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3 mentiras que nos impiden amar

Por: María del Castillo*

 

El amor es el gran tema de cualquier época. Nunca pasa de moda porque, en realidad, es lo que todos buscamos.

 

Frecuentemente vemos cómo las conductas tienen como base la búsqueda del amor, en cualquiera de sus versiones: reconocimiento, contacto físico, tiempo de calidad, cuidado en detalles o actos de servicio… Seamos conscientes de ello o no, el fin último de todo acto es dar o recibir amor.

 

Buscamos ser amados de forma instintiva, entre otras razones, porque el amor correspondido es uno de los elementos que mayores beneficios psicológicos y bienestar nos proporcionan. Cuando nos sentimos amados, estamos más contentos y de mejor humor, nos sube la autoestima, nos sentimos con mayor energía para las actividades diarias y más proclives a ilusionarnos, etcétera.

 

Sin embargo, cuando el amor no madura de modo adecuado, puede terminar provocando los mismos perjuicios que cualquier otra conducta dañina. Entonces, suele ocurrir que, ante la necesidad permanente de estar con la otra persona, aparecen los celos, que nos quitan la paz y agobian a nuestra pareja. También sucede que queremos fusionarnos con el otro, para no perderle, para sentir la seguridad de que nunca nos abandonará.

 

Estas y otras creencias irracionales provocan que desarrollemos un apego emocional insano hacia el otro, poniendo en riesgo la salud de la relación que mantenemos. Por ello, es necesario revisar aquellas mentiras sobre el amor que quizás nos hemos creído, y que de una u otra forma condicionan nuestra vida.

 

Estas son algunas mentiras en torno al amor:

 

1. “Cuando tienes pareja, pierdes libertad”

 

Es una de las grandes mentiras sobre el amor que se han generalizado en nuestro tiempo. Entregarse a otro, más bien, es el culmen de la libertad. ¿Por qué? Porque se renuncia a lo demás por algo que consideramos mayor.

 

Para poner un ejemplo sencillo: cuando uno elige una carrera, no piensa que se está perdiendo la libertad de estudiar todas las demás carreras. Por el contrario, nos sentimos alegres de haber escogido la que más nos gusta, la que más felices nos hará. Elegir nos hace más libres y nos da acceso a una vida más plena.

 

2. “Debemos pensar igual y tener los mismos gustos”

 

Diferente no es lo mismo que incompatible. Sin duda, compartir hobbies es algo que fortalece las relaciones, pero no constituye un requisito indispensable para mantener el amor. Pensar distinto y tener diferentes formas de entretenimiento puede resultar enriquecedor para los dos.

 

Para que las relaciones se fortalezcan, se necesita pasar tiempo juntos y compartir la vida. Pero eso no implica que haya que fusionarse con el otro hasta el punto de ser completamente dependientes para tomar cualquier decisión o emprender cualquier acción.

 

3. “No me quiero enamorar, para no sufrir”

 

¿Dejarías de practicar un deporte que te gusta por miedo a lesionarte? Es cierto: cualquier relación de amor auténtico trae consigo dolor, porque todo lo que hace sufrir a la persona que amamos nos hace sufrir a nosotros.

 

Sin embargo, evitar relacionarnos —sólo para no asumir el costo de dolor emocional que conllevará— nos llevará a vivir una vida vacía y sin sentido: lo que más nos infunde las ganas de vivir, lo que cultiva en nosotros la ilusión por las cosas cotidianas, es precisamente poder compartirlas con las personas que amamos.

 

Nadie se libra del sufrimiento. Pero, cuando sufrimos por amor, ese dolor nos ayuda a madurar y crecer como personas, mientras que el dolor de la soledad nos resulta deprimente y poco constructivo.

 

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* Psicóloga y conferencista. La encuentras en @mariadelcastillo.es.

 

Este artículo fue publicado originalmente con algunos cambios con el título: 3 mentiras que nos impiden amar bien.

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