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Dos poemas para abrir los ojos en esta cuaresma



El pasado miércoles, empezamos a vivir una vez más, junto con toda la Iglesia, el sagrado tiempo de la Cuaresma. Tiempo de oración, limosna, ayuno y abstinencia; tiempo, sin duda, de preparar nuestro corazón para la salvación que Cristo nos traerá en la Pascua. El sentir de este tiempo está signado por las admoniciones del Miércoles de Ceniza “Conviértete y cree en el Evangelio” y “Recuerda que eres polvo, y en polvo te convertirás”. Se nos invita a abrazar la vida nueva en Cristo, teniendo presente nuestra propia mortalidad.

Y creo que una de las mejores metáforas para representar esta conversión interior es la de la curación de la ceguera. Asombrosa imagen, ¿no es cierto? Por eso, hoy les traigo dos poemas vinculados con ella. Se trata de dos obras de autores españoles de la llamada Generación del 36 ⎯entre los cuales resuenan nombres como Blas de Otero y Miguel Hernández⎯, y en este caso, dos autores que compartían una fuerte amistad, en los ideales y en la poesía. Espero que estos versos nos inviten a dejarnos iluminar, en esta cuaresma, por el misterio del amor de Dios.