¿Es importante que creamos lo mismo?

Cuando terminé mi discernimiento vocacional, me di cuenta de algo que era irrenunciable para mí, que era absolutamente necesario (para mí). Algo que esa persona que sería mi compañera de vida tenía que tener, mientras todo lo demás de alguna manera pasaba a segundo plano, o bien, se subordinaba a este prácticamente único requisito. Y eso era la unidad en la fe.
Es decir, para mi (y como podrán ver, estoy hablando de mi punto de vista personal, no de una ley absoluta de vida) era un aspecto esencial que mi esposa compartiera la misma fe que yo, pero no sólo eso. Lógicamente, en su camino personal de santidad, en sus propios procesos y tiempos, sin pretender imponer los míos como si yo fuera la norma de qué tan católico es alguien. Pero quería también que deseara vivirla como la Iglesia la propone...
Poder compartir la fe requiere coherencia
<