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Métodos naturales, métodos artificiales

La aparición de anticonceptivos electrónicos está haciendo que gente que veía con desconfianza el uso de métodos naturales para prevenir embarazos empiece a cambiar de opinión. Es lo que ocurre, por ejemplo, con Natural Cycles. Se trata de una aplicación que uno puede descargar al celular, y que usa un algoritmo para calcular los períodos fértiles de la mujer. Esto a partir de la medición periódica de su temperatura corporal. Lo interesante de esta app es que no sólo se basa en un método natural, sino que su alto grado de efectividad le ha permitido obtener la certificación CE —Conformidad Europea— y la aprobación de la FDA —Federal Drug Administration— de los Estados Unidos.

 

Aplicaciones como ésta trabajan sobre un dato que no necesita ser probado entre los fans de los métodos naturales: los métodos naturales funcionan. Lo que sí, requieren una cierta disciplina para establecer una medición adecuada. Lo que hacen las aplicaciones es facilitar el cálculo. Ahora bien, siendo que tanto los métodos naturales cuanto los artificiales presentan índices razonables de efectividad, ¿en qué radica la diferencia entre ambos? Trataremos de dilucidarlo a la luz del amor.

 

¿De qué te proteges?

 

Cuando se habla de vivir la sexualidad de un modo responsable, una de las primeras cosas en las que se piensa es el uso de métodos artificiales para evitar embarazos. Si bien muchos de estos métodos ayudan también a prevenir enfermedades de transmisión sexual, la expresión sexo seguro apunta principalmente al control de la natalidad.

 

Muchas parejas que dicen amarse buscan expresar su amor teniendo relaciones sexuales. Eso que sienten es tan bueno, tan hermoso, tan puro, que buscan expresarlo a través de la unión de sus cuerpos. Y buscan hacerlo de una manera responsable, por eso se cuidan, por eso se protegen. Pero aquí hay una cuestión. Si eso que sienten es tan bueno, tan hermoso, tan puro, ¿por qué protegerse de sus consecuencias? Uno sólo se cuida de algo que puede hacerle daño. ¿Una expresión auténtica de amor puede acaso poner en peligro a la persona amada?

 

Amar es entregarse, buscando siempre el bien de la otra persona. Si uno se cuida de alguna consecuencia es porque, en el fondo, esa consecuencia es vista como un mal. Y por más que los métodos artificiales aleguen tener un alto índice de efectividad, ningún método es 100% seguro, por lo que siempre hay una posibilidad de un embarazo no deseado. En esas circunstancias, ese embarazo es visto como un mal. Ahora bien, si uno ama a su pareja, ¿la cargaría en brazos y la balancearía sobre un precipicio? Si verdaderamente hay amor, por más pequeño que sea el riesgo, ¿uno expondría a su pareja a algún mal?

 

Métodos naturales

 

Para empezar, los métodos naturales no son un método anticonceptivo. Son métodos para conocer los períodos de fertilidad de la mujer en orden a establecer cuándo puede quedar embarazada y cuándo no. De ahí que pueden usarse no sólo para evitar embarazos, sino también para conseguirlos. Además, en el caso de quienes los practican —especialmente matrimonios—, se busca que sean ambos los que lleven el control de los ciclos de fertilidad de la mujer. Esto en orden a que la decisión tener o dejar de tener hijos sea puesta en práctica por los dos. ¿Pero qué pasa cuando la pareja decidió no tener más hijos? Si se usa el método natural como método anticonceptivo, ¿cuál es la diferencia con el uso de un método artificial?

 

A la luz del amor, son dos las diferencias entre el uso de métodos artificiales y naturales. En primer lugar, lo propio del amor implica el reconocimiento y la aceptación de la persona amada tal como ella es. En el momento que dejo de considerarla como es y empieza a primar lo que yo quiero que sea, se corre el riesgo de hacer de ella un objeto. En esa línea, los métodos naturales parten de una aceptación de la mujer tal como ella es, y de la riqueza de su fertilidad con sus tiempos y ritmos propios. «Te quiero y te acepto como eres: fértil cuando eres fértil, e infértil en tus períodos de infertilidad». El método artificial, en cambio, deja de lado esta realidad, no considera a la mujer en toda su verdad. Se introduce el riesgo de la consideración del otro como un objeto.

 

En segundo lugar, el uso de los métodos naturales supone la aceptación de la expresión del amor con todas sus consecuencias. «Queremos todas las consecuencias de nuestro amor»; esto tanto en los períodos de fertilidad cuanto de infertilidad. Y al no imponer deliberadamente un obstáculo a la procreación, se mantiene vigente la conciencia del «puedo ser padre» o «puedo ser madre». Esto, claro está, en mayor o menor medida, según el momento en que tenga lugar la relación. Pero más allá de esto, el uso de métodos naturales supone una afirmación del amor, un amor cuya expresión es querida y aceptada por ambos de modo total.

 

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