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Como trabajadora sexual, nunca lo recomendaría a otras mujeres

Advertencia: El contenido de este artículo puede llegar a ser bastante explícito y herir algunas sensibilidades. Si bien la traducción atenúa algunas expresiones, hemos querido que mantenga algo de la crudeza original para acercar al lector, con un mayor realismo, el drama que atraviesa una trabajadora sexual.

 

Por: Mysterious Witt*

 

Mi trabajo puede ser emocionalmente dañino y físicamente peligroso. No puedo aconsejar de manera ética a otra mujer que lo haga. Es normal que de vez en cuando una mujer me pregunte si puedo ayudarla a entrar en la industria del sexo. Esto suele ocurrir luego de enterarse de que gané el valor de un mes de renta en un par de horas de trabajo, o el hecho de que soy mi propia jefa y eso me permite organizar mis horarios y viajar cuando quiera. O tal vez me vio vestida con mi ropa elegante, mi cabello perfectamente peinado y mis zapatos Louboutins repiqueteando contra el suelo mientras camino. Piensa en lo sofisticada que me veo. ¡Qué vida tan glamorosa debo vivir! ¡Ella también quiere vivir esta vida!

 

Sí, el trabajo sexual me ha ayudado de muchas maneras, pero, día tras día, este trabajo puede ser agotador a nivel emocional. Y también puede ser peligroso. Por eso, lamentablemente, incluso como trabajadora sexual, no recomiendo que otras mujeres entren en mi industria. La verdad, no puedo aconsejar de manera ética que otras mujeres sigan mi elección de carrera al ver los inconvenientes y peligros inherentes de tener esta ocupación.

 

El trabajo sexual puede dañarte a nivel emocional

 

Cuando te dedicas al trabajo sexual —de cualquier tipo—, puede devorarte emocionalmente. En mi caso, los hombres tratan de estafarme todo el tiempo. Un ejemplo es cuando tratan de pagar por una sesión virtual con una tarjeta falsa. Otro ejemplo, es durante una sesión con cámara que se inicia a través de una llamada telefónica —que es la forma en la que facturo la sesión—, y accedo a encender también mi cámara. Debido a que esta tiene un micrófono, le hablo a mi cliente de esa manera, lo que le da la oportunidad de colgar la llamada y dejar de pagar.

 

Los hombres harán todo lo posible para engañar a las trabajadoras sexuales para que les den sesiones virtuales gratuitas. ¿Por qué? Porque nos ven como unas tontas y piensan que no merecemos respeto. Nuestro trabajo es «fácil», deben pensar que no merecemos que nos paguen las tarifas que cobramos.

Puede que esto no parezca demasiado, pero lo es si añadimos que los hombres pueden ser realmente desagradables cuando intentas hacer tu trabajo. La agresión puede ser sutil. Por poner un ejemplo reciente: la otra noche, no estaba disponible para una llamada telefónica, por lo que el cliente me exigió que le enviara una foto erótica. Ni siquiera un “por favor” o una oferta de dinero para pagar por esa foto. Solo una exigencia para ver mi cuerpo porque debería poder verlo gratis.

 

Sin embargo, la agresión puede ser mucho más palpable. Hace poco, estaba sexteando con un hombre por dinero. Al principio, tenía la intención de que yo lo humillara. Luego, se volvió hacia mí. Me dijo que era una «perra gorda» y que solo estaba haciendo este trabajo porque no tenía padre. Nada de esto es verdad. Pero si lo fuera, habría sido una provocación. Además, lo peor de todo era que quería hacerme daño. Él podría usarme para divertirse o descargar su enojo, según su estado de ánimo.

 

Ese trato por parte de los hombres viene con el trabajo. Si no tienes el cuerpo que le gusta a un chico, te insultará. Sí, puedes hacer todo lo posible para investigar a estos hombres. Pero, a veces, incluso se infiltran en tu línea de sexo telefónico, tu Twitter y tu correo electrónico. Es difícil escapar de ellos.

Lamentablemente, cuando eres acompañante sexual, corres el peligro de tener estas experiencias en la vida real. Una vez, un hombre vino para tener una sesión conmigo. Abrí la puerta, me miró, se dio la vuelta y se fue. Dijo que no era su tipo, que mi cuerpo no era lo suficientemente «agradable» para él. Experiencias como esta pueden ser degradantes a nivel emocional. Incluso si un chico parece “normal” al reservar una sesión, cuando estamos solos en una habitación, me doy cuenta de que odio estar con él.

Una vez me encontré con un hombre y sentí que lo que él quería al tener relaciones conmigo era humillarme. Quería que me sintiera incómoda. Dejé que hiciera algunas cosas porque es lo que estaba acordado, pero lo hizo todo de manera agresiva. Después, exigió que hiciera algo que no habíamos pactado, y se enojó cuando le dije que no. Salí de ese encuentro sintiéndome disgustada, tanto por él como por mí. Ahora tengo mejor establecidos los límites, pero, aun así, el daño ya estaba hecho. Por esta razón, simplemente no puedo aconsejar a las mujeres que ingresen a la industria del sexo conociendo los riesgos de este trabajo.

 

La industria del sexo puede ser peligrosa

También está el hecho de que este trabajo es físicamente peligroso, no voy a mentir. No importa cuánto investigues, siempre existe la posibilidad de que te encuentres sola en una habitación con un asesino con un hacha. Es difícil asegurarse siempre de que un hombre sea psicológicamente estable, incluso si tienes toda su información. Y si no la tienes, corres un riesgo aún mayor de salir lastimada.

 

En una oportunidad, acepté tener una sesión con un cliente nuevo y terminé sola con un esquizofrénico. Cuando llegó, parecía ser sumiso, pero a la mitad de nuestra sesión, comenzó a preguntarme si lo estaba filmando. Pensó que había filmado un video de él y que iba a hacer una película. Se puso muy nervioso. Él era un tipo grande, fue muy aterrador tratar de calmar a alguien que sin duda no estaba en sus cabales. Por suerte, logré sacarlo del cuarto sin lastimarme, pero la experiencia me estremeció.

 

Incluso si obtengo una referencia de parte de otra trabajadora sexual, tengo que asegurarme de que la referencia sea real. Una vez me estaba enviando mensajes de texto con otra chica sobre un cliente nuevo que quería reunirse conmigo. De repente, me di cuenta de que, en verdad, me estaba escribiendo con el cliente, solo que en otro número. Lo supe porque la «trabajadora» me decía todo el tiempo lo atractivo que era el cliente y lo bueno que era el sexo con él. Lo siento, pero las trabajadoras no se hablan así entre ellas. Afortunadamente, me di cuenta de que me estaban estafando, pero, ¿qué pasa con alguien que es nuevo en este trabajo? No puedo tener eso en mi conciencia.

En otra ocasión, estaba sola en una habitación con otra trabajadora sexual, cuando ella empezó a pelearse con un cliente. Ya habían comenzado la sesión y de repente él quiso detenerla. Además, quería que le devolvieran su dinero. Mi compañera estalló y comenzó a insultarlo. Él le respondió con más insultos y ella le escupió en la cara. Él respondió dándole una patada en el pecho, y la pateó con tanta fuerza que la tiró al suelo. Fue espantoso. Le grité que íbamos a llamar a la policía, pero yo sabía que no era cierto. No podíamos llamar a la policía. El establecimiento no tenía licencia. Otras mujeres que trabajaban allí vendían servicios sexuales completos. No, no íbamos a llamar a la policía. Tuvimos suerte de que este hombre no tenía un arma, pero es probable que a veces tengan lugar estas malas situaciones, especialmente para las mujeres que son novatas en el negocio.

* * *

 

Por esta razón es que no puedo recomendar este trabajo a otras mujeres. No puedo recomendar que entren en este negocio siendo consciente de todos los peligros.

 

Desde Ama Fuerte nos preguntamos: ¿y por qué será que ella no pudo dejar ese trabajo siendo que su conciencia le decía que otras mujeres no debían hacerlo?

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* Mysterious Witt es una famosa escritora, modelo y madre. Dominatriz jubilada, escort, chica de cámara y operadora de sexo por teléfono. Tiene una MFA en Escritura Creativa y BA en Historia por la UCLA.

 

Este artículo fue adaptado y traducido al español por la traductora del Ama Fuerte Team, @sophie.des. El título original es: Como trabajadora sexual, nunca recomendaría que otra mujer hiciera trabajo sexual .

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