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Día: junio 22, 2022

Lo que los anticonceptivos nos sacaron

Los anticonceptivos hormonales ya llevan en el mercado más de 50 años, durante los cuales han logrado instalarse masivamente en mujeres de edad reproductiva. Su mecanismo de acción es suprimir la ovulación mediante una combinación de hormonas sintéticas. Estas confunden a los receptores hormonales, y así inhiben el proceso ovulatorio que el cuerpo intenta hacer. La mayoría contiene unas pastillas placebo, cuya única función es imitar un sangrado menstrual. Este sangrado se llama sangrado por deprivación, y no es una menstruación. De hecho, uno podría no tomar las pastillas placebo, o no tener un sangrado, y ello no cambiaría la efectividad de la píldora. El sangrado por deprivación que hace las veces de sangrado menstrual permite que las mujeres crean que ellas están en ciclos regulares. Pero esto no es así. La principal función de las pastillas anticonceptivas, y de cualquier anticoncepción hormonal, es impedir que la ovulación se produzca. Y ocurre que impedir la ovulación, la función biológica más importante en la reproducción de la mujer, tiene sus consecuencias: no hay producción hormonal, no hay ovulación, y no hay menstruación.

 

Es una “mala medicación”

 

Muchas mujeres acuden a ginecólogos y profesionales de salud buscando ayuda para mejorar la salud de sus ciclos, o incluso problemas de piel o dolores de cabeza. Masivamente, se ha ido aplicando la pastilla como “solución” a sus problemas de salud. Las mujeres creen haber solucionado sus temas, o estar dando un tratamiento adecuado a sus desbalances, pero están recibiendo mala medicina.

 

El anticonceptivo hormonal no trata ni soluciona ningún problema de salud. ¿Por qué? Por su propio mecanismo. Veamos: el mecanismo es eliminar el ciclo de la mujer; por ello, también quedan anulados los síntomas que las mujeres padecían. ¿Se solucionaron esos problemas?, ¿fueron tratados? No. Cuando la mujer deje de tomar los anticonceptivos, los problemas volverán a emerger. Las pastillas impiden un correcto diagnóstico, frenando una investigación y un tratamiento adecuado para la mujer en edad fértil

 

Ahonda la injusticia entre el varón y la mujer

 

La intención de regular los embarazos, para poder llevar adelante una planificación familiar, parece cumplirse con la anticoncepción hormonal. Sin embargo, esta promesa de independencia de la mujer respecto de su cuerpo no resulta ser tal. De hecho, la ingesta de hormonas artificiales, que anula el ciclo de la mujer, no iguala el varón a la mujer, ni los asemeja. Por el contrario, profundiza y aumenta la distancia entre ellos.

 

En efecto, la mujer que toma anticonceptivos renuncia a su salud y a su ciclo, en favor de impedir un embarazo; el varón, por su parte, no pone en juego ni su cuerpo, ni su salud hormonal, ni su rutina. Lejos de unirse a la mujer para una planificación conjunta, este se desentiende absolutamente del manejo de la fertilidad. Esto es real tanto en el plano de la planificación como en el de su salud y equilibrio fisiológico.

 

¿Cómo podemos decir que los anticonceptivos igualan, cuando la mujer anula su ciclo? No es cuestión de inventar un anticonceptivo hormonal masculino, como muchos suelen reclamar. ¿Cuál sería el beneficio de que uno de los dos, varón o mujer, tenga que renunciar a sus propias funciones biológicas? Creer que anulando a uno o a otro se transforma en algo más justo es simplemente una falacia.

 

La oportunidad perdida

 

Por sobre todas las cosas, los anticonceptivos ocupan un lugar que frena las oportunidades de desarrollo. ¿Qué pasaría si no fuera una opción medicar a las mujeres con estos anticonceptivos? Entonces, la ciencia ahondaría en más investigación y nuevos tratamientos para aquellas mujeres que no tienen un ciclo saludable. ¿Qué pasaría con aquellos que quieren llevar adelante una planificación familiar, si no hubiera anticoncepción hormonal? Tendrían que educar e investigar para llevar adelante un conocimiento de la fertilidad humana y de los ciclos de la mujer.

 

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Educarnos sobre la salud femenina es un reclamo de la mujer. Necesita una atención médica que aprecie sus ciclos, que los valore como algo saludable, bueno y deseable. Lo mismo que aquellos varones que busquen una igualdad y trato amoroso y respetuoso para sus parejas: esto no se da eliminando el ciclo ni suprimiendo su salud. Las mujeres merecemos parejas que respeten nuestros cuerpos, que aboguen por nuestra salud. Esa es la verdadera igualdad.

 

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