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Apertura a la vida

La sexualidad, como cualquier otra dimensión del ser humano, está llamada a ser vivida en plenitud. ¿Pero cómo se vive en plenitud la sexualidad?

Un “todo” complejo

La vida sexual es compleja y puede abordarse desde distintas aristas. No es compleja en sí misma, sino que el ser humano es en sí mismo complejo, y de ahí se sigue que la sexualidad nunca pueda agotarse en un análisis lineal.

En la sexualidad convergen distintos aspectos del ser humano: desde la biología y la transmisión de la vida hasta el autoestima, la pasión, las emociones, etc. Y como si esto no bastara, además involucra la entrega de uno mismo a otra persona, lo cual hace que el diálogo sea muy importante.

Un lugar de encuentro

La sexualidad es vivida y experimentada de manera distinta por el varón y la mujer. Esto exige de ambos no solo un ejercicio de entendimiento de uno mismo, sino también de volcarse hacia el otro, encontrándose mutuamente.

Esta entrega mutua, que involucra lo emocional y lo pasional, debe darse también en lo físico. Lejos de ser un mero ejercicio corporal, la dimensión física conlleva una reflexión muy profunda. Un elemento sin duda fundamental de esta reflexión pareciera dejarse deliberadamente de lado en nuestra sociedad: la unión entre la mujer y el varón puede engendrar una nueva vida. No lo hace siempre, pero sí es una característica de la unión.

Es una falacia creer que la dimensión física es superficial, o creer que “es solo sexo”, como si uno pudiera fracturarse interiormente y dejar alguna parte de sí mismo fuera de dicho acto. En lo que uno se involucra físicamente, lo hace además con todas las otras dimensiones.

Sexualidad y trascendencia

La sexualidad, además de ser el lugar en donde la persona se entrega absolutamente, es también lugar de trascendencia. En efecto, si bien no se sigue un embarazo de cada relación sexual, cada relación sexual sí implica la posibilidad de que un “alguien” sea engendrado.

La apertura a la vida no es una obligación de engendrar una nueva vida en cada relación sexual, sino que es una característica que emana de la entrega de ambos. Cada uno, en sí mismo, conlleva la posibilidad de generar a alguien nuevo. No de manera individual, sino en el encuentro con el otro. Esta capacidad implica una gran responsabilidad, frente a la cual uno debe estar a la altura.

Una nueva vida, ¿cuando corresponde? Cada matrimonio debe afrontar esta y otras preguntas de manera responsable, y sin duda cada situación es distinta. Se trata de preguntas que siempre deben estar presentes.

No más hijos

Algunas parejas, habiendo formado su familia, sienten que han llegado al final de una etapa y consideran que es prudente espaciar los hijos, o incluso, no tener más. Las razones son diversas: cuestiones laborales, estar viviendo en el exterior, tener ya algún otro hijo pequeño, alguna necesidad particular del matrimonio o de algún hijo, etc.

¿Cómo afrontar estos momentos y qué herramientas puede tener un matrimonio en esta situación? El cuerpo de la mujer produce una célula reproductiva fecundable de manera cíclica, mientras que el varón produce la suya propia de manera continua. De esta manera, el tiempo de fertilidad está marcado por el momento en el que ambos se encuentran simultáneamente fértiles, lo cual está a su vez determinado por el tiempo de fertilidad de la mujer.

La ayuda de los métodos naturales

Los métodos naturales, como el modelo Creighton, sin duda son una herramienta esencial, sobretodo para estas situaciones. Siguiendo los ciclos de la mujer, permiten vivir una entrega total en tiempos de infertilidad. Pero esto requiere un ejercicio continuo de encuentro y diálogo.

Si bien de manera contemporánea el uso de anticonceptivos y de esterilización quirúrgica parecen ser la solución que proponen muchos médicos, la verdad es que este tipo de soluciones vician la entrega mutua de la relación sexual. En efecto, implican tácitamente que no puede darse una entrega en la que ambos sean aceptados con todo lo que son —concretamente, con su fertilidad—, sino que deben resignar su salud o el normal funcionamiento de su cuerpo.

Los métodos naturales, el diálogo, la entrega y la comunicación sincera, serán un ejercicio constante en quienes quieran vivir un amor que integre, que busque la sinceridad de la entrega y la aceptación del otro, prudencial y amorosamente.

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