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Amarnos con nuestras diferencias

Cuando nuestra relación avanza es normal que poco a poco empecemos a ver diferencias entre nosotros. Diferencias que siempre estuvieron ahí pero que las mariposas iniciales eclipsaban. Comenzar a descubrirlas es síntoma de que nuestra relación está avanzando y madurando en la dirección adecuada. 

No hablamos de defectos, sino de diferencias. Éstas no son más que distintas maneras que tiene el otro de ser, de reaccionar y de actuar. Y, en definitiva, pueden ser diferentes a las nuestras.

Llegados a este punto, la clave está en saber cómo sobrellevar estas diferencias. Saber cómo hacer que esas diferencias, que nos pueden hacer sentir a a kilómetros de distancia, se conviertan en una bonita forma de aceptar, respetar y —en definitiva— amar más al otro. Es ahí donde demostramos que apostamos por el otro y que queremos a toda costa convertirnos en un “nosotros”, en un equipazo. 

A que suena genial, ¿no? Para llegar a este punto, hemos resumido el proceso en tres fases clave que explicamos a continuación: 

1. Reconocer y aceptar que las diferencias existen

Lo primero es darnos cuenta de estas diferencias que nos separan; reconocer y aceptar que existen. Es muy fácil estancarnos en la etapa de las mariposas, pues realmente se está muy bien. Pero no nos engañemos: así no llegaremos a ninguna parte. Es más, nos haremos más daño a nosotros mismos y, en consecuencia, al otro. 

Debemos, por tanto, aceptar que el otro no es como yo me lo imaginaba. Aceptar que el otro actúa diferente a mí o diferente a como a mí me gustaría que actuara. Parece difícil, pero solo así nos aseguraremos de estar realmente con la otra persona tal y como es, y no con una imagen idealizada del otro.

2. Mi forma de ser no es la única, ni la “verdadera”

Tras haber reconocido y aceptado que existen esas diferencias, debemos aprender a vivir con ellas. Y esto solo se consigue respetando al otro tal y como es. Respetando que, así como nosotros tenemos una manera de ser, vivir y actuar; el otro tiene la suya. Y esta es igual de válida que la nuestra, y por lo tanto, merece el mismo respeto. 

Es más, manteniendo la mente abierta y escuchando al otro —pues es así como se respeta— se puede aprender mucho. De hecho, es la mejor forma de afrontar esta etapa. Enriquece mucho saber que lo nuestro no es lo único y mucho menos lo verdadero.

3. Aceptar y respetar para amar

Aquí es donde tomamos todo el camino recorrido hasta ahora y lo unimos. Pues amar no es otra cosa que aceptar y respetar al otro tal y como es. Suena fácil, pero la realidad es que requiere grandes dosis de esfuerzo y dedicación en la relación, ¿para qué nos vamos a engañar? Pero será precisamente esta lucha diaria la que hará que nos unamos más.

Una vez que lleguemos a este punto, estaremos apostando por el otro y nos habremos convertido en un “nosotros”, en un EQUIPAZO. Obviamente este no es un recorrido de una sola vez. Volveremos una y otra vez a hacerlo durante toda nuestra vida juntos. Qué emocionante es saber que el otro, porque nos ama, buscará siempre recorrer este camino. 

* * *

Si tenéis cualquier pregunta no dudéis en escribirnos a @princespequitas, la cuenta personal de Ana. ¡Nos vemos en el próximo artículo!

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