top of page

Lo propio de ser mujer



Vivimos en un mundo hostil a la fertilidad. La fertilidad es vista como una carga, un lastre, un problema o un dolor de cabeza. Si bien esto se puede decir tanto del varón como de la mujer, es la mujer quien parece llevar la peor parte. Es la mujer la que padece de manera más evidente una separación entre ella y su propio cuerpo. Pero, ¿tiene que ser así? ¿Se puede abordar la fertilidad, en su complejidad, apreciandola, y reconociendo el valor del cuerpo de la mujer?

Reconocer el valor del cuerpo, no ignorarlo

El respeto que se debe al cuerpo humano no está dado por las habilidades que posee, sino justamente por ser el cuerpo de una persona. El “ser persona” implica necesariamente un cuerpo, no un cuerpo que se “posee”, sino uno que es parte de la identidad de la persona. En este sentido, el respeto al cuerpo debería ser igual, tanto para el varón, como para la mujer.

Es llamativo que, culturalmente —salvo que haya alteraciones o enfermedades—, es poca la atención que reciben las funciones que realiza el cuerpo de la mujer vinculadas a la fertilidad: ovular, gestar y lactar. La importancia de estas tres funciones radica justamente en la primera: ovular.

Ovular es el acto propio de la mujer, el cual la mayoría de las mujeres ignora y el sistema de salud pasa por alto. Ovular es central para la salud de la mujer, y ella jamás podrá ser verdaderamente libre —ni sobre su salud ni sobre su sexualidad—