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Cinco cosas que te gustaría saber antes de la primera vez

La primera vez que dos esposos tienen intimidad sexual puede quedar grabada en sus corazones de forma muy especial. Este recuerdo no se basará en una mirada del placer alcanzado. Consistirá en la vivencia de la donación realizada y de la comunión obtenida de ella.

Los novios que hacen un camino hacia el matrimonio buscando vivir la castidad suelen esperar con mucha expectativa y ansias ese gran momento. También, aquellos novios que han tenido ciertas experiencias sexuales, comprenden y vivencian, cuando se acercan más al tema, que el primer acto conyugal es algo único y completamente distinto a lo experimentado previamente.

Muchos jóvenes se ven influenciados por la información que reciben de las películas y series. En los films, se muestra una imagen distorsionada de la sexualidad, una perspectiva irreal y hedonista. Esto puede provocar sentimientos de duda o frustración cuando aquella primera vez no sucede como la han imaginado. Por eso, aquí vamos a reflexionar sobre algunas cuestiones afines, con el objetivo de poder vivir de modo más pleno y consciente el inicio de la sexualidad matrimonial.

La comunicación es clave

Para comenzar, es sano y necesario que los novios conversen en profundidad sobre cómo desean vivir las relaciones sexuales como esposos. Pensar juntos implica manifestar qué esperan de aquel primer encuentro de intimidad, qué les gustaría hacer y qué no, qué necesitan para sentirse cómodos. Imaginar juntos, entonces, es un buen ejercicio que puede ayudar a la entrega cuando sea el momento.

La comunicación del aspecto físico, comunicación basada en la ternura y en la afirmación, no supone buscar la excitación. Sienta las bases para expresarse el amor. Se expresa, así, de una forma que se demuestra la aceptación del otro tal cual es. Este es un paso fundamental para ir más a fondo llegado el día.

Otro punto fundamental es la oración. Se recomienda rezar juntos para pedir a Dios ser fieles a la verdad de la sexualidad que Él mismo creó. De ese modo, la experimentarán de modo pleno y gozoso.

La comunicación debe estar presente, también, luego de cada acto conyugal. Se necesita un espacio de diálogo sincero en el cual los esposos puedan decirse cómo se sintieron, qué cosas les gustaron o si hubo algo que los incomodó, qué se podría mejorar, etc.

Varón y mujer son diferentes

La sexualidad tiene su verdad y su raíz en la diferencia sexual. El cuerpo de cada persona es sexuado. El cuerpo revela una diferencia entre varón y mujer. Esta diferencia no es solo física, sino que, también, abarca las dimensiones social, psicoemocional y espiritual.

Por lo tanto, la vivencia del impulso y del acto sexual del hombre es muy diferente a la de la mujer. El varón, en circunstancias normales, es fértil de forma continua, todos los días, todo el tiempo. La mujer, en cambio, lo es de forma cíclica, pocos días al mes. Esto implica que las hormonas y el deseo funcionan de manera diferente en uno y en otro.

A su vez, el varón tiene una excitación enfocada más hacia lo visual, mientras que la mujer necesita otros estímulos sensoriales adicionales. Ella suele motivarse de modo más inmediato. Tiene una excitación más lenta y gradual que se basa tanto en el aspecto físico como, principalmente, en el estado emocional. Por este motivo, es imprescindible que haya un ambiente cálido, de luz tenue, contenedor, de intimidad y de confianza. Las palabras amorosas y los gestos de atención y dulzura que el esposo tenga durante el día con la mujer construyen el momento de intimidad sexual que tendrán después.

Como es de esperar, los tiempos de estimulación para alcanzar el clímax también suelen ser diversos. El de la mujer es más largo. Por esto, es necesario que, con la práctica, ambos esposos trabajen para acompasar los tiempos de cada uno, tratando de ajustarlos lo mejor posible.

Es un aprendizaje

Hay una gran variedad de factores que inciden en el desarrollo del acto conyugal. No es algo automático. Requiere de un mutuo conocimiento que se da con la práctica. Es necesaria, entonces, la paciencia de ambos para aprender en este proceso. Si bien la primera vez es muy soñada y esperada, puede resultar que, técnicamente, no se corresponda con la expectativa. Puede suceder, incluso, que no se llegue a realizar el acto completo por diversos motivos.

Por eso, es aconsejable disminuir las exigencias y la presión externas o autoimpuestas para que ese momento pueda ser disfrutado al máximo tal cual como suceda. Tiene que ser un momento distendido, divertido y creativo. Lo que debería quedar en la memoria es la experiencia de un encuentro lleno de amor y dulzura. Recordarán, así, los esposos, que se encontraron por primera vez en la intimidad de sus cuerpos y de todo su ser. Lo demás vendrá por añadidura.

El objetivo es la entrega

Tanto para la primera vez como para todas las que vendrán, hay que tener en claro que la finalidad del encuentro sexual es la donación recíproca y total de los esposos. Entregan toda su persona y sus dimensiones, su historia, su pasado, presente y futuro, sus anhelos, sus alegrías y sus tristezas. También, entregan la posibilidad de comunicar su amor a una nueva vida. Lo dan todo.

La donación resulta una comunión de personas que es imagen de Dios Trinitario. Este darse y recibirse en el abrazo de la carne conlleva el regalo del gozo físico y espiritual. Es importante, entonces, tener en cuenta que el fin del acto no es el sentir placer, sino que el placer viene regalado como un fruto de esta unión. Se trata de un placer físico y que, además, debe colmar y permanecer en el alma y el corazón de los cónyuges.

Por tanto, se puede decir que una relación sexual plena es aquella que haya buscado la unión física completa y que haya dejado paz y gozo en el corazón de cada uno. El mejor consejo es disfrutar cada momento del encuentro amoroso y dejar que ese amor que se hace concreto en el placer del cuerpo sea un sello que grabe al amado en la propia interioridad.

Es un momento sagrado

El acto conyugal no es, solamente, una relación sexual. Se trata de un momento sagrado. Es a través de éste que los esposos se transmiten la Gracia del sacramento y logran ser una sola carne. De hecho, la primera relación sexual consuma el sacramento del matrimonio. Así, se constituye en la última parte de la celebración del mismo.

En la entrega sexual, los esposos se santifican mutuamente. Son fiel testimonio de la verdad del amor inscrita en el lenguaje de sus cuerpos por el Creador. Se conforma, de este modo, una bella liturgia de los cuerpos con la cual varón y mujer elevan a Dios su alabanza y oración.

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A modo de conclusión, vemos que son varios los factores que intervienen en aquello que los esposos puedan vivir en su primera vez. Por supuesto que no se puede tener todo controlado. Lo más importante es que, en el noviazgo, se vaya preparando ese gran día con gestos concretos, reflexiones y oración. Además, es imprescindible que, llegado ese momento, prevalezca, por sobre los resultados, la entrega total en un amor que es para siempre.

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