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Día: agosto 16, 2022

5 Reflexiones sobre las relaciones a distancia

Si estás pasando por esta situación o estás a punto de vivirla, acá te dejamos algunos puntos importantes que nos sirvieron a nosotros cuando tuvimos que llevar nuestra relación a distancia durante un año.

Nuestra historia

Definitivamente fue una de las etapas más difíciles de nuestra relación. Especialmente porque, cuando nos separamos, recién teníamos juntos 6 meses y éramos muy jóvenes: teníamos 20 y 23 años. Nos separamos porque me fui a estudiar a París un año. Y claro, no faltaron quienes nos lanzaron las típicas frases: “amor de lejos, felices los cuatro”. Y otras de ese tipo, que no hacían más que desanimarnos.

No teníamos planes de vernos y reencontrarnos durante ese tiempo porque ninguno tenía las posibilidades económicas de viajar cruzando el charco. Además, nos jugaba en contra la poca tecnología de la época, a comparación de la de ahora. ¡Y ni qué decir de las 7 horas de diferencia!

En fin: a los 8 meses de estar separados yo pude regresar a Lima por cuatro días, casi de milagro. Gracias a ello pudimos repotenciar la relación, que parecía que ya se venía abajo. Y de esta experiencia aprendimos mucho.

Algunas reflexiones

#1 El que se va, deja todo: amigos, familia, rutina, comodidades, etc.

Para esta persona todo será nuevo. Para el que se queda, aunque ya no tendrá la misma rutina con su pareja, siempre tendrá su casa, sus mismos, sus amigos, los mismos lugares que frecuenta… Sería difícil pensar que todos estos cambios no afecten y cambien a quien se ha ido lejos. El tema está en ordenar ese cambio para el bien de uno. Tienen que entender que, al reencontrarse, ambos serán personas distintas, pero apuntar a que ese cambio sea para ser una mejor persona.

Mantener las buenas amistades, fortalecer la vida de fe, tener disciplina para los estudios, trabajo o deporte, tener bien claros tus principios no negociables y esforzarse por ser ordenado pueden ser puntos clave que los ayuden para atravesar esta situación.

#2 Ambos deben tener claro hacia dónde va la relación.

Y con esto deben trabajar aún más, y comprometerse a sacarla adelante a pesar de las dificultades que se presenten. Pensar en “vamos a ver qué tal nos va” y flojear o pensar que puedo esforzarme menos o seguir igual no los ayudará cuando las cosas se pongan difíciles.

Por el contrario, si soy consciente de que esto va en serio, pondré los medios para que, a pesar de todas las contrariedades, se pueda salir adelante. Este tiempo es perfecto para trabajar más en el compromiso que cada uno pone en la relación.

#3 Hablar todos los días.

Aunque sea 15 minutos, de cosas más importantes que el clima. ¿Cómo estás?, ¿qué piensas?, ¿cómo te sientes?, ¿cómo te fue hoy? Pero también entender los tiempos de cada uno, especialmente si no están en el mismo país o no tienen los mismos horarios y la rutina ha cambiado.

Los problemas se van a maximizar en la distancia. En la falta de comunicación, o mala comunicación, en no coincidir en tiempos y espacios… Por eso deberán cuidar las formas en las que se dicen las cosas y en cómo se recibe el mensaje.

#4 Definir fechas en las que puedan viajar y volver a verse.

Altamente recomendable. La comunicación virtual nunca será igual que la presencial. Y si el tiempo que se van a separar es muy largo, lo mejor será que pongan todos los medios para que reencontrarse. Un abrazo, una mirada, una salida juntos nunca podrán ser reemplazados por una pantalla.

#5 Tengan en cuenta que la distancia será temporal.

Tengan en claro que este tiempo de separación es solo un periodo que tendrán que atravesar. Que será algo temporal y que luego vendrán otros planes. Una relación seria planificará qué pasará después de ese tiempo separados, o por lo menos tendrán algunas metas a mediano plazo. Ambos deben estar de acuerdo en esto y, si en el camino surgen nuevas oportunidades y cambios inesperados, también se debe buscar la manera de volver a estar juntos y no dejarlo simplemente en “ya veremos qué pasa”.

* * *

Como recomendación, si lo piensan, esta es una buena oportunidad para conocerse de una manera distinta, pero sobre todo para madurar. Si estás pasando por esta situación, piensa que todas las dificultades se pueden aprovechar para crecer en el amor. ¿Qué mejor que este tiempo para lograrlo? ¡Ánimo! Cada día es una nueva oportunidad para trabajar en eso.

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¡Queremos hijos! Pero antes…

Cuando era niño, Jorge decía que quería tener 14 hijos. Su familia siempre le bromeaba sobre cómo pensaba hacer cuando le pidieran ir a KFC o sobre que tendría que comprar un bus escolar para viajar todos juntos. Con el tiempo ese número fue disminuyendo, pero el anhelo de una familia con varios hijos se mantuvo.

 

De ahí que, cuando nos reencontramos y decidimos casarnos, sabíamos que implicaba necesariamente hablar de hijos: cuántos, cada cuánto, qué escuela, dónde criarlos, cómo les transmitiremos la fe y miles de temas más. Lo bueno es que, conversando en un parquecito sobre el tema, coincidimos en que queríamos cuatro hijos, pero también coincidimos en algo más: una vez casados, queríamos esperar un tiempo para tenerlos. Esta decisión fue bastante natural para los dos. Nuestra historia nos hacía mirar con mucha ilusión el momento en que por fin seríamos esposos y crearíamos un hogar completamente nuevo y nuestro. Y aunque parte de ese sueño son los hijos que Dios quiera para nosotros, también descubrimos el inmenso deseo de tener un tiempo en el que nos dedicáramos a seguir construyendo (porque empezamos a hacerlo desde enamorados, y con más fuerza en el noviazgo) las bases de lo que será toda una vida amándonos cada día más.

 

Nos parece necesario aclarar que esta decisión es 100 % de nuestra familia y completamente adaptable a lo que fuéramos descubriendo como cónyuges a lo largo de esos dos años. Si una pareja se casa y decide tener hijos inmediatamente, está muy bien. Y lo mismo si hay razones que ustedes consideran prudentes y de peso para espaciar los hijos por algunos meses o incluso años (en nuestro caso, una de las razones también fue el proceso médico que uno de los dos estaba llevando).

 

Algunas reflexiones

 

Esta decisión, además de que la tomamos juntos y delante de Dios, siempre ha tenido presente 3 puntos que nos permiten vivirla en paz:

 

#1 Siempre abiertos a la vida

 

Los hijos son consecuencia del amor de los cónyuges, una expresión viva de la unión matrimonial y parte importante del compromiso que asumimos frente al altar. Por eso era (y es) muy importante el estar siempre abiertos a la vida y buscar un método natural para lograr espaciar los hijos (nosotros utilizamos el Método Creighton, el cual nos permite reconocer los signos de fertilidad y con esa información tomar decisiones). Nosotros podemos tener nuestros planes, pero la primera y última palabra siempre debería ser de Dios.

 

#2 Nuestra familia ya está completa

 

Cuando nos casamos, nos convertimos en una familia nueva, única y, sobre todo, completa. Los hijos no llegarán para llenar un vacío, sino como un regalo inmerecido, que hará a la familia más grande y ensanchará nuestros corazones para amar cada día más. Es así que, si llega uno, dos, catorce o ninguno, nuestra familia ya cuenta con todos sus miembros.

#3 Seguir creciendo, madurando y formándonos

 

No tener hijos no significa “vacaciones todo el año”. Es mucho lo que no sabemos y tenemos por aprender como esposos, pareja y si Dios quiere, futuros padres. Y este tiempo es perfecto para eso: para leer, conversar con amigos que ya son papás o también han decidido esperar, cuidar a uno que otro bebé (para ir practicando) y seguir soñando y trabajando por ser la familia que tanto anhelamos.

 

* * *

 

Y eso ha sido todo por ahora. Les pedimos que tengan a nuestra familia y, una vez más, si Dios lo permite, nuestra futura paternidad y maternidad en sus oraciones. Cuentan con las nuestras y nos vemos en el siguiente artículo.

 

Pía & Jorge

@cadadiamasblog

Lucha por sus sueños

Cuando alguien me pregunta qué consejo rápido daría a alguien para mejorar su relación de pareja, yo digo lo mismo que decía John Gottman, el gran gurú de temas de pareja: “lucha por sus sueños”. ¿Y tú? ¿Conoces los sueños de tu pareja? ¿Luchas por ellos? Aquí te doy unos sencillos consejos.

 

Amarse es conocerse

 

La comunicación es crucial para que una pareja funcione. Y para comunicarse es necesario conocerse, y hacerlo en profundidad: conocerte a ti mismo y conocer también al otro. Y hay un aspecto clave que demuestra que nos conocemos y que conocemos bien a la persona a la que amamos: aquello con lo que soñamos.

 

¿Cuáles son TUS sueños?

 

El primer paso es conocerte a ti mismo: saber tus metas y compartirlas con quien más quieres. ¿Cuál es tu sueño? ¿Qué te gustaría hacer o ser en el futuro? ¿Qué es lo que te haría ser más feliz? Esos son tu sueños. Ese es tu gran sueño.

Tu sueño te hace levantarte cada mañana con un objetivo. Te hace crecer cada día y tener ilusión por algo que te hará mejor.

 

No hay ninguna realidad que no haya sido antes un sueño. Primero, sueño; después, realidad. Pero esos sueños tienen que ser realistas. ¡Ah! Y no basta desearlos, sino que es fundamental luchar por ellos, dividiéndolos en pequeñas metas intermedias. Solo así podrán ser una realidad y no convertirse en una frustración. Luchar por tus sueños te hará tener energía cada día para seguir avanzando y vivir con ilusión.

 

¿Cuáles son SUS sueños?

 

Si las penas compartidas son la mitad de tristes y las alegrías compartidas son el doble de alegres, los sueños compartidos son también el doble de ilusionantes. Por esta razón, si quieres de verdad a alguien pregúntate: ¿conozco sus sueños? ¿sé qué es lo que llenaría sus días de ilusión? Y, entonces, ya solo queda luchar también cada día para que ese sueño del otro se convierta en una realidad.

 

Que sus sueños sean tus sueños

 

Por lo tanto: primero conocer los sueños propios. Y, después, los del otro. Y eso no siempre es tan sencillo. O, a lo mejor, sí. Y, si no lo es, siempre puedes preguntar: “Cariño, ¿cuál es tu sueño? – Déjame que lo adivine”… Y, después, seguir las mismas reglas que con los sueños propios: ver si son realistas y fijarte tú (sí, tú) pequeñas metas para conseguir los sueños del otro. O para ayudar al otro a conseguir sus sueños. Pequeñas metas, para alcanzar pequeños pasos que nos lleven a los dos a conseguir su sueño.

 

Pero piensa también que las metas no dan la felicidad. La felicidad no se alcanza en la meta, sino en el camino. Y si el camino que da la felicidad lo recorremos juntos, mejor una felicidad juntos.

 

¿Y si soñamos lo mismo?

 

Si nuestros sueños son compartidos, si los dos soñamos con la misma meta, entonces fijarse pequeñas metas e ir midiendo los avances será un camino que os una más. Los sueños compartidos son siempre el doble de ilusionantes y el doble de motivantes. ¡Y yo diría que son el doble de posibles!

 

En una palabra: Si luchar por mis sueños hace que mi vida sea ilusionante, vivir por los sueños de la persona a la que amas hace que la vida de los dos se convierta en una ilusión compartida. Y si el sueño es compartido, será una aventura maravillosa ¿No crees que vale la pena?

 

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Por tanto, si quieres un truco rápido para mejorar tu vida de pareja, lucha por los sueños del otro: primero, conocerlos, verbalizarlos y compartirlos. Y, después, luchar por ellos como si fueran los tuyos. O, mejor, hazlos tuyos y lucha por ellos. Con pequeñas metas, con objetivos conjuntos y compartidos. Y, si consigues que los dos tengáis el mismo sueño compartido, haréis de esa lucha una maravillosa aventura juntos.

 

Puedes seguir a Fernando Poveda en su cuenta de Instagram: @laparejaquefunciona.