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¿Es posible robar una pareja?

Es triste y, a la vez, cierto. No es raro que escuchemos que la pareja de alguien se fue con otra persona cercana (amigo o incluso pariente). Podemos hasta haberlo vivido como protagonistas.

Sin embargo, hay una narrativa recurrente a este respecto que acusa a dicho tercero de “robarse” (o “quitarle”) la pareja. Aquí nos preguntamos: ¿realmente una persona puede ser “robada”? Por ello exploraremos si esta afirmación tiene fundamento o si revela algo más profundo sobre nuestras relaciones y nuestra percepción de ellas. ¡Veamos!

La pareja como posesión

Una de las ideas clave que debemos tener en cuenta es el respeto a la autonomía y la libertad individual. Todo ser humano es libre de elegir su camino de vida y —con él— el sentido y valor de sus relaciones.

Esto nos lleva a una premisa sencilla, pero esencial: las personas no son objetos que puedan ser poseídas ni, por tanto, robadas. Desde esta perspectiva, considerar que nos robaron la pareja refleja que en el fondo la veíamos como algo que nos pertenecía.

Aquella no solo es una visión distorsionada, sino que puede ser un obstáculo para construir una relación saludable en el futuro. Cada persona es libre de decidir a quién elige amar o con quién desea compartir su existencia.

Por eso, también, la tan usada estrategia de dar celos para empujar al otro a volver a nuestro lado es otra manifestación de esta misma visión equivocada. Todos somos seres únicos y dignos, creados para el amor y la comunión con los demás. Si tu pareja elige irse con otra persona, esa decisión fue tomada en uso de su libre albedrío, por más dolorosa que sea para ti, y asumirlo te ayudará a superarlo.

Enemigos externos o internos

Culpar a una tercera persona por la ruptura de una relación es un mecanismo natural para evitar el dolor, pero no nos permite curar. Por eso, más útil que buscar enemigos externos es mirar hacia adentro y reflexionar sobre qué pudo estar fallando en la relación.

Debes buscar explorar tus propias emociones y la dinámica de pareja. ¿Había señales de que la otra persona no estaba plenamente satisfecha y por ello comprometida? ¿Existían carencias emocionales, problemas de comunicación o conflictos no resueltos?

Las relaciones son complejas y es frecuente que estas fracturas comienzan mucho antes de la aparición de un tercero. Es más, si no hubiera sido esa persona en ese momento, podía ser otra más temprano que tarde. El amor es un acto de donación y reciprocidad. Hay que cultivarlo y evitar caer en la rutina o en la comodidad.

Así, no hay que olvidar que una relación requiere esfuerzo por parte de ambos. Por ello, también, debe abrirse al perdón, visto no como una aceptación pasiva, sino como un acto activo de liberación personal, que permite soltar el rencor y lanzarse al futuro.

La conducta de la tercera persona

Es común escuchar relatos de quienes ven a la tercera persona como alguien que buscaba triunfar al conquistar a quien está ya en otra relación romántica. Se les imponen epítetos de todo calibre. No están tan equivocados. Pues, en realidad, hay individuos que coleccionan estos trofeos de caza.

En verdad, esto podría hablar más de las inseguridades y vacíos emocionales de ese tercero que de un acto premeditado. Sentir que seducir a quien ya tiene pareja es un logro refleja una necesidad de validación externa y un intento de llenar un vacío emocional.

Tu dignidad y tu valor como persona no dependen de con quién estás. Si buscas arrebatar a otra pareja, en consecuencia, no estarás viviendo un amor auténtico, sino una relación construida sobre la carencia.

La oportunidad de crecer

Sabemos que enfrentar una ruptura es doloroso. Es importante cuidar tu bienestar emocional durante estos momentos y evitar caer en la trampa de buscar culpables.

Tenemos que recibir estas situaciones como una oportunidad para el crecimiento personal, de manera que la herida de hoy nos haga más fuertes en vistas a tener relaciones más sólidas y saludables.

Perdonar, aceptar y aprender son actos transformadores. Como seres humanos, tenemos la capacidad de integrar estas experiencias y cuestionarnos las creencias sobre el amor y las relaciones.

El dolor puede ser un camino hacia una comprensión más profunda de tu propósito y tu capacidad de entrega con sacrificio y generosidad, entendiendo la diferencia entre amar y usar.

***

La idea de robarse a una pareja se diluye al entender que el amor es una decisión libre y que los lazos se construyen sobre la autenticidad, no la posesión. Si tu relación enfrenta estas dificultades, es fundamental mirar hacia adentro, comprender tus propias emociones y las de tu pareja (o tu ex) y reflexionar sobre el vínculo entre ambos.

Necesitamos aprender herramientas para transformar estas experiencias en aprendizaje y en una salida hacia un amor más pleno y consciente. Si te encuentras atravesando una ruptura o un momento de incertidumbre en tu relación, recuerda que debes encontrar apoyo, comprensión y una guía compasiva para estas transiciones. Al final, el amor verdadero comienza con la libertad de ser y dejar ser.

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