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Las personas que sigo en redes sociales, ¿me hacen bien?

Indiscutiblemente las personas que seguimos en redes sociales tienen un impacto físico, psicológico y espiritual en nosotros. Tanto es así que los algoritmos se basan en eso para escoger el tipo de contenido que nos muestran y para modelar nuestra opinión. Aquí te explico algunas formas en las que nos influyen:

Impacto en nuestra valoración personal

La mayoría de las personas ha experimentado la tendencia a compararse con otras personas, a sentir que los demás la están pasando mejor o que han tenido más logros según lo que publican en sus redes sociales. Y es que lo que compartimos en las redes es justamente lo que queremos que otros vean (por lo general las cosas buenas), lo que genera esa sensación de que se está mejor de lo que realmente se está. Cuando vemos lo “exitosas” que aparentemente están siendo las demás personas, tendemos a compararlos con la imagen que tenemos de nosotros mismos; comparamos nuestros cuerpos, nuestras relaciones afectivas, nuestra situación laboral y económica y hasta nuestra relación con Dios, generando que nos sintamos constantemente insatisfechos con nuestra vida. 

Las emociones también se pueden ver comprometidas. Según el tipo de contenido que veamos, puede ser que experimentemos estados de ánimo como euforia, alegría, ansiedad, estrés, enojo, fatiga, soledad, miedo o tristeza. De hecho, el crecimiento exponencial de la ansiedad y de la depresión entre la población en general, pero sobre todo en personas jóvenes, ha coincidido con la aparición de las redes sociales. Como dato curioso, Instagram admite en privado que daña la autoestima corporal de una de cada tres adolescentes.

Impacto en nuestro comportamiento y actitudes 

Por lo general, las personas que seguimos promueven algunas ideas o estilos de vida particulares. Si son personas que admiramos de alguna manera, hay una alta probabilidad de que adoptemos estas ideas o que sigamos comportamientos similares. Además, el algoritmo tenderá a mostrarnos información o cuentas similares, por lo que estas ideas son más propensas a consolidarse y a generar un efecto de polarización. Y es que las redes sociales a menudo fomentan la formación de burbujas de filtro, donde solo vemos contenido que refuerza nuestras opiniones preexistentes. Esto puede hacer que nos sintamos más seguros de nuestro punto de vista, pero también puede limitar la apertura a otras perspectivas, fenómeno al que se le ha dado el nombre de Eco Chamber (cámara de eco).

Impacto neurológico 

Pasar demasiado tiempo en las redes sociales puede traducirse en adicción y afectar la capacidad para concentrarse, descansar adecuadamente y mantener relaciones sociales en la vida real. Y es que el consumo de contenido en las redes se traduce en una descarga inmediata de dopamina, la hormona del placer, lo que nos hace más propensos a la búsqueda de este placer inmediato de forma cada vez más frecuente, y sobre todo en momentos de alto estrés (por ejemplo, cuando debemos hacer algo importante o algo que nos genera malestar emocional). Este placer instantáneo también lo experimentamos cuando recibimos “likes” y por ello hay personas que llegan a arriesgar su propia vida o a hacer cosas bastante cuestionables para obtenerlos. Incluso vemos casos de adolescentes que se han quitado la vida porque sus padres les decomisaron su teléfono. 

En esta misma línea, estar pendientes de la vida de otras personas (famosos, influencers, etc.) hace que nos distraigamos de nuestra propia vida, que nos desconectemos temporalmente de la realidad, lo que genera una sensación de falso alivio. Y es que tampoco es raro encontrar “haters” y personas sintiéndose en el derecho de dañar con sus palabras a los demás dada la sensación de seguridad que brinda estar detrás de una pantalla (porque la verdad es que muchas de esas personas no se atreverían a hacer esos comentarios personalmente). Por eso el cyber-bullying se ha vuelto bastante frecuente. 

Recomendaciones

  • Date espacios de “detox” de redes sociales. Por ejemplo, ciérralas temporalmente o date un día a la semana lejos del teléfono. 
  • Filtra a las personas que sigues. Evita seguir a influencers que no aportan nada valioso o a personas con las que comparas tu vida. Igualmente, evita seguir a exparejas o a las nuevas parejas de tus ex. 
  • Si sigues cuentas de contenido educativo (crianza, nutrición, evangelización o cualquier tema de tu interés), evita seguir demasiadas cuentas sobre el mismo tema. Si bien el contenido puede ser productivo, la alta cantidad del mismo puede hacer que pases demasiado tiempo en las redes. 
  • Recuerda que la única comparación justa es la comparación que haces contigo mismo.  Centra tu atención en mejorar con respecto a ti mismo. No es justo compararte con personas que no tienen tu misma historia, tu misma genética, tus mismos talentos, tu misma personalidad, etc. 
  • Cuida lo que publicas y lo que comentas en las publicaciones de otros. Sé prudente y empático. 
  • No pisotees tus propios valores y principios en la búsqueda de aprobación o de likes. Sé fiel a ti mismo.

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