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Una mamá es como una casa

“Una mamá es como una casa”, dice el hermoso libro-álbum que lleva esta frase como título. Es de la autora e ilustradora francesa Aurore Petit, y se los recomiendo mucho a todos aquellos que no le tienen miedo a emocionarse. Gracias a la particular relación entre las imágenes y el texto, la autora va describiendo la vida de la mamá y el bebé, desde la panza hasta los primeros pasos del niño.

 

A ella siempre podemos volver

Leemos en el libro: “Una mamá es como un castillo”, “Una mamá es como un remedio”, “Una mamá es como la luna en la noche”… Al final, mientras en la ilustración vemos cómo el niño se aleja caminando solito, el texto confirma: “Una mamá es como una casa”.

 

Repite el título. Como si dijera: “Una mamá es esta casa de la que se puede salir, y a la que siempre se podrá volver». Recomiendo enfáticamente esta hermosura de libro, pero además de hacer eso, quiero compartirles algo en lo que estuve pensando. Estuve redecorando un poco mi casa y, como siempre que uno hace algo que lo apasiona y que le insume tiempo, a veces las ideas se me van para ese lado.

 

Entonces, se me ocurrió algo que vale tanto para mamás como para papás. Si somos como una casa, ¿no deberíamos estar siempre «redecorándonos»? ¡Claro! Siempre deberíamos estar dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos, a hacer los cambios que sean necesarios para crecer.

Mirar hacia nuestro interior

Por supuesto, al decir que debemos “redecorarnos” no me refiero a que debamos recurrir a un centro de estética corporal, a pasar horas en la peluquería o a comprar maquillaje nuevo. Si queremos dar lo mejor de nosotros mismos, si queremos ser la casa más hermosa que podamos ser, tenemos que empezar por medirnos espiritualmente, para ver cómo estamos y qué necesitamos cambiar. Y entonces, sí, poner manos a la obra.

* * *

Sobre todo ante los desafíos de la paternidad, tenemos que estar dispuestos a mirar hacia nuestro interior, para corregir lo que hay que corregir, para explotar al máximo los talentos que Dios nos dio. Tenemos que estar dispuestos a rediseñarnos y a tirar todas las paredes que haya que tirar, para que finalmente las virtudes hagan que nuestras almas brillen, en acciones concretas, con sus mejores colores. Y vos, ¿estás dispuesto a redecorarte?

 

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