El hombre invisible

En el ámbito de las relaciones amorosas, se tiende a ver a las mujeres como las protagonistas de sus historias. Por ejemplo, cuando se comprometen para el matrimonio, cuando se embarazan, cuando dan a luz, no es difícil que todos salten de alegría primero hacia ella, antes que hacia él. Los hombres son como personajes secundarios en una aparente película femenina. Lo curioso es que, a pesar de que hay una “mayor” consideración hacia la mujer, esto esconde un peligroso machismo, que refuerza estereotipos de que el hombre no se emociona, no siente, no disfruta el amor. Y, lejos de ensalzarlo o hacerlo “más fuerte”, sucede todo lo contrario: el hombre queda invisibilizado.
Necesidad de ser reconocido
Se entiende el protagonismo de la mujer, porque tienden a ser más empáticas con las emociones, y no temen exteriorizarlas. Por el contrario, el hombre tiene un paradigma según el cual se muestra estable emocionalmente, ante las buenas noticias y las malas. Por ejemplo, ante la pérdida de un hijo, es más probable que se muestre introvertido o no exprese lo que siente, a pesar de que interiormente esté destrozado. Es probable que pase más desapercibido que su esposa, y que a lo largo del tiempo las personas recuerden más lo que le pasó a ella, y olviden que también lo pasó él. El problema es que ese sentimiento nunca mostrado se acumulará en el tiempo, e influirá en la personalidad del hombre.