad de forma saludable es crucial para un cambio sostenido y alegre. Toma un descanso de las redes sociales. Evita hábitos nocivos con el fin de dedicarte a actividades constructivas. Ello te puede ayudar a reconstruir tu vida y tu amor propio.

5. Alejarte de ti mismo

Una ruptura casi siempre es un golpe bajo a la autoestima. Por esto, tendemos a ser negligentes con nuestro bienestar físico, mental y espiritual. Se debe a que no nos sentimos merecedores de amor. Tampoco, merecedores del amor a nosotros mismos. Muchas veces sucede por una culpabilidad mal asumida. 

Tips: el autocuidado es esencial para el desarrollo personal. Es importante atender nuestro cuidado integral. Dedica tiempo a actividades que te nutran en tus tres componentes vitales. Algunas de ellas pueden ser: hacer ejercicio, comer sano, descansar adecuadamente, hacer alguna expresión artística. No niegues, ni reprimas, ni juzgues tus emociones. Si necesitas llorar o gritar, hazlo en un entorno seguro. Dedica tiempo a la oración, a tu vida interior. 

6. Precipitarte a una nueva relación

Buscar rápidamente una nueva pareja para vengarte, llamar la atención de tu ex, llenar un vacío o mitigar el dolor, resulta una solución temporal que puede obstaculizar el proceso de curación necesario. El dicho «un clavo saca otro clavo» es engañoso. Intenta sacar un clavo con otro y verás la frustración o el desastre. 

Tips: fomenta tu desarrollo personal antes de buscar satisfacer tus necesidades en otra relación. Dedica tiempo a conocerte y entender tus aspiraciones y valores. Al invertir en tu crecimiento, te prepararás para una futura relación saludable y satisfactoria.

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Una ruptura puede parecer el fin de un capítulo importante o incluso del mundo entero. A su vez, es una oportunidad de crecimiento personal y espiritual. Sigue estos consejos para superar el dolor. Encontrarás alegría y verás mejor el sentido de tu vida. 

Recuerda que es normal buscar ayuda si te sientes abrumado. El apoyo de tus seres queridos y de expertos profesionales es crucial para tu proceso de recuperación emocional. 

La ruptura puede catalizar un profundo crecimiento personal y espiritual. Puede conducirte a una renovada fortaleza y autoconocimiento. Redescubre la alegría de vivir antes de compartir tu vida en pareja.

«Love, Rosie» y la Teología del Cuerpo

La frase: “intenta actuar como si hubieras visto algo en ella que nadie mas vio… Por ejemplo, su alma” aparece al inicio de esta comedia romántica. Se la dice Rosie a su mejor amigo, Alex, a modo de consejo, para conquistar a otras chicas. En verdad, es ella la que quiere ser conquistada y vista. Se muestra de forma única, desnuda tal y como es, frente al amor de su vida.

El consejo más importante

Love, Rosie es la historia de dos mejores amigos. La acción ocurre en Inglaterra. Cuenta los fallidos intentos de formar una pareja entre ellos. Cuando los dos finalizan sus estudios escolares, deciden irse juntos a experimentar la vida universitaria en Estados Unidos. Sin embargo, sus planes cambian cuando Rosie queda embarazada, fruto de un encuentro con otro hombre. Ella queda sola con su hija en Inglaterra, retrasando sus estudios. Falla el matrimonio con el padre de la bebé. Por otro lado, Alex viaja para comenzar la universidad en el nuevo continente. Se casa con la chica más bella y superficial de su antigua escuela.

Los dos protagonistas bien podrían haber escuchado el consejo inicial de la película: buscar a alguien que vea en ellos lo que nadie más ve, su alma desnuda, su irrepetible identidad. San Agustín lo expresó así: el deseo más profundo del corazón humano es ver al otro y ser visto por la mirada amorosa del otro (Cf. Sermón 69, 2-3). Constantemente, los protagonistas buscan con quien desnudar su alma y se conforman con desnudar su cuerpo. 

La desnudez del cuerpo expresa la desnudez del alma

No es que la desnudez del cuerpo sea algo malo en sí. Por el contrario, cuando desnudamos nuestro cuerpo frente a otro, el deseo más profundo es el de ser amados y aceptados tal y como somos. La desnudez del cuerpo expresa la desnudez del alma. Lo que los protagonistas buscan durante toda la película es eso. Así, no se conforman con la desnudez de sus cuerpos frente a quienes no los aman realmente.

Este anhelo de ver y ser vistos se remonta al Edén, a la forma original de mirar, sobre la que Juan Pablo II reflexionó en su Teología del Cuerpo. Como lo expresó el Papa, el primer hombre y la primera mujer “se ven más plena y claramente que a través del sentido de la vista mismo”. Se ven con una “mirada interior” (Cf. TDC 13,1). Esta mirada ve dentro del otro y crea un vínculo profundo de paz e intimidad.

Cuando Rosie se da cuenta que sólo gozaba de esa paz con la mirada interior con su amigo Alex, emprende un apresurado viaje a los Estados Unidos para intentar reconquistarlo. Acompañando el efecto que muestra que ella recupera la capacidad de ver realmente, suena la canción “Suddenly I see” (“De repente veo”) de la cantante KT Tunstall. Ahora la protagonista puede advertir su profunda dignidad personal, su deseo de ser amada y de amar.  Este anhelo nos conduce a no ser usados ni a usar a los demás como si fuesen objetos para conformarnos con conseguir algo similar al amor.

Amar, usar y los sueños

Curiosamente, cuando Alex y Rosie se reencuentran, él le cuenta a ella que tuvo un sueño. Los sueños de Alex solían ser raros porque él siempre aparecía en ellos simulando ser un objeto. Sin embargo, en ese momento, era la primera vez que Alex se veía a sí mismo en un sueño como una persona. Se contemplaba a sí mismo parado frente a Rosie e invitándola a bailar.

Cuando confundimos el amar con el usar, somos tratados y tratamos a los demás como objetos para ser utilizados y reemplazados. Por el contrario, el verdadero amor es lo que nos permite ver a los demás en su dignidad de persona única e irrepetible y entablar una relación en consecuencia. 

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Concluimos recordando, entonces, a propósito de Love Rosie que el amor es lo contrario al uso. Cuando amamos, contemplamos la dignidad de las personas amadas. Las sabemos únicas e irrepetibles. Esta mirada ve dentro del otro y crea un vínculo profundo de paz e intimidad. Entonces, “intenta actuar como si hubieras visto algo (…) que nadie más vio” cuando estés con tus personas amadas.

(500) Días con ella: idealización y desencanto del amor

Cosa rara es el amor, queridos amigos. Es el motor mismo de nuestra existencia y, aun así, sabemos tan poco. Ha impulsado algunos de los actos más heroicos y ruines de la humanidad y parece que sigue siendo un misterio. Lo oímos en canciones, en películas, en libros, pero ¿de qué estamos hablando?

“¿Amor? ¿Qué significa?” es una de las principales interrogantes que conforman a aquél clásico del nuevo siglo titulado (500) Días con Ella. Comprendo que esta película peca de libertina en ciertos aspectos, lo que, lamentablemente, le impide ser apta para todos. Pero insisto en que su conclusión resulta siendo bastante tradicional (aunque tal vez, no intencionalmente). Por eso, vale la pena rescatar el planteo principal de su historia: una idea riquísima y espléndida para escribir un modesto artículo acerca del idealizado y desencantado amor.

“Esta es la historia de un muchacho que conoce a una muchacha”

Así comienza (500) Días con Ella. Pero no se emocionen tanto los románticos enamorados. Esta no es una historia de amor.

Estrenada en 2009 y dirigida por Marc Webb, esta comedia romántica indie nos habla de un tal Tom Hansen que acaba de cortar con su pareja, Summer Finn. Esto lo lleva a replantearse su comprensión sobre el amor y las relaciones ¿Cómo se conocieron? ¿Cómo se llevaban? ¿Por qué cortaron? ¿Cuáles eran sus expectativas? Destino, tarjetas de San Valentín, arquitectura, y The Smiths. Marc Webb nos invita a un recorrido a lo largo de una catástrofe de 500 días.

“Ella solo amaba dos cosas en la vida…”

“Ella solo ama dos cosas en la vida: su largo cabello negro, y con qué facilidad puede cortarlo sin sentir nada”. Summer Finn era una muchacha. Promedio, aunque distinta a las demás muchachas promedio. Es eso que ha pasado a ser denominado culturalmente como “el efecto Summer”. Una chica que, a pesar de no destacarse físicamente sobre las demás, cuenta con cierto encanto natural que le hace imposible pasar desapercibida por el sexo opuesto.

En la película, Summer ocupa el papel del amor sin compromiso. Ha tenido varias relaciones en su juventud, de distintas variedades, en busca de disfrutar y vivir nuevas experiencias. Más aún, desde que sus padres se divorciaron, simplemente “no cree en el amor”. Está en absoluto desencantada.

A pesar de abrir su corazón a Tom, ella tiende a evitar el apego y se rehúsa a forjar un vínculo afectuoso sólido. Es emocionalmente inmadura. Al aburrirse de la relación, su primer impulso es terminarlo todo. En una secuencia, se le pregunta por qué sus relaciones pasadas no han funcionado, y se limita a responder: “es lo que siempre pasa… es la vida”.

No solo le ha roto el corazón a Tom. Lo ha hecho polvo. Por estas razones, Summer ha pasado a la historia del cine como “la mala de la película”.

“Él creía que solo podía ser feliz de un solo modo…”

“Él creció creyendo que jamás podría ser feliz hasta conocer a la elegida”. Tom Hansen era un muchacho. Aunque estudió arquitectura y tenía una agudísima perspectiva de la armonía, se decidió por trabajar en una compañía que diseña tarjetas de regalo, o como dice él, “poniendo en la boca de las personas lo que ellas no se animan a decir, a través de un pedazo de cartón”.

Pero Tom no estaba preocupado por progresar en sus metas profesionales, ni por responder a su vocación. Las películas, la música pop y las tarjetas de San Valentín habían forjado en él un ideal: la chica indicada. Su única expectativa de felicidad se basaba en la muchacha de sus sueños. Aquella a la que le gusten las mismas cosas que él, con la que pueda estar alegre todo el tiempo y pasar el resto de su vida. La creencia de que a cada persona le espera su alma gemela.

Para este muchacho, coincidir con Summer solo pudo significar una cosa: el destino. Pero si es así, ¿por qué terminaron? Es lo que no puede entender. Por esas razones, Tom ha pasado como “la víctima” de la historia.

¿Qué no entendía Summer?

El amor no es una virtud, como muchos capaz creerán. El amor es un afecto. Es la atracción natural hacia el bien. Pero como todo afecto, puede educarse y moderarse, forjándolo en la virtud. Y una de las muchas cosas que implica el amor virtuoso, es la constancia. 

Cuando el afecto amoroso madura, debe evolucionar más allá de la mera satisfacción momentánea, para convertirse en una búsqueda profunda y habitual de la persona que amamos. La virtud deja de lado aquellos bienes que “se usan y se tiran”. Apuesta a construir un compromiso firme con ese amado.

Summer se pregunta: “¿Qué significa esa palabra? Yo he estado en varias relaciones, y nunca me he enamorado”. Nunca se había enamorado porque nunca había comprendido el “amor” más allá del afecto. Para ella, cuando el sentimiento ya estaba satisfecho, todo terminaba. Entonces, llegaba el momento de “buscar otro amor”.

Visto de esa manera, es entendible porque se encontraba totalmente desencantada. Al ser un afecto, no hay que esperar que dure para siempre. Tarde o temprano se apagará. Por eso, ese “amor” del que nos hablan las canciones, las películas románticas y los libros no es más que una fantasía.

¿Qué no entendió Tom?

Nuestro protagonista vivía con una concepción idealizada. La música y las películas habían formado en él la idea de un “amor destinado” y de “almas gemelas”, y solamente porque los dos se gusten y coincidan en superficialidades. Eso se ve en una de las escenas más duras en donde, a través de dos pantallas, las expectativas del joven son comparadas con la realidad.

En otra secuencia, una amiga suya, Rachel, que es la voz de la razón en la película, le dice “Solo porque le gusten las mismas basuras que a ti, no la hace tu alma gemela”. Pero él prefiere no escucharla. 

El amor virtuoso entre dos personas no es solo un compromiso. Una virtud implica una adecuación de la razón a la realidad. El amor virtuoso es un amor realista. Entiende bien cómo son las cosas. Comprende qué puede esperar sin idealizar a la otra persona. Por eso, decimos que es una búsqueda profunda. No le basta conocer superficialmente. Es un descubrimiento serio y cada vez más íntimo de ese bien amado. De ahí surge la frase “solo se ama (bien) lo que se conoce (bien)”.

***

¿Summer era la mala? ¿Tom era la víctima? Lo cierto es que ambos son las víctimas. Víctimas de un mundo que no les ha enseñado la verdadera naturaleza del amor. No les ha inculcado la virtud, condiciones en las cuales lo único que podemos esperar son corazones inmaduros y egoístas. 

Summer era inmadura y egoísta, porque veía, a las relaciones amorosas como un placer momentáneo. Tom era inmaduro y egoísta, porque veía las relaciones amorosas solo buscando hallar su felicidad.

¿Eso lo dice la película? No directamente. Pero, en definitiva, su idea coincide con lo que este artículo busca remarcar: se ha perdido el sentido. Una relación no es como observamos en las películas. No hay almas destinadas a estar juntas. La felicidad no nace cuando se encuentra a la persona indicada. La vida feliz solo tiene una base: construir la virtud en nuestros corazones. Solo de este modo forjaremos un amor real y perdurable. En palabras de un filósofo: “no hay más amor que el que se construye”. Pero ¿Cómo iban a saberlo Summer y Tom? Una muchacha inmadura que no estaba dispuesta a construir, y un muchacho inmaduro que creía que ya estaba todo construido.

Soy Juani Rodriguez pero @decime.negro

Consejos para rezar en pareja y no morir en el intento

Ser esposos en el mundo actual es todo un reto. Cada vez más, la sociedad se convierte en un lugar de ruido, con ocupaciones externas. Estas ocupaciones ciertamente tienen una razón de ser en la vida familiar y conyugal. No obstante, terminan por asfixiar muchas veces la vida espiritual. Dios, como buen Padre que es, siempre buscará hacer visible su rostro de amor en medio de las más habituales tareas del día a día, para llamarnos a la conversión. 

Para poder recibir el pan de cada día, como bien lo enseña Jesús en el Padre Nuestro (Lc. 11,2-4), es necesario aprender a entrar en ese diálogo de amor con Dios. Infaliblemente, desde el principio de la Creación, Dios vio al hombre. Conociéndolo en su más profunda esencia, no juzgó bien que estuviera solo. Entonces, eligió hacer una ayuda idónea para él (Génesis 2:18).

Como somos personas, es parte de nuestra naturaleza que otro nos muestre quienes somos. A cuántos no nos ha ocurrido que a partir de una experiencia vivida o de un comentario ajeno, conocimos algún rasgo de nuestra identidad. De igual manera, esta dinámica ha estado presente desde el principio, es así que cuando el hombre mira a la mujer, es que logra entender la razón de ser de su masculinidad. 

Por tanto, la espiritualidad masculina y la femenina están llamadas a complementarse y servirse mutuamente. Ciertamente, esa complementariedad no es automática, como a veces se cree. Para que podamos llegar a complementarnos como Dios nos ha invitado a hacerlo, es necesario que el hombre aprenda a entrar en diálogo con la mujer, para así descubrir la razón de ser de sus anhelos propios, y la mujer, igualmente, con el hombre.

De acuerdo con esto, la oración mutua que puedan realizar los esposos no debe ser una regla. No debe ser, tampoco, el único espacio de oración que puedan tener. Puede orientarse de tal modo que conduzca a ambos a vivir esa real complementariedad, a la cual han sido llamados desde el inicio.

Muchas veces este espacio de oración en pareja no se realiza. No se sabe qué hacer en ese momento. Nunca te lo enseñaron, o nunca lo viste necesario. Queremos darte cinco tips para que rezar juntos para que puedan sacar el máximo provecho de esta aventura

1. Conozcan cómo le gusta a cada uno hablar con Dios

Cuando se trata de empezar a tener una rutina de oración en pareja, tal vez uno de los primeros obstáculos que se encuentran son los diversos modos como a cada quien le gusta entrar en diálogo con Dios. Hay quienes buscan más el silencio. Otros prefieren poner música. Algunos eligen hacerlo en la sala de su casa. Están los que escogen hacerlo frente al Santísimo Sacramento. Todas estas diferencias no deben ser motivo de discusión o escándalo entre la pareja. ¡Todo lo contrario! Esto nos habla de la riqueza que hay en cada uno. 

Ciertamente, Dios mismo conoce esta realidad y nos invita a la comunión en medio de nuestra complementariedad. Dicha complementariedad también se da en el ámbito espiritual. Por eso, es importante conocer y explorar la espiritualidad del otro, como así también, poder conversar sobre ese asunto.

2. Hagan de la oración un momento divertido

En la misma línea del punto anterior, recordemos que cada quien entra en diálogo con Dios de un modo en particular. Por eso, es importante que no asociemos la oración solamente con un momento de silencio o de vacío.

Pensemos siempre que cuando rezamos, tenemos un momento de diálogo con Dios. Él es quien toma la iniciativa siempre, pues es Dios quien nos ha amado primero (1 Jn. 4, 10). Muchas veces, hemos tenido la sensación de estar ante un juez y no tanto delante de un Padre que nos ama. Por ese motivo, es importante también sabernos amados. Si hay heridas en nuestra comprensión de Dios por los motivos que fuere (ideas distorsionadas que nos han dado, heridas con nuestros padres, miedos, etc.) podemos sanarlas, para que esto no sea más un obstáculo para nuestra oración.

3. Preparen algo para sorprender el otro

Nuestro Dios es el Dios de las sorpresas. Siempre sale a nuestro encuentro para amarnos y sorprendernos. Sería bonito que cada quien pensara en el otro, según las circunstancias en las que se encuentren. 

De ese modo, también, que piense: ¿cómo puedo iluminar este momento de su vida en la oración? Tal vez algún pasaje del Evangelio, algún escrito de un santo o un apartado de un libro puede iluminar el momento de oración y hacer que este tenga un mayor sentido para ambos. 

Cuando llegue el momento, pueden leerlo, cada uno meditarlo en silencio y, al final, compartir ¿Qué me ha dicho Dios con esto?, ¿Cómo ilumina esta Palabra o este fragmento del libro mi vida en este momento? Así, seguramente, Dios se valdrá de esta situación para suscitar en el corazón de ambos lo que les quiere regalar.

4. Disposición del lugar y del corazón para el momento

Otro elemento fundamental, es la disposición del lugar y del corazón para ese momento de oración. Recordemos que el cuerpo también participa de la oración. Si no estamos en un lugar que invite al recogimiento interior, silencioso, será difícil. Si nos encontramos en un espacio que tenga muchas distracciones externas, posiblemente no vamos a sacar el mejor provecho de ese momento. 

Es importante que el lugar de oración sea silencioso, ojalá en ese momento solamente haya elementos que nos remitan a Dios: Un crucifijo, una imagen religiosa, una imagen de la Santísima Virgen María, o de tu santo de devoción, etc. 

Asimismo, la disposición del corazón es fundamental. Si llegamos a la oración cargados de las tareas del día, con agobio, o pensando en las cosas pendientes que aún nos quedan, ciertamente, esto distraerá del interior. Buscar la estrategia adecuada es fundamental si lo que queremos de fondo es poder estar totalmente presentes en la Presencia de Dios.

5. Pregúntense: ¿cómo Dios hoy nos ha hablado?

Algo que recomiendan los grandes santos de la Iglesia es la práctica diaria de la Presencia de Dios. En ese sentido, preguntarme: ¿cómo me ha hablado hoy Dios?; ¿A través de quién o que circunstancia? Es fundamental: Dios habla y habita en el silencio. Con esto en mente, nuestro Padre irá mostrando, poco a poco, el camino que les invita a recorrer como pareja.

***

En conclusión, la oración en pareja es un momento de mucha libertad. Allí, Dios les querrá hablar y manifestarse de algún modo en particular. Descubrir el modo que cada uno tiene para rezar y para entrar en ese diálogo amoroso con Dios es fundamental para sentirse libres y en comunión. Disponerse interior y exteriormente para este momento será imprescindible para que se saque el máximo provecho. Es importante que el entorno exterior esté bien dispuesto para contribuir a las disposiciones interiores del alma para ese momento.

10 planes para probar en pareja

Arrancamos este año, y seguro que vas en medio de un día a día acelerado. Encontrar tiempo de calidad para pasar con tu pareja puede ser un desafío. Seguro, uno de los más retadores. Sin embargo, es crucial cultivar la conexión y la diversión en una relación. Lo es, especialmente, para fortalecer la comunicación, la admiración y el amor en lo cotidiano.

Si realmente se quiere una relación saludable, está más que claro que solitos no podemos. Tiene que haber un equilibrio integral de toda nuestra persona. Aquí proponemos un top 10 de citas divertidas para parejas, para realizar en el 2024. Recuerda: todo depende de la predisposición y buena voluntad para que cada cita sea un 100.

1. Servicio voluntario

Trabajar juntos en proyectos de ayuda, servicio voluntario. Lo increíble es que les permite vivir su fe a través del servicio a los demás. Por ejemplo, colaborando en retiros, jornadas, o en voluntariados, en hospitales, albergues, entre otros.

2. Excursión de un día

Planea una excursión de un día (full day) a un lugar cercano que ambos disfruten. Puuede ser la playa, las montañas o un pueblo pintoresco. Pasen el día explorando, haciendo caminatas y descubriendo nuevos lugares juntos. Capturen y compartan las mejores vistas. 

3. Retiro espiritual

Programar un retiro espiritual en pareja proporciona un tiempo dedicado para afianzar la relación con Dios. También, para conocerse más entre ustedes. Es decir, lo ideal sería desconectarse de la rutina para conectase entre sí y con Jesús. Será un buen plan.

4. Noche de fogata y marshmallows

Enciendan una fogata en el patio trasero o en la playa. Disfruten de una noche romántica junto al fuego. Hagan malvaviscos, cuenten historias, anécdotas. Compartan un tiempo de calidez en compañía del otro. Estos momentos son buenos para preguntase más y conocerse. 

5. Picnic en el parque 

Prepara una cesta de picnic con bocadillos y bebidas favoritos, y dirígete a un parque cercano para disfrutar de una tarde al aire libre juntos. Pueden ver su serie favorita, hacer una caminata corta o simplemente relajarte y disfrutar del entorno y de la compañía del otro. 

6. Noche de karaoke en casa 

Organiza una noche de karaoke en casa con tu pareja. Elijan sus canciones favoritas. Prepárense para cantar a todo pulmón. Diviértanse entre risas y melodías. No importa si cantan canciones sufridas sin estar sufriendo, lo importante es compartir. 

7. Cocinar juntos

Inicien comprando todos los ingredientes de un platillo completamente nuevo. Busquen que se vea delicioso. Disfruten el proceso. Después, degusten la deliciosa comida que han preparado.

8. Noche de baile en casa

Elijan la casa de uno de los dos y muevan los muebles. Pongan su música favorita. Pasen la noche bailando juntos en casa. No importa si son buenos bailarines o no. Lo importante es divertirse y disfrutar el momento juntos.

9. Paseo en bicicleta con atardecer

Monten bicicletas juntos. Disfruten del paisaje mientras contemplan la brisa del mar o del campo. De paso, hacen ejercicio en compañía. Solo lleven su botella de agua. No paren hasta ver cómo el atardecer los abraza. Acompáñense en silencio. 

10. Scape Room

Este es una nueva cita que realmente nos ha encantado. De todo el abanico de opciones, elegimos ser policías que resolvían un caso en el lugar del crimen. ¡Fue increíble! Cuiden lo que ven, lo escuchan y sepan elegir la temática. Este cuarto de escape desarrolla todos tus sentidos por medio de pistas. ¡Disfruten!

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Las citas en pareja no solo son momentos de diversión y conexión. También desempeñan un papel crucial en la salud y el bienestar de la relación. En nuestro mundo moderno, las demandas de la vida profesional, laboral, y demás, pueden ser abrumadoras. Reservar tiempo para compartir experiencias significativas con nuestra pareja es esencial.  Fortalece el vínculo real. Desarrolla la buena comunicación. 

No tengan miedo, a salir de la rutina. Lo merecen. Construir una relación saludable es responsabilidad de ambos y de todos los días. Estas citas divertidas en pareja les permitirán pasar tiempo de calidad juntos. Además, crearán recuerdos inolvidables. Afianzarán su relación.

¡Esperamos se diviertan!

4 consejos para vivir bien tu relación

El futuro nos ilusiona a todos, ¿a quién no? Pensar en una vida que viene, en los años que siguen, según el momento del ciclo vital, nos puede generar expectativa, y a veces ansiedad. Pero nos trae también una gran ilusión por las sorpresas que nos traerá Dios con los años que están por venir. 

En algún momento del camino, cuando nuestro amor va madurando, nos planteamos la posibilidad de casarnos, de construir una familia, un futuro y, una vida juntos. Pero, ¿qué cosas debemos considerar para tomar nuestra relación en serio y mirar al matrimonio? Aquí les queremos compartir algunos consejos.

1. Valoren el tiempo

Algo que hoy día nos pasa es que  pareciera que no tenemos tiempo para nosotros. Tenemos tiempo para todos, menos para trabajar nuestra relación. Pensemos por un segundo: ¿cuánto tiempo invertimos estudiando? ¿Cuánto tiempo pasamos trabajando? ¿Cuánto tiempo perdemos en cosas secundarias? 

El tiempo perdido es mucho. Sin embargo, pasan los días, las semanas, los años y no invertimos el tiempo necesario para hacer crecer el amor en nuestra relación. El tiempo que tenemos antes de casarnos es ideal para conocer al otro y poner los cimientos sobre los cuales se va a construir la vida matrimonial.

Es verdad que hay un futuro sobre el cual ponemos nuestras esperanzas y por el cual nos ilusionamos. Sin embargo, es en el presente —y solo en el presente— donde realmente podemos intervenir y construir lo que anhelamos para mañana.

2. Maduren la vocación y la relación

Entender lo que significa ser esposos, la vocación a conformar una familia, y así madurar la relación de pareja, toma tiempo. Es algo que hay que hacer sin angustiarnos, y con mucha paciencia, siendo conscientes de lo que hacemos.

Muchas veces queremos que nuestra relación dé un fruto determinado de paciencia, caridad, perdón, castidad, etcétera. Sin embargo, no nos tomamos el tiempo para sembrar buenas obras interiores y exteriores que conduzcan a esas virtudes. 

La vocación se madura con oración y con la práctica diaria. Requiere que asimilemos en oración el llamado que Dios nos ha hecho cuando nos invitó a seguirlo en la vocación al matrimonio. 

Pensemos bien, ¿entendemos qué significa ser una sola carne? ¿Tomamos consciencia a diario de aquello que vamos a prometer en nuestros votos matrimoniales? Es importante entender que no podemos pretender tener un matrimonio fuerte como un roble desde el inicio. Es en el acontecer diario, en el conocimiento del otro y en la práctica de las virtudes cristianas donde poco a poco va madurando la semilla del amor entre los esposos y se va aclarando el camino.

Todo este proceso de crecimiento y maduración es acompañado por Dios mismo, quien es Aquel que nos llama a seguirlo en esta vocación tan admirable. Por eso, es necesario abrir el corazón para escuchar en el silencio de nuestro interior el modo particular como Dios nos llama a ser esposos.

3. Vivan en la verdad

Un elemento fundamental será siempre que las acciones y decisiones que tomemos enfocados en el matrimonio conduzcan a expresar lo que nosotros somos realmente. Muchas veces nos hemos puesto máscaras en nuestra vida, o hemos asumido roles para sentirnos amados, aprobados, pertenecientes a un grupo. 

Si queremos que el amor en el matrimonio madure y nos haga sentir plenos, es importante relacionarnos sin máscaras desde el noviazgo. Cuanto más pretendemos mostrar algo que no somos o pretendemos cambiarlo, más le ponemos máscaras a nuestra relación.

Es importante ver detrás de los acontecimientos diarios —de los miedos, los anhelos, las búsquedas del otro— una identidad, una persona que Dios ha querido llamar a la vida. Y es esa persona —con sus heridas, vicios y virtudes, con su historia y sueños más profundos— la que estoy invitado a amar.

4. Déjense acompañar

Es necesario dejarnos acompañar por alguien que nos dé las herramientas adecuadas para asumir este momento de la vida: un director espiritual, un psicólogo con apertura a la fe, un grupo eclesial, etcétera.

Esto es importante para que mi relación se pueda nutrir y poco a poco se vaya abriendo al nuevo momento de vida que vamos a vivir. El noviazgo es un camino para hacer sólido y real el amor que Dios nos llama a vivir.

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En conclusión, el amor nos invitará siempre a una acción —exterior o interior— donde yo pueda irme abriendo a la experiencia de comunión con el otro. Y es necesario dejar que ese amor vaya madurando con los medios adecuados, acogiendo con consciencia los diferentes momentos que atravesamos en la relación. Así, cuando ese amor se haga concreto en el altar el día de nuestro matrimonio, tendrá la madurez y la solidez para sostenerse.

4 consejos para una relación sana

El noviazgo es un viaje emocionante que involucra crecimiento personal, trabajo en equipo y compromiso mutuo. Mantener una relación sólida y saludable requiere esfuerzo, comunicación efectiva y un entendimiento profundo entre ambas partes. 

En esta etapa hay mucho por aprender, descubrirse y seguir conociéndose. Para nosotros, el camino no fue fácil, pero lo que marcó la diferencia fue reconocer que no íbamos solos. Sufrimos muchos obstáculos, perdimos y ganamos en muchos momentos, pero nada nos quitó el anhelo que Dios había puesto en nuestro corazón de la vocación al matrimonio. 

Hoy compartimos con ustedes cuatro claves fundamentales que pueden ayudar a cultivar y mantener un noviazgo sano.

1. Comunicación Transparente y Empática

La comunicación es la base de cualquier relación. Ser honesto, claro y directo con tu pareja es esencial. La habilidad de expresar tus pensamientos, emociones y preocupaciones de manera respetuosa, así como la disposición para escuchar activamente a tu pareja fortalece la conexión. 

La empatía desempeña un papel crucial. Esta consiste en ponerse en el lugar del otro para comprender sus sentimientos. Esto no es fácil, pues ambos vienen de familias y realidades completamente distintas. El esfuerzo por ser empático fomenta la comprensión mutua.

2. Vivir en Castidad

En su numeral 2350, el Catecismo dice: «Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. 

Para las parejas que realmente se aman, el noviazgo es un tiempo que prepara algo muy grande y santo: el matrimonio y la familia. No debe vivirse a la ligera, con actitudes vanas de búsqueda de placer y diversión. 

Por el contrario, los novios deben de entender que su noviazgo es como el Seminario que prepara a los que van a ser sacerdotes; o como el Noviciado, que forma a las personas que han sido llamadas por Dios para consagrarse a Él en la vida religiosa. Vivir esta virtud dota a la persona de solidez en su voluntad y de dominio en sí mismo. 

3. Vivir los sacramentos

En esta etapa —y también en todas las demás— estamos llamados a vivir los sacramentos. Como preparación para el matrimmonio, en el noviazgo es realmente importante poner como prioridad la relación con Dios. 

Vivir la Eucarística y la reconciliación en todo momento ayudará a que, como novios, no perdamos el norte, no olvidemos hacia dónde vamos, y no cambiemos la santidad por bienes terrenales. Habrá muchos obstáculos, muchas dudas, muchos miedos, pero si tienen el norte bien puesto, por más que pase un gran ventarrón, ambos se mantendrán sólidos en su decisión de seguir caminando juntos al matrimonio. Recordemos que solo con nuestras fuerzas no podremos. 

4. Formación

Para todos nosotros es importante ir a la universidad para formarnos y ser los mejores administradores, ingenieros, contadores, doctores, etcétera. Siguiendo este espíritu, también tenemos que priorizar la formación durante el noviazgo. 

Esta formación se puede llevar a cabo de diversas maneras: leyendo libros sobre el noviazgo, matrimonio y familia, viviendo retiros de pareja, teniendo un acompañamiento espiritual, charlas, jornadas de pareja, viviendo en comunidad para ver y escuchar cómo viven otros matrimonios, preguntando, meditando el Evangelio del día, etcétera.

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En el matrimonio estamos llamados a donarnos mutuamente. Somos únicos e irrepetibles, y merecemos vivir en libertad y no atados a lo que el mundo dice. Por eso, vivir un noviazgo como nos lo pide Cristo es ir a contracorriente. No siempre es fácil, pero recuerda que lo que empieza mal, muy probablemente termine mal. 

Con mucho aprecio y cariño,

Lorena y Diego

@quelamornosacompane.blog