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Día: junio 17, 2023

¿Me conviene estar con alguien de otra religión?

Eres católica y tu mejor amiga, también. Un buen día, ella te cuenta que conoció un chico super bueno pero que no es católico, sino musulmán y te pide consejo con relación a si debería considerar la posibilidad de empezar algo serio con él. ¿Qué consejo le darías?

 

Algunas reflexiones generales que considero podrían servir para evaluar cada caso, que es particular, aunque se repitan las normas generales:

 

Todo está permitido, pero no todo me conviene

 

Sobre la pregunta de tu mejor amiga, habría que tener en cuenta la distinción entre la capacidad de hacer algo y la conveniencia de lo que se haría; es decir, ¿es posible empezar una relación de enamorados con miras al matrimonio con una persona que no cree en Dios, que es mormón o musulmán? Se podría. ¿Me conviene? En líneas generales, creo que no. Sin embargo, no hay que dejar de considerar los siguientes puntos que iremos desarrollando y tal vez se puedan encontrar salidas posibles.

 

“Filtro” básico: el chico católico

 

El querer buscar a una pareja dentro del grupo de los católicos me parece bastante sensato. Es lo natural si entendiste que quieres compartir todos los valores de la religión con la persona que amas y con quien pasarás el resto de tu vida y criarás a tus hijos. Sabes que si, por el contrario, no fuese católico —entre otras muchas cosas y riesgos—, no sería tan fácil.

 

Ahora bien, existen dos extremos que parten o empiezan a partir del mismo desorden y/o falencias que hay que tratar de evitar:

 

Extremo 1: “Si es católico, ahí es”

 

En primer lugar, como mencionaba líneas arriba, estoy de acuerdo con que se tome en cuenta el hecho de buscar a alguien dentro de quienes profesan la religión católica. Pero creo que un peligro común es que se idealice más de lo debido y/o se le den más licencias de las que se debería por esto. Un ejemplo para no marear: el líder del coro, con muchos años en la parroquia o movimiento, siempre disponible para las actividades que se organicen, rosarios, misiones, etc. Suena perfecto. Aunque también habría que preguntarse cómo está en los demás aspectos de su vida, cómo es su vida en cuanto a los estudios o trabajo, qué proyectos tiene, etc.

 

El problema sería que uno se quiera hacer el ciego y dejar de ver lo que no es tan bonito porque ya superó satisfactoriamente el requisito que para mí es más importante. No digo que no lo sea. Solo que hay más cosas que también lo son.

 

Extremo 2: “Que sea católico no es importante”

 

En segundo lugar, y como extremo contrario, es el haber llegado uno a convencerse —luego de no haber encontrado al chico digno que cumpla todas y cada una de tus expectativas— en la práctica de que el “filtro” mencionado no es realmente importante. No debemos caer en que “hay muchos chicos buenos que no son católicos —pero que podrían serlo eventualmente— y creen en otras religiones” o “los chicos católicos no necesariamente son tan buenos, al fin y al cabo”.

 

El detalle peligroso es que, los extremos, algo de verdad llevan. Hay que conocerse bien, examinarse, ser humilde con uno mismo y no adaptar los criterios a partir de las circunstancias que se vayan dando.

 

No están jugando a los enamoraditos

 

Ambas personas saben —se supone— que inician algo no para pasar el rato o para dejar de sentirse solos, sino que con expectativas o con posibilidades de casarse. No digo que se vaya a dar necesariamente, pero sí me refiero a que se lo tomen con la seriedad como si así fuera.

 

En ese sentido, dos personas convencidas de lo que creen y practican, saben que están empezando algo serio con alguien igual o más convencido de otras creencias y prácticas. Sin considerar qué tan dispuesta esté una u otra parte de qué y cómo, eventualmente chocarán o tendrán algún roce con el que habrá que llegar a algún acuerdo que pueda ir en perjuicio tuyo.

 

¿Qué tan fiel eres a Dios?

 

Estás convencido de que en la Iglesia Católica se encuentra la verdad completa —si no lo sabías, ahora lo sabes—. ¿Qué tan convencido estás? ¿qué tan importante es esto para ti? ¿qué valor, peso o importancia juega esto en tu vida?

 

Esas preguntas se responderán en el “mejor” de los casos con qué tanto estés dispuesto a ceder en lo esencial a tu fe por algo que sabes que no lleva tu plenitud. Si aun sabiéndolo te dejes llevar, ya sea por evitar problemas o conflictos o por simple flojera, estamos en un problema.

 

En el “peor” de los casos, nunca estuviste tan convencido y dejaste de lado tu fe —siempre de a pequeños pasos y justificaciones unas más grandes que las anteriores— por otra que te contaron y te pareció más cómoda para el momento. Esto último no necesariamente siendo tan consciente en teoría, aunque sí terminando por realizar prácticas contrarias a la fe que uno tenía, argumentando que no tienen nada de malo, que no es tan grave o que se trata de manifestaciones artísticas no comprensibles para mentes que no conocen del tema.

 

Educar a los hijos según la ley de Cristo y de su Iglesia

 

Si piensan casarse, saben que van a tener que educar a los hijos bajo la religión católica. ¿Qué tan dispuestas están ambas partes?, ¿qué tan bueno o provechoso será para los hijos que uno de sus padres piense, crea y practique ciertas cosas y el otro, otras?, ¿por qué seguir las de uno y no las del otro —o una tercera o cuarta opción que vaya conociendo en el camino—?

 

***

 

Seguramente hay otras varias cosas a ser tomadas en cuenta, las que siempre deberán ser examinadas de acuerdo al caso particular con prudencia y humildad. Al final, no todo “te conviene”

 

¡Sean santos!

 

Para más consáejos, pueden encontrarnos en @no_eres_tu_ni_yo

El reto de la Humanae Vitae

Los días 19 y 20 de mayo de 2023 tuvo lugar en Roma el Congreso Humanae vitae: la audacia de una encíclica sobre la sexualidad y la procreación. El principal objetivo era meditar acerca del carácter antropológico y ético del documento escrito por el Papa San Pablo VI en 1968, así como de su significado y valor.

 

Fue un congreso internacional con participantes de todo el mundo, organizado por la Cátedra Jérôme Lejeune. Me siento agradecida por haber asistido, y por confirmar que las expectativas que dieron pie a este congreso tuvieron frutos por encima de lo esperado: Humanae vitae se hace vida en cada uno que desee acogerla.

 

Una respuesta a nuestras dudas

 

Para muchas personas esta encíclica, que habla sobre la regulación de la natalidad, puede ser un ladrillo moral difícil de digerir. Yo misma caí en esa tentación, hasta que la descubrí en su 50 aniversario, en 2018.

 

En ese año la leí entera, yo sola, por primera vez. Le conté a Pablo, mi marido, este descubrimiento, sorprendida de que nadie nos hubiera obligado a meditarla nunca, a tratar de vivirla a conciencia, seriamente.

 

Entonces teníamos 5 hijos y muchas dudas morales sobre paternidad responsable, anticoncepción, uso de los métodos naturales… Humanae vitae nos dio respuesta a todas ellas.

 

Un camino que no queremos dejar

 

Pero esta era una respuesta teórica. ¿Seríamos capaces de vivir en nuestro matrimonio eso que se nos proponía?

 

Nos pusimos a ello, con mucha fe. Y terminamos por darnos cuenta, poco a poco, de que ese anhelo tan profundo de felicidad en esta tierra se hacía real en nosotros.

 

No exento de lucha (más aún en un mundo que te sugiere lo contrario), se iba iluminando ante nosotros un camino. Un camino que ya no queremos dejar de andar.

 

Ya no nos planteamos volver atrás. Solo queremos seguir. Aunque nos cueste horrores, aunque tropecemos mil veces, aunque nos paremos por momentos: nuestro único deseo es seguir andando.

 

Una luz de la Iglesia para nuestras vidas familiares

 

Me consta que esta misma experiencia la han tenido otros matrimonios que, como el nuestro, han querido seguir la luz que la Iglesia Católica nos propone para vivir la sexualidad conyugal.

 

Es real que existe atracción al bien, a la verdad. De alguna manera, cuando Cristo dice «Sígueme», te dice que lo hagas con tu matrimonio por ese camino concreto.

 

Una compañía ante nuestras debilidades

 

También es real que el pecado y la tentación existen. Somos débiles. Pero no pasa nada, porque no vamos solos.

Necesitamos entender que no somos perfectos, para vivir con nuestra debilidad y pedir ayuda. Te caes y te levantas, te caes y te levantas…, pero sigues andando. Y, si necesitas un bastón, ¡lo pides!

 

***

 

La Humanae vitae necesita ser vivida de verdad en todo matrimonio. Como decía uno de los ponentes del congreso, se debe vivirla «sin edulcorarla», sin bajar el nivel moral… Porque entonces es cuando te estancas y te lo pierdes todo.

 

Y, al mismo tiempo, hacerla vida en nosotros permite que llegue a otros matrimonios. Así, todos podrán descubrir una belleza que el mundo de hoy nos esconde.

 

Para más consejos, podéis encontrarme en @evacorujo_letyourselves

5 consejos para vivir tu soltería

¿Existirá el amor para mí? Tal vez nos hemos planteado esta pregunta ante diferentes escenarios: relaciones amorosas fallidas, insatisfacción con nuestro propio cuerpo, ideas rígidas que nos hacemos sobre la soltería… Ver que otros empiezan a avanzar en sus relaciones de pareja y sentir que no lo hacemos al mismo ritmo que ellos nos hiere y nos frustra. Sin embargo, aprender a asumir la realidad de cada momento de nuestra vida en santa paz es esencial para quien ha querido permitir que Dios sea el dueño y Señor de su vida. Si esa experiencia también te ha pasado a ti, entonces sigue avanzando en este artículo.

 

1. Cada tiempo tiene un propósito

 

¿Te han dicho que estar soltero era malo? A Dios, en Su sabiduría eterna, jamás se le escapa lo que necesitamos para nuestra felicidad. Por eso, tú abraza este tiempo como un regalo del Cielo, y llénate de esperanza. La gran pregunta que puedes plantearte ahora para abrir tu corazón en este discernimiento es: “Señor, y Tú ¿qué esperas de mí?”.

 

A menudo olvidamos de que el tiempo que Dios nos concede tiene un propósito. Normalmente, cuando Dios llama a una misión, prepara el corazón de las personas que la asumen. Por eso es necesario dejar que la vocación madure en nuestro interior; permítete madurar y purificar tu identidad, para poder asumir libremente la tarea de amar al otro.

 

Ciertamente, el amor de pareja es tan solo uno de los diferentes tipos de amor que existen. Hay amor como hijos, hay amor hacia los hermanos, hacia los amigos… Ciertamente, si no tienes pareja, esto no es sinónimo de que no tengas a quién amar: significa que hay un amor que en este momento debes madurar.

 

2. Conócete a ti mismo

 

Nunca acabaremos de conocernos, y Dios en este tiempo quiere sacar frutos de ti. Por eso, dedica más tiempo a la oración, a conocerte y trabajar en ti mismo. Descubrirás lo muy amado que ya eres por Dios, y las muchas virtudes y gracias que Él ha depositado en ti. Cuando descubras a la otra persona, tendrás mayor disponibilidad para donarte con más conciencia de ti.

 

Cuando no nos planteamos las preguntas más esenciales acerca de nuestra interioridad y esencia, nos volvemos unos desconocidos para nosotros mismos. En cambio, conocerte te permitirá elegir un amor más libre.

 

3. Hazte las preguntas fundamentales

 

Pregúntate cosas como: “¿qué clase de amor anhelo?”, “¿cuáles son los sueños más auténticos que brotan de mi corazón?”, y “¿quién soy yo?”. Aunque suenen difíciles, ¡son las preguntas más prácticas de la vida!

 

Cuando estas preguntas no son planteadas y respondidas conscientemente, buscamos responderlas de modo inconsciente a través de nuestras relaciones y acciones. En el fondo, estamos en una búsqueda inconsciente, y eso muchas veces nos mueve a hacer cosas que nos hieren.

 

4. Cultiva buenos hábitos

 

Tener buenos hábitos nos ayuda a ordenarnos interiormente. Haz ejercicio, ten buenas amistades, mantén una rutina de oración, aliméntate bien. Nunca olvidemos que daremos al otro lo que tenemos en nuestro corazón. Una persona virtuosa siempre llenará los espacios de su vida con amor a Dios y con obras buenas. Si alimentamos la idea de que por estar solteros estamos mal, nos sentiremos avergonzados de quiénes somos.

 

Para que la virtud crezca, necesita ser alimentada de buenos hábitos interiores y exteriores. Ello fortalecerá nuestra voluntad y nos ayudará a elegir todo aquello que nos haga bien.

 

5. No dejes de amar

 

Como dice san Pablo, “si no tengo amor, nada soy” (1 Cor 13,2). Dios siempre nos invita al amor, independientemente del estado de vida en el que nos encontremos. Por eso, no te compares con el otro: abraza la realidad que tienes frente a ti. Aceptar de buen ánimo la realidad que vivimos es un signo de la apertura que hay en nosotros al plan de Dios.

 

***

 

Para concluir, es importante aprender a encontrar la alegría y la bendición en el tiempo presente. En este tiempo en el que Dios quiere amarte, en el día de hoy.

 

Por ello nosotros estamos invitados a asumir el presente con gozo y esperanza, y la esperanza siempre está puesta en la acción de Dios, en ese Dios que nos ama y que jamás nos dejará en vergüenza.

 

Para más consejos, puedes seguirnos en @voleraloesencial_