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¿Tus planes o los míos?

Mirar hacia el futuro implica hacer planes. Ya sean más o menos definidos, todos suelen tenerlos. ¿Qué ocurre cuando estoy en una relación y mis proyectos personales entran en conflicto con los de mi pareja? En una relación, ¿hay lugar para los planes personales?

 

Amar o usar

 

Amar es buscar el bien de la otra persona. Usar, en cambio, implica poner en primer lugar mi bien a costa de la otra persona. Cuando amo, el otro es para mí un alguien, un sujeto de amor; cuando uso, en cambio, el otro es para mí un algo, un objeto. Cuando amo, dejo que la otra persona sea ella misma; cuando uso, en cambio, trato de hacer de ella lo que yo quiero. El que ama deja en libertad; el que usa, busca poseer, controlar. Se ve, pues, que amar y usar son actitudes absolutamente incompatibles. En efecto, no es posible amar y usar a la misma persona, al mismo tiempo y respecto de lo mismo. Quien ama, no usa, y viceversa.

 

Tal vez una de las situaciones en las que se ve con más claridad la actitud de uso es la consideración del otro como un objeto de placer: te busco sólo por tu cuerpo. Sin embargo, la instrumentalización del otro puede revestir también formas más sutiles, y es importante prestarles atención.

 

En efecto, en la medida que uno va perfilando su propio proyecto de vida, uno empieza a encarar sus relaciones con ciertas consideraciones relativas al futuro más o menos definidas. ¿A qué edad casarse? ¿Cuántos hijos tener? ¿Casa grande o departamento? ¿Vivir en el campo o en la ciudad? ¿Qué tipo de auto? ¿Perro grande, perro pequeño, gato o ninguno? ¿Trabajo de oficina o freelance? ¿Empresa grande o microemprendimiento? ¿Vivir ahorrando o darse algunos gustos? ¿Un MBA en el extranjero, tal vez un doctorado? Y como estas, muchas otras. Y ya sea que uno tenga una respuesta híper meditada o no tan consciente, lo interesante es que uno suele llegar a esas respuestas solo. Y así como uno, la otra persona también tiene las suyas. En el marco de una relación, ¿cómo hacer para que la otra persona no se vuelva en un ítem más al que hacerle check en la lista de temas pendientes del proyecto personal de uno? Porque si ocurre así, no hay una actitud de amor, sino de uso.

 

El fin común

 

Cuando se trata del proyecto de vida, el riesgo de instrumentalización desaparece cuando cada uno empieza a asumir los fines del otro como propios. Pero no se trata aquí de incorporar los proyectos del otro en mi proyecto personal, sino de empezar a asumir que mi proyecto no es personal, sino de a dos. Evidentemente, esto supone negociar, pues puede haber planes o proyectos que sean incompatibles. Pero no se trata de negociar buscando cada uno inclinar la balanza para su lado, sino de buscar entre ambos aquello que sea mejor para los dos. Esto inevitablemente implicará renuncias de ambas partes.

 

Ahora bien, no se trata de caer a la primera salida con una lista interminable de temas, pues esto es algo que se debe ir dando de manera progresiva. Y se trata de una progresión que llega a su punto culminante en el matrimonio. En el matrimonio, se acabaron los planes y proyectos personales: todos los planes son de a dos. Pero no es que ahora no haya más espacio, por ejemplo, para el desarrollo profesional de alguno, sino que se trata de asumir que ese desarrollo profesional es un proyecto de la pareja. Por ejemplo, puede que ambos se muden al extranjero para que uno estudie un MBA mientras que el otro se quede en casa cuidando a los hijos. Pero lo importante es tener en claro que por más que sólo uno estudie, ambos hacen el MBA: el MBA de uno es el proyecto de la pareja.

 

A veces es más fácil tomar decisiones solo, especialmente en aquellas cosas que miran a la realización personal. Pero es importante tener en cuenta que, en la medida que uno está en una relación seria, las decisiones de uno afectan también al otro. Y el hecho de tener en cuenta al otro en decisiones personales que impactan sobre la pareja es un signo de madurez en la relación. Especialmente en aquellas cosas que miran al futuro. De hecho, la relación es más madura cuando esta clase de decisiones puede conversarse y tomarse de a dos.

 

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