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Día: marzo 13, 2022

Cuaresma: Tiempo de volver al amor

Hoy no podemos ser ajenos a lo que viene sucediendo en el mundo: guerras, conflictos, cultura del descarte, falta de temor de Dios… Es así que, habiendo iniciado ya este camino de reflexión, se torna importante repreguntarnos qué es lo que verdaderamente anhelamos para esta vida.

 

Lamentablemente, estamos viviendo tiempo difíciles, que, en algunos casos, nos angustian y conmueven, y por otros, simplemente pasan desapercibidos, porque creemos que no nos “afecta directamente”. Y, ¡cuánto daño nos hace eso! Empezamos entonces a vivir movidos por el egoísmo y el narcisismo.

 

Es así, que creemos que es ahora es hoy el momento que necesitamos para retornar a vivir en el amor. Y para ello será necesario retornar a aquel amor que nos amó primero, y que nos amará hasta el fin de nuestros días. ¡Este tiempo de cuaresma, tiempo de reflexión, es realmente importante para nosotros y debemos aprovecharlo!

Y para ello, te contaremos 3 encuentros que nos sirvieron muchísimo a nosotros para volver a aquel primer amor.

 

#1 Nuestro encuentro con la formación

 

En esta semana, estuvimos formándonos presencialmente: un encuentro que anhelábamos hace mucho con nuestros asesores y sacerdotes, ya que definitivamente es una alegría retomar estos espacios. Pudimos formarnos en nuestra fe, conversar abiertamente, preguntar, consultar, y recibir mucho amor de parte de ellos, a través de su conocimiento.

 

Es a través de este encuentro con la formación, que pudimos entender que necesitábamos ordenar nuestra vida, nuestras acciones, etcétera. Hablamos de la importancia de gozar de la vida de los santos e imitar a Cristo en lo más pequeño que hagamos.

 

Porque bien decían nuestros sacerdotes que el pecado nos aleja de Dios, de su amor, que rompe nuestra relación con Él. Y es necesario luchar a través de la conversión interna de mente y corazón.

 

Necesitamos cambios en nuestra vida, y la cuaresma es el tiempo perfecto: busquemos el arrepentimiento por nuestras faltas y volvámonos a Dios, la verdadera razón de nuestra existencia.

 

#2 Nuestro encuentro con la Eucaristía

 

Así como el alimento corporal sirve para restaurar la pérdida de fuerzas, la Eucaristía fortalece la caridad que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales (cf Concilio de Trento: DS 1638). Dándose a nosotros, Cristo reaviva nuestro amor, y nos hace capaces de romper los lazos desordenados con las criaturas, y de arraigarnos en Él (CIC 1394).

 

En cuaresma, aprendemos a conocer y a apreciar la cruz de Jesús, aprendemos a mirarlo a través de su sacrificio y entrega. Aprendemos a gozar de Él en la Eucaristía, porque es así como se ha quedado con nosotros para todos los días. Y qué bello el poder tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección y así volver siempre a Él, nuestro primer amor.

 

Pues al ser la eucaristía el culmen de nuestra vida, no hay forma de anhelar nada más que ello y la búsqueda de nuestra santidad.

 

#3 Nuestro encuentro con el prójimo

 

El cambio en nuestra vida es necesario, y más aún cuando ese cambio es capaz de abrir el camino de la paz y la reconciliación. En cuaresma, buscar el arrepentimiento por nuestras faltas, y volvamos a los demás a través del perdón, es encontrarnos con el mismo Cristo.

Pues, aunque este tiempo sea el exclusivo de perdón infinito y reconciliación fraterna, , cada día durante toda nuestra vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el rencor, el odio, la envidia y los celos, que corrompen y se oponen a nuestro amor con Dios y los demás.

 

Amarás a Dios sobre todas las cosas, y a tu prójimo como a ti mismo. ¡Seamos agentes de paz y amor en todo el mundo!

 

* * *

 

Recuerda que, mientras más participemos de la vida de Cristo, más oportunidades tendremos de vivir en amor para el otro, amarlo hasta el extremo como Cristo nos amó. Así que te invitamos y animamos a no desfallecer en seguir celebrando vivamente este encuentro privilegiado que Dios nos ha concedido: la eucaristía. Esta oportunidad de ser un solo cuerpo con Jesús, ordenando nuestra propia vida con todas sus dimensiones, y enseñándonos y a siempre hacer su voluntad.

 

Abrámonos a la escucha, abramos nuestros oídos del corazón, pues el Señor que en este tiempo quiere decirnos lo mucho que nos ama a través de nuestra propia vida y de su sacrificio en la cruz. ¿Quieres volver a Él? ¿Quieres ser santo? Este es el camino.

 

Para conocernos más, puedes buscarnos en Instagram: @compisdeus

«Soltar» no es nada fácil

Según el diccionario, “soltar” es lograr que alguien o algo deje de estar atado o retenido. Y según la experiencia, el verbo “soltar” es una acción que marca en nuestra vida un punto de inflexión. También lo podemos visualizar gráficamente como el vértice de una parábola positiva: gradualmente, venía en decrecimiento, y a partir de su vértice, ¡comienza el ascenso! En definitiva, es un punto de quiebre

 

Soltar: soltar el amor no correspondido, soltar el amor que no fue. Soltar a la persona que me hirió, soltar el futuro que sólo imagine. Muchas veces, este punto de quiebre duele, pero…, ¡wow, qué liberador y sanador es tomar esa decisión cuando la situación así lo requiere!

 

¿Por qué nos cuesta tanto soltar?

 

Muchas veces nos aferramos a personas, o abrazamos con fuerza de pertenencia situaciones por miedo, incertidumbre o inseguridad. Tenemos temor a estar sin ellas; y ese miedo y esa falta de decisión provoca, que acumulemos sentimientos negativos, que tienen que ver con esas cosas o personas que no estamos dispuestos a dejar ir. Así, creamos una dependencia emocional que ata nuestra mente y emociones.

 

Nos cuesta mucho soltar porque a nadie le gusta darse por vencido, porque no es sólo lo que vivimos, sino lo que imaginamos que viviremos. Yesa esperanza de un futuro utópico muchas veces nos hace perder de vista la realidad que estamos atravesando. Nos cuesta mucho soltar porque amamos, pero también porque a veces amamos mucho a alguien más, pero estamos carentes de amor propio.

 

Nos cuesta mucho soltar, porque soltar no es una emoción que vamos a sentir, sino una decisión que tenemos que tomar con convicción. Y ahí estamos sumergidos en un círculo vicioso sin salida, peleando entre la decisión y el arrepentimiento. Pero ya lo dice la Biblia: “Determinarás asimismo una cosa, y te será firme; y sobre tus caminos resplandecerá luz” (Job 22, 28). No se trata sólo de tomar una decisión, sino de sostenerla cada día.

 

¿Cuándo es el momento de soltar?

 

Vivimos en el mundo de lo descartable: se ha devaluado la lucha por la construcción, el esfuerzo por arreglar las cosas y por poner en acuerdo. Creo fervientemente que las personas no son descartables, y que a las relaciones se las cuida y trabaja todos los días.

 

Pero también debe haber un límite: agotá todas las estrategias, formas y dinámicas que se te ocurran, para no dar por perdido algo o alguien. Esforzate en hacer realidad lo que un día soñaste. Pero, cuando hayas dado absolutamente todo lo que podías ⎯y me atrevo a decir que y un poquito más también⎯, ya está: ¡soltá!

 

Cuando diste todo, pero del otro lado no hay respuesta, no hay más nada que puedas hacer. Nosotros no tenemos el poder de cambiar a las personas: son decisiones personales en su voluntad. Cuando continuar algo implique la pérdida de dignidad humana o vulneración de tus emociones…, es tiempo de soltar.

 

Consejitos para soltar

#1 Aceptá.

Aceptá la realidad. Aceptá y asimilá lo que realmente fue. Y que no hay nada que podamos hacer para cambiar el pasado. Aceptá que la decisión va a doler, que es un duelo que vamos a tener que atravesar. No lo podemos negar ni evadir: mientras más rápido lo acepte, más rápido va a sanar.

 

#2 Ponele límite a tus pensamientos.

Es inevitable que tú mente constantemente quiera reconstruir cuadros vividos, quiera inventar finales distintos o venga a torturarte con el “qué hubiera pasado si…”. Si llegaste hasta acá, es porque tenés las razones suficientes como para una decisión contundente. Ganá la batalla de la mente: no permitas que pensamientos negativos opaquen tu nuevo comienzo. Alimentá tu mente y alma con semillas positivas, no vivas en el pasado, y no olvides que lo más importante es tomar todos los días la misma decisión.

#3 Disfrutá.

Viví con intensidad, disfrutá de los pequeños tesoros que nos regala Dios cada día. Apreciá a quienes te rodean, dale valor a lo que hoy tenés en tus manos, y trabajá para multiplicarlo: ¡dones, talentos, pasiones, amor! Emprendé cosas nuevas que te guste hacer. Disfrutá de las pequeñas cosas! Dejá tu pasado atrás, y empezá a vivir.

 

* * *

 

Las mejores decisiones que podemos tomar son aquellas que nos conducen a la plena felicidad y paz ! Justamente, a veces necesitamos soltar aquello que sabemos que no nos conduce a ninguna virtud, y sólo amarga nuestra vida.

 

Soltar es una cualidad altamente costosa, no porque traiga sufrimiento eterno ni dolor desgarrador en el alma; sino porque solo los valientes, muy valientes, son capaces de tomar a tiempo esta decisión, que le hará pasar de un estado de sepultura del futuro a sepultura del pasado! Ánimo: ¡esto también pasará!

 

Por cualquier duda, podés consultarme por Instagram: @pepyecheverria

La “sexualidad católica” está equivocada

La “sexualidad católica” es un error, porque no existe. Nos explicamos. Algunas veces, vemos anuncios de este tipo: “Sexualidad para católicos”. Ahora bien, ¿de verdad hay una sexualidad propia para católicos?

 

Derribando un mito

 

La verdad es que no. Nos encontramos con personas que dicen “Como soy católico, esto no me está permitido”: parece que, si no fueran católicos, vivirían su sexualidad de otra manera.

 

En nuestra opinión, hablar de “sexualidad para católicos” es una gran equivocación, y lleva a conclusiones muy erróneas. Es cómodo refugiarse en el Señor y ponerlo de “parapeto”, y que nos permita no cavilar acerca de la razón de nuestra forma de actuar. Es más fácil, ante determinada pregunta, contestar “Lo dice la Iglesia”. ¿Cuál es la razón por la que la Iglesia dice eso? Esa es la cuestión a reflexionar.

 

Con mirada divina

 

En nuestro libro Sexo para inconformistas hacemos el ejercicio de explicar la sexualidad humana sin poner a Dios de “defensa”. Dios quiere ⎯eso pensamos nosotros⎯ que:

 
  • Hablemos a la humanidad entera, no solo a los católicos. Tenemos que ser universales: es lo que significa católico, llegar a creyentes y no creyentes.

 
  • Atendamos a lo que Él nos dice que está bien y mal para el ser humano. Nosotros solamente tenemos que buscar una explicación de todo esto.

 
  • Disfrutemos de nuestra sexualidad. Para disfrutar de nuestra sexualidad, tenemos que conocerla y aceptarla. Disfrutar de nuestra sexualidad no es practicar sexo: es sentirse a gusto con nuestro cuerpo y con nuestra manera de sentir. No despreciar ni envidiar al otro sexo, y ver en él un complemento en vez de un enemigo.

Dar razones profundas del accionar propio

 

Debemos formarnos bien, y pensar el porqué de las cosas. Ahora bien, “Lo manda la Santa Madre la Iglesia” no sirve: Dios quiere que tengamos “don de lenguas” para todo el mundo. Es como aquel de la parábola que escondió la moneda y no negoció con ella. En nuestra opinión, si los católicos nos cerramos en nosotros mismos y formamos guetos católicos, nos estaremos equivocamos.

 

Dios nos ha dicho cómo se vive bien la sexualidad, y nosotros decidimos si queremos o no vivirla así. El Señor propone: no obliga. La experiencia nos dice que, si la vivimos así, somos más libres y felices.

 

Reflexiona por qué haces las cosas, para explicarlo a todo el mundo y a ti mismo. Nosotros creemos que reducirlo a “Dios lo ha prohibido”, en los tiempos que vivimos, resulta tan cómodo como inútil.

 

Vivimos una época muy interesante, en la que o sabemos dar razones de nuestra forma de actuar, o la propaganda antirreligiosa nos arrinconará. Refugiarnos en la parroquia, en la asociación religiosa, en el club católico como recurso para aislarnos de la realidad es, eso pensamos, un error inútil. Porque nosotros, queramos o no, somos parte de esa realidad.

 

* * *

 

Los católicos tenemos mucho que decir en el tema de la sexualidad. Hay que dar luz, ser farolas, donde la gente vaya a buscar claridad para su oscuridad y dudas. Es una misión de todos los católicos.

 

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