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Día: junio 8, 2023

¿Por qué algunas condiciones psicológicas pueden ser causal de nulidad matrimonial?

Spoiler: Este es un tema altamente polémico, especialmente entre quienes han recibido algún diagnóstico psiquiátrico. Implica mucha humildad para poder comprenderlo sin estar a la defensiva.

 

Como psicóloga, veo todos los días cómo los matrimonios entran en crisis por la adicción al alcohol, a las drogas, a la pornografía, o por trastornos como bipolaridad, depresión profunda, trastornos de personalidad, entre muchos otros. Algunos de estos matrimonios podrían llegar a ser nulos y saberlo.

 
 

La importancia del consentimiento

 

Para que un matrimonio católico sea válido, ambas partes deben tener la capacidad de comprender la naturaleza del matrimonio y de asumir las obligaciones conyugales. Si un trastorno mental afecta esta capacidad, se puede argumentar que esa persona no ha dado un consentimiento válido. El consentimiento es uno de los elementos esenciales del matrimonio católico. Debe ser dado libremente y sin ninguna forma de coacción o impedimento. Por esta razón, en el derecho canónico los trastornos mentales pueden considerarse como una posible causa de nulidad matrimonial cuando se ve afectada la capacidad para consentir.

 

Pero, ¿qué es la nulidad matrimonial?

 

La nulidad matrimonial se refiere a la declaración por parte de la Iglesia de que un matrimonio es inválido o nulo desde su inicio. En otras palabras, implica que el matrimonio nunca existió.

 

¿Qué razones pueden existir para la nulidad?

 

Entre las razones por las que se puede declarar que un matrimonio es nulo se encuentran:

 
  • Incapacidad para dar un consentimiento válido: esto incluye casos en los que una persona no tiene la capacidad mental para entender la naturaleza y las obligaciones esenciales del matrimonio, como los trastornos mentales graves o la falta de madurez suficiente.

 
  • Falta de libertad en el consentimiento: es decir, si el consentimiento matrimonial se obtiene mediante coacción o amenazas.

 
  • Error sobre una cualidad esencial de la persona: si uno de los cónyuges se casó basándose en un error sustancial sobre una cualidad de la otra persona, como su identidad, su capacidad para tener hijos o una enfermedad grave.

 
  • Simulación: si los contrayentes simulan el matrimonio, es decir, si fingen estar casados sin tener la intención real de establecer un vínculo matrimonial.

 
  • Violación de los impedimentos matrimoniales: los impedimentos matrimoniales son circunstancias que prohíben o invalidan el matrimonio, como un matrimonio previo no disuelto, el parentesco cercano entre los contrayentes, o las órdenes sagradas o votos religiosos preexistentes.

 

¿Cómo es el proceso de nulidad matrimonial, y qué papel juegan los trastornos mentales?

 

El proceso de nulidad matrimonial en la Iglesia Católica implica la realización de una petición ante el tribunal eclesiástico. Ante la presencia de un trastorno mental, el tribunal analiza si dicho trastorno existía en el momento de la celebración del matrimonio, si era lo suficientemente grave como para afectar la capacidad de consentir y si realmente impidió que la persona diera un consentimiento libre y válido.

 

Sin embargo, no todos los trastornos mentales automáticamente invalidan un matrimonio. Cada caso se evalúa de manera individual, y el tribunal eclesiástico debe determinar si se cumplen los requisitos necesarios para declarar la nulidad. No todos los casos tienen la misma gravedad, por lo que es clave evaluar si tanto el diagnóstico recibido como su gravedad impiden cumplir los deberes conyugales.

 

¿Entonces no tengo derecho a casarme si tengo un diagnóstico?

 

A mi parecer, el problema en este tipo de preguntas está en ver el matrimonio como un derecho. Todos los días atiendo en consulta personas con grandes heridas emocionales por cuenta de padres que, por su condición psicológica, no pudieron brindar a sus hijos el cuidado que requerían, por lo que estos hijos tuvieron que tomar el papel de adulto en el hogar.

 

No se trata de tener o no derecho, sino de ser capaces de asumir la responsabilidad que implica la vida conyugal y la crianza de los hijos. Por eso, te invito a no desesperanzarte y a buscar la ayuda que sea necesaria para poder sanar de raíz las heridas emocionales que pudieron haber generado alguna condición psicológica.

 

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¿Mi consejo? Adquiere herramientas de afrontamiento. Busca ayuda profesional (un buen psicólogo, y, en caso de ser necesario, también un buen psiquiatra) y ayuda espiritual (busca un sabio director espiritual, acude a los sacramentos, busca dejar el pecado…).

 

Si has ido por ayuda, pero has tenido malas experiencias, no cejes: insiste, consulta a otros profesionales. Intenta encontrara alguien con valores y principios claros. Así, hasta que des con alguien con quien puedas sentir verdadera conexión y apoyo. ¡Lo más importante es que no te rindas!

 

Encuéntrame en Instagram como @psicoalexandraguzman.

Primero probaremos si funciona…

Esta es una de las frases que más escuchamos hoy en día entre jóvenes enamorados. Entendemos que el miedo puede paralizarnos un poco, cada día convivimos o experimentamos rompimientos amorosos cercanos, familias rotas y hogares destrozados, así que tener miedo es lo más natural.

 

¡Prueba un pastel no a una persona!

 

Tengamos cuidado, el miedo es algo que nos mantiene alerta y es muy bueno si sabemos utilizarlo correctamente, pero si nos dejamos llevar por él, puede ir en nuestra contra.

 

Todos tenemos miedo al tomar decisiones que implican un cambio para nuestra vida, lo sentimos al renunciar a un trabajo, al decidir que carrera universitaria estudiar, al mudarnos de país, al casarnos; pero si dejamos que el miedo decida por nosotros nos estancamos. Permaneceremos en ese trabajo que no nos gusta, no decidiremos qué estudiar o nos iremos por lo más fácil sin que sea nuestra pasión, nos quedaremos con el sueño de irnos a otro país o no decidiremos casarnos nunca.

 

Es diferente vivir con miedo a dejar que el miedo viva en nosotros, ¿tú que prefieres?

 

¿Y si…?

 

El miedo es distinto a la duda. Al ir contra el miedo experimentas paz y certeza, en cambio, con la duda sientes que algo está mal.

 

Cuando decidimos “probar si funciona” con una persona, existe duda. ¿Y si no funciona? ¿y si no es la persona para mí? ¿y si nos va mal juntos? Hay algo en tu interior que no te deja en paz, tal vez no es la persona con la que realmente anhelas estar, tal vez hay cosas que has visto y no quieres aceptar.

 

Cuando te comprometes con una persona por supuesto que hay miedo, pero el antídoto contra el miedo es el amor, el amor nos hace capaces de soltar ese miedo profundo que tenemos a comprometernos y nos ayuda a decidir por esa persona, no a “probarla”, sino a elegirla sobre todas las demás.

 

Aquí te dejamos algunos consejos que pueden ayudarte con este tema:

 

#1 Tómate el tiempo para conocer a tu pareja.

 

No se trata de aventarse, el noviazgo es el tiempo para conocerse a profundidad y reconocer si es con esa persona con la que queremos compartir nuestra vida, porque recuerda que vida solo hay una, así que hay que elegir muy bien con quién queremos disfrutarla.

 

#2 Reconoce si lo que sientes es miedo o duda.

 

Solo interiorizando y conociéndote en profundidad podrás resolverlo, tu eres el único que tiene la respuesta a esto. Si necesitas apoyo de un terapeuta que te guíe, pídela.

 

#3 Si es miedo, enfréntalo.

 

La manera de enfrentar el miedo es reconociéndolo y sobre todo reconociendo de dónde viene, qué heridas nos hacen tener tanto miedo al compromiso, puede ser el abandono de uno de mis padres, puede ser una mala experiencia amorosa pasada, etc.

Si reconoces de dónde deriva ese miedo será más fácil tomar la mejor decisión.

 

#4 Si es duda, pregúntate: ¿Por qué estoy dudando?

 

Puede ser que esperas un amor diferente, que sueñas con una persona distinta a la que tienes al lado. Es muy importante escuchar tus dudas porque ellas te ayudarán a discernir si quieres realmente estar o no estar con esa persona. Si existe duda, cuestiónatelas y no las dejes pasar, puede ser que te arrepientas por el resto de tu vida.

 

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Recuerda que el amor es entregarse por completo, así que si quieres un amor verdadero y duradero debes apostar desde el principio por darlo todo.

 

Con cariño, Los Nandos.

La importancia del respeto

Con frecuencia cuando se da una discusión de pareja o cuando surgen problemas en una relación, hay una palabra que parece crucial. Respeto. Cuando alguien falta el respeto al otro se ha cruzado una línea roja que es difícil de perdonar. Y es que el respeto es clave para que una relación funcione de una manera sana. Pero ¿qué es realmente una falta de respeto? ¿Se puede perdonar? ¿Se debe perdonar?

 

Respeto, punto de quiebre

 

Cuando preguntas a matrimonios y parejas de novios sobre cuáles son para ellos las claves para que funcione bien una relación, hay conceptos que siempre salen, pero que no siempre son sencillos de definir ni de concretar: la complicidad, la sintonía, el respeto.

 

El respeto es algo que casi todos consideramos fundamental. “Me ha faltado el respeto”, “eso ha sido una falta de respeto”, “yo puedo perdonar casi todo, pero las faltas de respeto es una red flag”. Quizás puedo estar de acuerdo en que esto es importante en la relación de pareja, pero luego, cuando entras en profundidad, resulta interesante ver en qué ha consistido exactamente la falta de respeto y qué hay detrás de una actuación que se considere como tal por parte del otro.

 

¿Qué es el respeto?

 

El respeto es tener presentes los límites. Los propios y los del otro. Es como la frontera que delimita nuestra intimidad, nuestro sentir, nuestra sensación de seguridad y libertad. Hay faltas de respeto que son claras: un reproche, un desprecio, un insulto y, por supuesto, cualquier tipo de violencia verbal o física es traspasar esos límites obvios en cualquier relación humana. Son faltas porque traspasan esos límites de nuestra integridad como persona.

 

Sin embargo, esos límites muchas veces pueden ser subjetivos y variables. Cuando alguien los cruza podría sentirse como una falta de respeto sin que el otro se diera cuenta, aunque a nosotros nos parezca obvio.

 

Por lo tanto, es necesario:

 

#1 Conocerte bien: saber cuáles son los límites básicos que no debes dejar rebasar y también conocer los límites subjetivos que para ti resultan faltas de respeto.

 

#2 Respetarte primero a ti mismo y transmitir al otro esos límites de modo que el otro los tenga claros y trate siempre de no rebasarlos: lo que te molesta, lo que te gusta o no te gusta, lo que necesitas, lo que sientes. ¿Cómo te conoces? ¿Conoces estos límites?

 

#3 Respetar los límites del otro. Pero para hacerlo primero tendrás que conocerlos. Lógicamente están los limites básicos, pero puede haber más puntos sensibles y no tan conocidos que el otro debe saber para poder guardarte ese debido respeto. ¿Conoce tu pareja cuáles son tus límites? ¿Se los has comentado alguna vez? ¿Lo habéis hablado alguna vez con calma, sin que sea en medio de una discusión?

 

#4 Cuando el otro traspasa esos límites tú lo consideras como una falta de respeto. ¿Te han faltado el respeto? ¿Qué límite se ha cruzado? ¿Es algo objetivamente grave? ¿Has tenido ocasión para comentarlo de forma calmada con el otro? Si te ha pedido perdón ¿Has llegado a perdonar?

 

#5 Y tú, ¿crees que le has faltado el respeto alguna vez al otro? ¿Te has dado cuenta o te lo ha dicho? ¿Fue algo consciente o inconsciente? ¿Llegaste a pedir perdón? El perdón siempre tiene cabida. Para las faltas de respeto también. Es importante sacar aprendizaje para que el otro conozca los límites y aprender para no volver a rebasarlos.

 

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Para guardar el respeto es fundamental fomentar la buena comunicación: conocer y transmitir los limites propios, conocer y no rebasar los límites del otro. Y, finalmente, cuando se rebasen, saber decirlo con calma y buenas palabras, pedir perdón y perdonar, para así aprender y que no vuelva a ocurrir.