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¿Cuál es el origen de los celos?

Todos tememos perder lo que más amamos. ¿Recuerdas cuál era tu juguete preferido cuando eras pequeño? Seguramente recuerdas alguno con el cual se te veía en cada foto familiar, y seguramente te conmueve el corazón volver sobre ese recuerdo. Es posible que ese juguete te trajera seguridad: era lo que teníamos con nosotros cuando estábamos fuera de casa, cuando llevar algo que sabíamos que era nuestro, de nuestra casa, nos daba seguridad.

Una dinámica parecida ocurre cuando tenemos una relación  de pareja. Buscamos seguridad en el otro, y esto nos trae unas dinámicas de pareja que están totalmente relacionadas con nuestra infancia. De esto te queremos hablar hoy.

¿Qué son los celos?

Cuando pensamos en los celos, ya sea porque los hemos sentido personalmente, ya sea porque alguien ha sido celoso con nosotros, pensamos inmediatamente en una experiencia que se siente muy incómoda por dentro. Sentimos una combinación entre rabia, inseguridad y miedo. Rabia, por no ser la prioridad de nuestra pareja; inseguridad, porque creemos que otra persona nos está quitando nuestro lugar, y miedo, porque creemos que esto nos puede herir. Creemos que podemos perder a nuestra pareja.

En el fondo, los celos siempre serán una experiencia de dolor, que reúne todo lo mencionado anteriormente, por sospechar que nuestra pareja “prefiere” a otra persona sobre nosotros. Se trata de una dinámica psicológica, y que no siempre tendrá su base en un hecho real y verificable, aunque en ocasiones puede tenerlo.

Todo comportamiento tiene un origen

Para ser honestos, no podemos decir que una persona “es celosa” porque sí. Este comportamiento tiene su origen en los primeros años de vida del individuo.

1. Apego seguro

En primer lugar, toda persona desarrolla en su infancia lo que se denomina en psicología como una “base segura”. La base segura es una persona que está disponible para socorrernos en nuestras necesidades (emocionales o físicas) cuando somos pequeños. 

Sin embargo, esta base segura puede tener diferentes representaciones. Cuando la base segura es constante en la satisfacción de nuestras necesidades, podemos hablar de tener un apego seguro. Este apego ocurre porque sentimos que somos atendidos y que tenemos nuestras necesidades emocionales y físicas resueltas.

Esto da seguridad a la persona: interiormente, se siente amado y sostenido y, por tanto, puede tender a ser una persona confiada en sus relaciones afectivas, que las desarrolle con calma y sin requerir de tanta atención de la pareja.

2. Apego ambivalente

En segundo lugar, existe el apego inseguro ambivalente. Este,  a diferencia del anterior, puede traer una dinámica confusa, pues el bebé experimenta que sus figuras de cuidado en ocasiones están atentas a sus necesidades, y en otras ocasiones, no.

Por ello, en su afectividad, encontramos que este tipo de personas puede entablar relaciones conflictivas: sabe qué necesita del otro, lo ama, pero a menudo puede herirle con dinámicas de rechazo y distancia.

A este tipo de personas puede costarle trabajo recibir el amor del otro, y llega incluso a dudar  de la autenticidad de ese amor. Ahí se evidencia tantas veces el mensaje de fondo, que es “te amo, pero te hiero”, porque así fue como la persona experimentó la dinámica de amor. Por ello, las relaciones afectivas pueden tender a ser conflictivas y confusas.

3. Apego inseguro

En tercer lugar, existe el apego inseguro. Este apego, a diferencia del ambivalente, tiene una experiencia en la que predomina la ausencia de las figuras de apego. Por tanto, en las personas que lo parecen la mayor parte del tiempo predomina la insatisfacción de sus necesidades personales.

Esta experiencia trae un mensaje de fondo predominante: “quien me ama me abandona”. Esto ocurre porque, en sus dinámicas de vida, esta persona ha tenido ausencia de sus figuras de apego, lo que conduce a tener necesidades personales que a menudo son insatisfechas y a pensar que las personas pueden “irse” de su vida. Por ello puede haber una mayor tendencia a creer que puede ser abandonado.

Esta dinámica alimenta la necesidad de control, y puede devenir en una persona que tienda a desconfiar del amor del otro. A menudo podrá requerir constantemente validar la “autenticidad” del amor del otro, y podrá ser demandante de su tiempo y de actos que reafirmen y aseguren que sí le ama. 

Este apego trae sufrimiento en la relación, y a menudo se trata de personas que tienden a presentar conflictos en las relaciones. La fidelidad al otro resulta una exigencia, pues no es el modelo afectivo que ha aprendido. Una persona con este tipo de apego continuamente podrá presentar conflictos en la relación y terminar una y otra vez las relaciones por motivos similares.

¿Qué hacer para superar estas heridas?

El tratamiento de estas heridas no es único, e incluso tiene tantos caminos como personas. Es importante siempre comprender la propia historia vivida, comprender el camino recorrido que ha generado las heridas. Consultar un psicólogo conducirá a ampliar la mirada sobre el origen de las heridas, y sobre los comportamientos y decisiones que hemos adquirido a raíz de esas heridas.

Sin embargo, si la terapia no está acompañada de la vivencia sacramental, especialmente de la confesión, la comunión eucarística y la oración, la terapia se quedará corta en un punto. Ya que, si bien podemos realizar cambios en nuestro comportamiento, ajustar dinámicas personales y tomar nuevas decisiones en nuestra vida como fruto de la terapia,  no podemos olvidar que espiritualmente necesitamos ser restaurados también.

Esa restauración solamente es posible por la intervención de Dios en la vida de la persona, a través de los sacramentos. Estos son signos concretos y visibles establecidos por Jesucristo para la sanación de las almas. En consecuencia, psicología y vida espiritual deben caminar juntas para que la persona sea totalmente restaurada desde sus raíces.

* * *

Para concluir, podemos decir que los celos son una dinámica que se ha adquirido como fruto de unas heridas que tienen su base en nuestra infancia, y se da a partir del modelo de relacionamiento que establecemos con nuestras base segura, que es alguien que esta dispuesto a proveerme seguridad emocional y afectiva. Y esto se va a evidenciar en el modo en el cual establezco relaciones interpersonales en mi vida.

Para sanar esta experiencia es importante  un apoyo psicológico, que me puede ayudar a comprender a fondo las acciones que mantienen mis heridas, y a su vez, requiero de la vida espiritual, para poder cerrar la herida, con la intervención y gracia de Dios.

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