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Día: julio 10, 2022

El poliamor, ¿no será mejor?

En algunos ámbitos, se busca presentar el poliamor o las relaciones abiertas como una suerte de superación de las formas “tradicionales” de amor. Después de todo, ¿por qué restringirnos a estar solo con una persona y compartir nuestra vida únicamente con ella si podemos incluir a más personas?

 

Vemos que muchas relaciones monogámicas —incluidos matrimonios católicos— hablan de las bondades de la exclusividad, pero tarde o temprano llegan a su fin. Si vemos que esto no funciona, ¿por qué no probar algo distinto?

 

Aclarando nociones

 

Para comenzar, es importante aclarar que cuando hablamos de relaciones abiertas nos referimos aquellas en las cuales cada uno de los miembros de la pareja de mutuo acuerdo deja abierta la posibilidad de que cada uno tenga encuentros con otras personas. Parte de ese acuerdo puede ser que se informe a la otra persona o no.

 

Por su parte, cuando hablamos de poliamor, nos referimos a relaciones en las que se agrega a una o más personas a la pareja, de manera que la relación ya no es más sólo de dos, sino de a tres o más.

 

Monogamia, ¿sigue vigente?

 

Es cierto que en una relación exclusiva —de a dos— no todo es color de rosa, sino que, de hecho, esta puede ser fuente de mucho dolor y decepción. Sin embargo, esto no quiere decir que las relaciones monogámicas sean en sí mismas malas o que hayan perdido su vigencia.

 

El hecho de que uno o ambos no hayan encarado bien la relación no quiere decir que toda relación de a dos esté condenada al fracaso. De hecho, hay muchos ejemplos de relaciones que, si bien no son perfectas, hacen todo lo posible para sacar adelante su amor y les va bastante bien

 

Pero si ya probamos una relación de a dos y no nos fue bien, ¿por qué no intentar una relación abierta o probar el poliamor? Frente a esto, es importante reflexionar que, si bien puede parecer que estas nuevas formas de amor traen cierta novedad a la relación, en definitiva, hay algo esencial que se pierde.

 

Algo que falta…

 

Los seres humanos no somos infinitos, de ahí que lo que le damos a una persona no se lo podemos dar a otra. Y si bien hay muchas clases de amor que pueden convivir juntas —como el amor de pareja, el amor a los hijos, el amor a los amigos, etcétera—, cuando hablamos de relaciones abiertas o de poliamor, se pone a dos o más personas “compitiendo” en el mismo nivel.

 

Alguno podrá decir que no es una competencia porque no hay realmente un conflicto si es que hay un acuerdo de por medio. Sin embargo, si uno decide llevar una relación abierta o poliamorosa, es inevitable que ya no pueda darle todo de sí a una sola persona. Y entonces, la entrega de uno mismo en la que se concreta el amor, ya no puede ser total.

Al abrir la relación en cualquiera de sus formas, de alguna manera, hay una pérdida, pues lo que se entrega y lo que se recibe es algo parcial. Y si la entrega no es total sino parcial, el compromiso no será pleno.

 

***

 

Puede que ese miedo al compromiso, es decir, a apostarlo todo en una persona —obviamente, de manera progresiva y consciente— puede hacer que estas nuevas formas de amor se vean atractivas. En efecto, ellas, por su propia naturaleza, exigirán un compromiso y una exclusividad menor.

Sin embargo, para que el amor sea una auténtica fuente de plenitud, uno no puede entrar en él con apuestas parciales. Si uno quiere ganar en el amor, uno tiene que hacer una apuesta total, un all in; y esto no es posible en una relación abierta o de poliamor.

La temida friendzone

Hay una frase que ha roto miles de corazones. Es increíble cómo cuatro simples palabras pueden destrozar por completo un mundo de ilusiones que creímos que estaba a punto de hacerse realidad:“TE QUIERO COMO AMIGO/A”. ¡Bienvenidos a la Friendzone!

 

Partamos de una diferenciación imprescindible:una cosa es la amistad entre el hombre y la mujer, y otra muy distinta, la friendzone. En la amistad entre el hombre y la mujer, ambos están en acuerdo enque su relación es amistosa, y se podría decir que casi se trata de una hermandad. Los lazos afectivos están claros, en acuerdo disfrute mutuo. Pero en la friendzone no hay un acuerdo acerca del tipo de relación que pretenden llevar las personas involucradas: una desea una amistad y la otra, amor romántico.

 

El problema surge cuando uno quiere dar el salto de la relación amistosa a la relación amorosa, y no hay del otro lado un panorama claro del deseo o intenciones. Así, hacer una declaración de las emociones puede poner en juego la construcción más valiosa que los une: la amistad. Hay personas que se la juegan el todo por el todo y personas que,ante la duda y con el temor de perder a esa persona tan especial, callan, guardan y ocultan sus sentimientos. Entonces… ¿qué hago? ¿Corro el riesgo de arruinar una amistad por el riesgo deconquistar al amor de mi vida? Te dejo algunos consejitos…

 

La comunicación es clave

 

Nadie va a leer tu mente y tus intenciones. Hablar por Whatsapp, enviar memes, salir por una cerveza o merienda… Estas no necesariamente son declaraciones de amor. Tal vez lo que para uno signifique una cita, para el otro es una simple salida de amistad sin compromisos afectivos.

 

¡Las indirectas NO sirven! Los hombres no las comprenden, y a las mujeres les aburren. El hombre necesita que le sean claro: ellos nacieron sin el “cosito de capturar indirectas”, así que toman las palabras en forma literal. Por eso, al momento de exponer tus intenciones, no juegues a la búsqueda del tesoro dejando pistas, pues no las va a descubrir, o tal vez se le despierte una leve sospecha 84 años más tarde. ¡Sé clara!

 

Y si hay algo que las mujeres detestan, son lasvueltas o las declaraciones “en broma”. Lo que más busca una mujer de un hombre es seguridad: la mujer necesita sentirse segura de la persona que tiene a su lado. Frases lanzadas al aire, que le calzan a cualquiera, nunca serán tomadas en serio; reacciones de historias de instagram con fueguito no nos da a pensar “se quiere casar conmigo”: solo es un indicio de que está tirando línea buscando qué pescar. ¿Querés que la otra persona note tus intenciones? No hagas “lo evidente”: hacé lo especial y te ahorrarás un largo camino de incertidumbre.

 

Acepta la amistad o restringe la relación

 

No hay nada de malo con ser amigos, así que no te autoimpongas el rótulo del rechazado, porque eso generará una herida en tu corazón. Quítale el drama: a todos nos pasó o pasará alguna vez. Simplemente no era mutuo. No te condenes a sentirte víctima de la situación. Trabaja en la inteligencia emocional, si deseas conservar la amistad, o sé radical y corta la relación si crees que estar cerca de la persona afectará negativamentetus emociones.

 

Todo depende del grado de involucramiento afectivo que tengas hacia la otra persona. Si estás completamente enamorado, lo mejor será alejarte de ella hasta que puedas superar este vacío que genera el no ser correspondido/a. Pero, si solo sientes una atracción, tal vez puedas conservar la amistad aceptando tu lugar. La decisión es tuya, pero toma una decisión y sé fiel a ella.

 

El “si” y el “hubiera”

 

Hay una hermosa película romántica titulada“Cartas para Julieta”, y en el final (sí: ¡les voy a spoilear el final!) leen una carta. En un fragmento de ella dice así: “El «si» y el «hubiera» son palabras que separadas pueden parecer muy inocentes. Pero, ponlas juntas, lado a lado, tienen el poder de acosarte por el resto de tu vida…”.

 

“Si hubiera…”. ¡No te quedes con el qué habría pasado “si hubiera..” expresado mis sentimientos! ¡Arriésgate, salta! Porque un día puedes lamentarlo. La paz que vas a experimentar por haberlo intentado es impagable.

 

***

 

Nadie ha muerto por sobredosis de friendzone, ni es una desilusión amorosa insuperable. Un amor no correspondido, una relación fuera de tiempo, personas incompatibles en visión y proyección de un fututo y/o valores, un “no es por ahí”…, y tantas otras cuestiones nos conducen a tener que renunciar a alguien. El camino más fácil para sentirse sano, libre y en paz con uno mismo es intentar y aceptar.

 

Cuando se trata de amor, no te limites. Hoy nos cuesta mucho desnudar el corazón, porque nadie quiere ser “intenso”. Pero, si vas a amar, ama con todas tus fuerzas, acepta el reto. Porque amar acarrea implícitamente el riesgo de ser rechazado, y, ¿sabes qué? ¡No hay nada de malo en eso! Solo se trata de aceptar y desarraigar aquellas emociones que solo nosotros hemos generado. Pero seguro hay alguien que sí muere por ellas: ¡date la oportunidad!

 

Por cualquier duda, podés consultarme por Instagram: @pepyecheverria

5 prioridades que tomamos durante nuestro noviazgo

Cuando nos comprometimos para casarnos, faltaban 8 meses para el día de la boda. Teníamos el tiempo justo y por eso priorizamos lo que nos parecía más importante para estar preparados para el gran día… y los días siguientes, hasta que la muerte nos separe. Siempre supimos de la necesidad de estar en constante formación sobre el estado de vida en el que te encuentres. Tu vocación particular es lo más valioso de toda tu vida, ha sido el llamado directo de Dios para ti, para que seas feliz, para que seas santo.

 

Es vital buscar los medios para prepararte mejor. Si bien lo pueden empezar desde solteros o enamorados cuando aún tienen más tiempo, la etapa del compromiso es un tiempo especial para “cerrar” los temas “difíciles”. Prioricen, agenden, busquen con sus contactos o en parroquias, compartan con otros matrimonios, etc. Proyéctense juntos. Nunca va ser suficiente formación en este hermoso camino del matrimonio. Si lo aprovechan bien, ese tiempo de formación en pareja será un regalo para ustedes dos, donde van a poder compartir experiencias para conformar una familia sólida y enamorarse aún más el uno del otro.

 

#1 Sanar heridas personales.

 

Este proceso empezó antes de ser novios pero dio sus frutos en ese tiempo. Descubrimos con acompañamiento psicológico mucho de nosotros mismos y que algunos temas del pasado afectaban directamente nuestro comportamiento y dañaban la relación. Con mucha transparencia y esfuerzo empezamos el trabajo de cambiar primero cada uno como persona para que luego pueda haber un mejor nosotros.

 

#2 Formación en “la teoría”

 

El matrimonio es un sacramento (natural y cristiano) y esas dos realidades implican una filosofía detrás; entender lo mejor que podamos esto (a través de libros, charlas, encíclicas o cursos) nos preparará para comprender mejor la experiencia. No hace falta ser teólogo para casarse pero ayuda mucho entender que el autor del matrimonio es Dios y cuál es la fórmula infalible diseñada por Él para vivirlo. ¡No dejen de estudiarlo!

 

#3 Formación en “la práctica”

 

Uno puede ser experto en matrimonio, pero también tienes que ser experto en la persona con la que contraes matrimonio. No siempre es útil sacar el catecismo en plena discusión, por eso es indispensable “aprender a pelear”; los lenguajes del amor, del perdón, la comunicación suave y demás “habilidades blandas” en las que deben entrenarse durante el noviazgo. Todos estos cursos los llevamos con el psicólogo católico que nos acompañó en nuestro proceso de sanación, los libros los leímos juntos para dialogar de lo que íbamos aprendiendo.

 

#4 Conocer testimonios

 

Cada matrimonio y familia es diferente y muestra una faceta de la profundidad del sacramento. Durante nuestro noviazgo perseveramos en un grupo con otras parejas de nuestra edad con las que podíamos compartir inquietudes y anhelos pero también visitamos a matrimonios mayores que consideramos ejemplares para nuestra vida y que con sus historias nos demostraron que es posible ser fiel aunque pasen los años.

 

#5 Abrir un blog

 

No necesariamente tienen que hacer esto, pero a nosotros nos sirvió para recopilar todos nuestros aprendizajes y sobre todo para aprender a trabajar juntos en un proyecto; organización, fechas, repartir tareas, etc. El matrimonio exige ser un equipo para todo, desde lo más simple o superficial como pagar cuentas, ordenar la casa hasta lo más profundo y trascendental como criar hijos. Cualquier proyecto en común es bueno para conocer cómo “trabaja” el otro y cómo eso se proyectará en nuestra vida matrimonial.

 

Durante el matrimonio, debemos buscar “actualizaciones en nuestro rubro”. Podrías incluso repetir cursos, charlas sobre relación de pareja o matrimonio (hay tantísimo de qué hablar) y te aseguro que sacarás una enseñanza nueva, recordarás muchas cosas y podrás volver a ponerlo en práctica en tu ahora matrimonio.

 

El matrimonio es una vocación hermosa y también exigente lo cual es maravilloso porque justo en el vivir esa exigencia de la mejor manera: con alegría y paciencia, con entrega y sacrificio, es cuando podrás alcanzar la santidad en tu matrimonio.

 

@MinutoyMedioBlog