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Día: septiembre 5, 2022

¿Qué hago si salgo con alguien que no es virgen?

Existen muchas razones que pueden llevar a una persona a tomar la decisión de permanecer virgen hasta el matrimonio: un anhelo que nace del corazón sin que uno tenga mucha información respecto de la castidad, una familia y una educación donde se inculco el valor tan importante y maravilloso del acto sexual, o una visión del sexo como “algo malo”, que entiende que lo puro está en guardarse hasta el matrimonio. Lo que tienen en común estas realidades es que —sin importar por qué las personas quieren preservar la virginidad hasta al matrimonio— anhelan que, cuando conozcan a alguien, también tenga la misma meta.

 

Es precisamente en este punto donde puede ocurrir un choque al enterarte que la persona que estás conociendo, que te gusta o con quien has comenzado a salir ya ha tenido relaciones sexuales. Aunque puede llegar a ser desconcertante y sentirte desilusionado, queremos que sepas que hay otra manera de verlo. Por eso te dejamos algunos puntos que podrían ayudarte si te encuentras en una situación como esta.

 

Tengan una conversación transparente y honesta

 

Aunque el impacto inicial puede ser duro, no te dejes llevar por los sentimientos y emociones que estás experimentando en ese momento. Tomate tú tiempo. Te ayudará a poner tus pensamientos y emociones en su sitio, para que ninguno de los dos salga lastimado. Una vez que lo hayas asimilado un poco, intenten tener una conversación.

 

Esta conversación es muy importante para que puedas hacerle saber lo que significa y es para ti el acto sexual y porque vives desde ya la castidad. Explícale porque apuestas por la espera. Habla sobre cómo te sentiste al enterarte y que impacto ocasionó.

 

Luego de que esa persona te escuche, es momento de tu escucharle. No tienes que saber por qué lo hizo, ni con quién, ni los detalles. En ese momento no estabas en su vida, y no merece darte ninguna explicación. Además, eso podría hacerte mucho daño a ti. Más bien, pregúntale por qué quiso contarte. Cuáles son sus expectativas con el noviazgo que quieren comenzar o que ya tienen. Qué piensa de la espera, y cómo ve ahora el acto sexual.

 

No se trata de juzgar

 

Recuerda que muchas personas ven el acto sexual como una intimidad que debe tenerse en el noviazgo —o incluso como algo casual—, porque crecieron con una idea errónea de su significado. A la mayoría solo se le presento una cara de la moneda, y nunca se les habló de la espera, la castidad, la virginidad o demás virtudes.

 

Cuando solo se nos ha dado una información y jamás se nos planteó otra alternativa, es lógico que considere —o haya considerado— el sexo como un acto pensado para cualquier etapa de la vida, incluso desde tempranas edades. Por lo que es probable que, si esa persona ha tenido relaciones sexuales en el pasado, lo hizo porque creció con la idea de que es una actitud que se puede tener con cualquier persona.

 

Es la oportunidad para tener una mirada de amor hacia el otro. La castidad, como es una virtud, se explica desde el amor, y no desde el juicio o miedo. Háblale con la verdad, hazle saber que la belleza y grandeza del acto sexual están reservadas para los esposos, porque implican un compromiso y una entrega total de sí mismos hacia el otro —como lo hacen las palabras que se dicen el día de la boda—. Muéstrale por qué una sexualidad mal entendida puede tener consecuencias negativas, pero haz todo esto con caridad. De nada sirve achacarle sus errores y “condenarlo al infierno” por haber tenido relaciones prematrimoniales, cuando ni siquiera sabía en ese momento que lo que hacía no lo llevaba por el camino correcto.

 

Dios da segundas oportunidades

 

Hay quienes, a pesar de tener experiencias sexuales previas, en algún momento de su vida decidieron darle otro rumbo y comenzar un nuevo camino de castidad. Es cierto que el pecado tiene sus consecuencias, eso no podemos negarlo, pero tampoco debemos ponerle límites a la misericordia de Dios. Que una persona cargue con algunos errores y fallos distintos a los tuyos no significa que merezca menos que tú.

 

Una persona que comienza un camino de conversión genuina e integra a su vida la virtud de la castidad puede descubrir una “segunda virginidad”, y en esta segunda virginidad encontrar el sentido verdadero del amor, de su persona y del acto sexual. Por eso, aunque haya tenido relaciones sexuales en el pasado, la espera y la entrega en el primer encuentro matrimonial serán como “una primera vez” en cierto modo, porque se vivirá dándole un sentido pleno y verdadero.

 

La segunda virginidad no se trata de recuperar lo que físicamente se ha perdido —porque es lógico que no puede recuperarse—, sino más bien de saber que nunca es tarde, y que no todo está perdido. La segundad virginidad es una nueva oportunidad para preparar tu corazón a esa entrega total que ahora quieres hacer con esa persona, totalmente consciente de lo que significa. Es una nueva oportunidad para decir “Sí” al amor verdadero.

 

¿Está dispuesto a esperar solo para complacerte, o por una verdadera convicción?

 

Esta es una pregunta crucial que debes hacerte. No negamos que sea un buen acto que una persona decida acompañarte en la espera solo porque tú se lo has pedido y es importante para ti. Aunque puede ser un primer paso para descubrir la virtud de la castidad, no debe quedarse allí. Las relaciones son más que buenas acciones: deben estar movidas por una verdadera convicción de hacer y querer el bien para ambos, por la búsqueda de un amor auténtico y verdadero.

 

Recuerda que los valores que vivan en el noviazgo serán los que cosecharán durante un matrimonio. Si esa persona vive la espera solo por complacerte, ¿crees que compartirá contigo los mismos valores en relación al sentido del acto conyugal, en la búsqueda de hijos o en la educación que quieran darles?

 

Si para una persona nunca fue importante esperar, y solo lo hizo porque es lo que tocaba, lo más seguro es que transmitirá los mismos valores a sus hijos.

 

Acompañarlo o estar no es igual a tener el deber de ayudarlo a sanar

 

Al igual que tú, la persona ideal para ti también tiene heridas y errores en su historia de vida. Debe tomar la decisión de comenzar de nuevo, porque la castidad no se obliga ni se exige, sino que es una decisión libre y personal. Tampoco tienes la obligación de ayudarlo a sanar en caso de que reconozca que sus anteriores relaciones o los motivos que lo llevaron a eso hayan dejados secuelas en él.

 

El acompañamiento es una actitud bondadosa que puede hacer mucho bien, pero a veces se corre el riesgo de querer convertirse en una especie de vigilante o niñera espiritual para el otro; hay que saber guardar ciertos límites y permitirle al otro sanar sin que se sienta presionado.

 

Toma una decisión

 

Si te has mantenido en la espera, es lógico que te esperes que la otra persona también sea virgen y que, en caso de llegar a un matrimonio, ambos puedan vivir ese momento como una primera vez. Es totalmente valido que en tu discernimiento exista la posibilidad de no querer una relación de noviazgo con alguien que ya tuvo relaciones sexuales; y eso no es falta de compasión o misericordia.

 

La conversión de una persona sin duda es causa de una alegría enorme, pero eso no significa que tengas algún tipo de obligación. El único deber que tienes con esa persona es el de acogerla y amarla como tu prójimo. Así que no te sientas mal si es que libremente prefieres formar una relación con alguien que se haya estado guardando para el matrimonio al igual que tú.

 

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Si decides continuar con la relación, lo importante es que ambos miren en la misma dirección y que la persona esté dispuesta a comenzar de nuevo. No será un camino fácil, vendrán tropiezos. Trabajar las virtudes para ser quienes estamos llamados a ser requiere de mucho esfuerzo, constancia y la gracia de Dios. Pero también es importante que ambos se levanten, se conozcan, se formen y sigan descubriendo lo hermoso de vivir este camino de espera. Nada de reprocharse, porque aprendiendo es como se llega a la meta.

 

Si tienes alguna duda o quieres profundizar en estos temas, puedes seguirnos en nuestro Instagram @sexualidadycastidad y escuchar nuestro testimonio.

4 consecuencias de la masturbación de las que nadie habla

La forma como vivimos nuestra sexualidad no solo implica la vivencia del placer sexual, sino que tiene un impacto directo en nuestra autopercepción y en las relaciones humanas interpersonales que vivimos con los demás. La sexualidad humana ha sido nocivamente reducida a su área biológica y genital, cuando en realidad, para hacer justicia a la grandeza de la sexualidad y la dignidad humanas, es fundamental promover su desarrollo en su conjunto, y en todos sus ámbitos. El ejercicio de la sexualidad se refiere a la manifestación de la persona humana —hombre y mujer— en el mundo, desde el ámbito psicológico y emocional, social, espiritual y biológico.

 

Cuando se reduce el fundamento de la sexual a la consecución indiscriminada de placer sexual, se violenta la propia sexualidad, con lo cual se impiden su correcto desarrollo y ejercicio. ¿El resultado? Personas profundamente frustradas en materia sexual, reduccionistas, inmediatistas, heridas e inmaduras, tanto afectiva como emocionalmente. Esta visión de la sexualidad se evidencia en la promoción constante de prácticas masturbatorias, pues se las vende como necesarias para el autoconocimiento, la satisfacción personal y hasta la salud. Sin embargo, aquí te presento cuatro consecuencias negativas de la masturbación, las que nadie habla:

 

#1 Tergiversa el propósito propio de la sexualidad humana de ser un don

 

Cuando se normaliza la idea de que podemos obtener placer sexual inmediato encerrados en nosotros mismos y sin la entrega comprometida a otra persona, el cuerpo, la mente, y el corazón se incapacitan, poco a poco, para vivir la vocación al amor expresado en la sexualidad. Una dinámica de placer que implica solo recibir una gratificación inmediata —y no abrirse a la reciprocidad de entregarnos en el sacrificio continuo que exige el verdadero amor— jamás nos llevará a la plenitud de las relaciones ni de la experiencia sexual.

 

#2 Convierte a la persona en objeto de placer

 

Requiere para su ejercicio que creemos mentalmente fantasías sexuales, en las cuales objetivizamos a otros como medios para el propio placer. Adicionalmente, y en la mayoría de los casos, nos lleva al consumo de pornografía para sostener el hábito masturbatorio, y esto nos degrada. En efecto, implica obtener gratificación sexual por medio de la mercantilización de mujeres, hombres y menores, como objetos que se venden para el placer.

 

#3 Afecta la visión que tenemos de nosotros mismos

 

La masturbación deforma la autoestima y el valor que se tiene de sí mismo, ya que convierte nuestro propio cuerpo en un objeto de estimulación, un medio para un fin, y no un fin en sí mismo. Así como sienta el terreno para normalizar interiormente el uso de otros, lo hace también para dejarnos usar por otros.

 

#4 A largo plazo, produce insatisfacción sexual

 

Bajo una falsa premisa de libertad, nos lleva a vivir la sexualidad de forma compulsiva, inmediatista e irreal. En ningún campo profesional o médico está claro dónde está el límite o el exceso de esta práctica: no sabemos realmente cuánto es “mucho”, ni cuándo se llega a la adicción. Las cantidades de dopamina producidas por el cerebro mediante las fantasías, imaginaciones y consumo de pornografía, son excesivas para poder llevar a la consecución del orgasmo. De esta manera, a largo plazo, la persona necesita cargas y estimulaciones cada vez más grandes, fuertes y constantes para alcanzar el disfrute sexual, lo que se traduce en una incapacidad de disfrutar relaciones sexuales reales, una profunda frustración sexual, y una incapacidad cada vez mayor de llegar al orgasmo; en muchas personas incluso culmina en problemas como eyaculación precoz o impotencia sexual. Resulta en personas egoístas en la vivencia del amor, e incapaces de compromisos serios, estables y fieles.

 

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La grandeza de nuestra sexualidad merece mucho más que instantes de placer egoísta. Merece mucho más que lo que ofrece la masturbación. Recuperar la plenitud del valor de nuestra sexualidad es posible, pero primero debemos ser sinceros con respecto a la realidad de las practicas más normalizadas y promovidas. Debemos vivir una sexualidad responsable.

 

Para contenido similar, @somos.sos

5 enseñanzas para nuestro matrimonio que nos dejó el covid

Hace unas semanas nos tocaba escribir nuestro artículo mensual; pero llegó el virus a nuestro hogar, y —aparte de hacernos vivir plenamente la parte de los votos matrimoniales que dice “en la salud y en la enfermedad”— nos dejó algunos ejemplos, que queremos compartirles.

 

#1 “Esa es tu parte”

 

El virus tuvo algo de consideración, pues no nos contagió a los tres al mismo tiempo. Los primeros dos días Johi cayó con fiebre, así que yo me encargué de la casa y de la bebé para que ella pudiera descansar. Gracias a Dios no tuve mucho trabajo y pude lograr el mínimo de tareas del hogar indispensable para vivir, no sin antes valorar todo lo que hace Johi por nuestra familia en el día a día. Esto me hizo pensar en cómo cada uno toma roles en el matrimonio, y a veces pensamos que “lo que yo hago” es más difícil o importante; e intercambiar un par de días puede ayudarnos a ponernos en perspectiva, para no menospreciar lo que hace nuestro cónyuge.

 

#2 Los hijos son la extensión del amor de la pareja

 

Cuando Johi ya se sentía un poco mejor, o al menos ya sin fiebre, la bebé empezó a sentirse decaída y con calentura, así que empezaron la preocupación y el “plan de acción Covid bebé”. Fueron días muy intensos y tensos como esposos. Era la primera vez que experimentábamos tantos días con Rebeca enferma; decaída, con fiebres, tos, congestión, sin apetito, en fin, requería de todo nuestro cuidado, ¡pero el doble! Y no sé de dónde saqué fuerzas para atenderla como requería la situación. A pesar de algunas malas caras o fastidios entre nosotros al inicio, logramos trabajar en equipo por el bien de nuestra bebé, y que así ella también lograra sentirse un poquito mejor. Si los papás están bien —unidos, trabajando juntos, con paciencia, con amor, con sacrificio—, los hijos también lo estarán. Ese es el orden natural.

 

#3 Dejarse ayudar

 

Al final de los dos días de fiebre de Rebeca, cuando pensé que ya me había librado, me tocó a mí. El viernes a medianoche me empezaron escalofríos como nunca había sentido, y supe que vendrían unos días difíciles. Yo casi nunca me enfermo, y si me pasa suelo minimizarlo porque no me gusta tomar pastillas ni ir al doctor; pero al ver lo pesado que había sido para Johi y Rebeca tuve que tragarme mi orgullo y hacer todo el tratamiento que mandaban, para curarme lo más pronto y poder ser “útil” de nuevo en casa. A veces en el matrimonio hablamos tanto del servicio —lo cual es vital— que no dejamos oportunidad para ser servidos por el otro, y así también permitirle vivir el amor en el sacramento.

 

#4 Buscar soluciones, y no culpables

 

Sabemos muy bien de dónde vino el contagio original y a dónde fue luego —detalles de tener una comunidad tan cercana—, pero también sabemos que nadie enfermó a nadie intencionalmente y que, aún si fuera el caso, ponerse en “modo detective” no apresura el proceso de sanación. En el matrimonio muchas veces caemos en el error de buscar culpables a cada problema —y, en consecuencia, de suscitar enfrentamientos entre nosotros—, en vez de enfocarnos en la solución —en este caso, serían ambos cónyuges versus el problema—. Muchas discusiones en el matrimonio tienen un origen externo, y perdemos tiempo valioso en echarnos la culpa el uno al otro; en lugar de eso, hay que resolver.

 

#5 Comunidad y familia

 

Como somos una comunidad matrimonial tan unida, ya nos habíamos reunido antes de saber que estábamos contagiado,s así que nos pasamos la semana siguiente comparando síntomas, consejos y recetas médicas por whatsapp.

 

Como dicen: “una pena entre dos es menos atroz”… Y en comunidad pudimos reírnos de lo que nos tocó y sostenernos los unos a los otros con la amistad y la oración. Lo mismo ocurre con los demás aspectos de la vida matrimonial: compartir tu experiencia y verla reflejada en otras parejas te da una nueva perspectiva, para poder sobrellevar las dificultades. Nuestra familia también nos apoyó con comida, medicinas y su preocupación constante; cada matrimonio tiene en su familia extendida ejemplos de esposos que son luz para los demás.

 

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Hay cosas de nuestros matrimonios que muchas veces no vemos; y una enfermedad puede obligarnos a volver la mirada. ¿Para qué? Sencillamente, y ante todo…, para agradecer.

 

@MinutoyMedioBlog