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Día: mayo 29, 2023

¿Hay diferencia entre el arte y la pornografía?

En junio de 2021 una docente de arte de una escuela cristiana enseñó a sus alumnos “El David” de Miguel Ángel, una escultura del rey bíblico completamente desnudo. Los padres de la comunidad escolar interpretaron esa clase como exhibición de pornografía y la forzaron a renunciar. Entonces podemos hacernos la pregunta, ¿hay alguna diferencia entre obras como la de El David o la Capilla Sixtina (que también exhibe cuerpos desnudos) y la pornografía? ¿Por qué unos debieran ser respetados y contemplados mientras que otros parecieran ser causa de vergüenza o desprecio? ¿El consentimiento por parte de quienes participan de la industria pornográfica no debiera ser suficiente para poder ver ese contenido sin preocupación? Al fin y al cabo, tanto unos como otros exhiben lo mismo: el cuerpo humano al desnudo.

 

En éste artículo no examinaremos temas que, generalmente, todos estamos de acuerdo en que son inaceptables: la distribución de imágenes donde aparecen menores, la trata de personas que muchas veces concluye en pornografía, los abusos o violencia de éste tipo de producciones, etc. Simplemente nos centraremos en la exhibición del cuerpo humano y la forma en que lo percibimos.

 

¿Qué es el cuerpo humano?

 

Es que, como advierte el título, no hay diferencia entre el cuerpo humano al desnudo en el arte y en la pornografía. Eso, claro, si no sabemos qué es el cuerpo humano. Y aquí enfrentamos el primer problema, ¿qué es, entonces, el cuerpo humano? De acuerdo a San Juan Pablo II, en su teología del cuerpo, “el cuerpo expresa la persona”. Es decir, si yo quiero conocer a otra persona (su corazón, sus ideas, su historia, etc.), no puedo hacerlo en abstracto. Conozco al otro a través de su cuerpo. Son sus gestos, sus palabras, sus actos y todo su cuerpo concreto que me revelan quién es. Y cuando llegamos a ése nivel de conocimiento de la otra persona, probablemente también nos damos cuenta de que tiene un deseo que subyace a todo lo demás: es el deseo de ser amado. Es ése deseo que compartimos todos, en todo tiempo y en todo lugar. Todos buscamos ser amados, porque queremos ser felices.

Sin embargo, sólo podemos caer en la cuenta de ésta verdad si tenemos la capacidad de ver realmente quién es el otro. Y éso es lo que intenta hacer el arte… el buen arte.

 

¿Porque el cuerpo desnudo es aceptado en el arte?

 

Es el buen arte el que intenta devolvernos la capacidad de ver la realidad como Dios la ve, es decir, ver la bondad y la belleza del ser humano tal cual fue creado, porque después de crearnos desnudos: “Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno” (Gn 1, 31). Es decir, en el principio de la creación la desnudez no era algo vergonzoso ni que debiera ser ocultado, precisamente porque ésa desnudez externa era la expresión de la desnudez interna. Adán y Eva podían verse realmente el uno al otro tal y como eran. Eran capaces de verse como personas, merecedoras de amor y cuya dignidad provenía del hecho de haber sido creadas a imagen y semejanza del Dios que es Amor.

 

Es precisamente por ello que Juan Pablo II afirmó que:

 

“Al parecer, Miguel Ángel, a su modo, se dejó guiar por las sugestivas palabras del Génesis que, con respecto a la creación del hombre, varón y mujer, advierte: « Estaban ambos desnudos, pero no se avergonzaban uno del otro » (Gn 2, 25). La capilla Sixtina, si se puede hablar así, es precisamente el santuario de la teología del cuerpo humano.” (Homilía de Juan Pablo II, 8 de abril de 1994). Es decir, el buen arte nos ayuda a ver quién es realmente el ser humano. El “arte cuyo tema es el cuerpo humano en su desnudez” nos permite ver “el entero misterio personal del hombre” (Juan Pablo II, Teología del Cuerpo, 63:5). Cuando vemos lo que el cuerpo humano realmente significa, es la desnudez física lo que nos permite ver con claridad la desnudez del alma humana: nuestros deseos y búsquedas mas auténticas.

 

¿Es entonces la pornografía tan profunda como el arte?

 

Ciertamente que no. Pero el problema de la pornografía no es que muestre demasiado del cuerpo humano, por el contrario, ¡muestra demasiado poco de la persona! Es decir, “oscurece” a la persona. Si el arte me ayuda a ver y amar al ser humano, conociéndolo y respetando su dignidad; mas bien podríamos decir que en la pornografía no me interesa qué o quién es el otro, no me interesa su historia, simplemente quiero utilizarlo como un objeto para lograr un placer momentáneo.

 

Así podemos comprender que la pornografía mira al ser humano simplemente como un objeto para ser utilizado. Porque, ciertamente, lo contrario al amor no es necesariamente el odio. Lo que mas atenta contra nuestra dignidad es el usar al otro. Si el anhelo mas profundo de nuestro corazón es ser amados, buscados y elegidos; la respuesta contraria a ése deseo es ser usados, rechazados y desechados. Ésto es lo que causa una profunda herida en cada uno de nosotros. Porque, de alguna manera, éste es el modo en que la pornografía y la hiper-sexualización nos enseñó a vivir las relaciones humanas.

 

Cuando obramos así, en palabras de Juan Pablo II, convertimos a la persona “en objeto, que con facilidad se envilece, pues sólo ante los ojos de Dios el cuerpo humano puede permanecer desnudo y descubierto, conservando intacto su esplendor y su belleza.” (Homilía de Juan Pablo II, 8 de abril de 1994)

 

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Retornemos a las preguntas iniciales. Los padres que forzaron a la docente a renunciar, ¿veían en la desnudez de “El David” la revelación de un personaje bíblico, con toda su historia y grandeza, o simplemente estaban acostumbrados a mirar a la persona humana a través de los lentes de un mundo hiper sexualizado? Y en todo caso, ¿el problema se encuentra en “El David” o en nuestro corazón? Porque recordemos que el Salvador de la humanidad murió completamente desnudo. Entonces debiéramos preguntarnos, ¿ésa desnudez también tendría que ser causa de escándalo o es, mas bien, la revelación mas clara de amor de un Dios apasionado?

 

El Amor eterno se desnudó ante nosotros

 

Cuando la desnudez física es tratada preservando la dignidad del ser humano, se convierte en la muestra mas bella de quiénes somos y para qué estamos creados. Somos imagen y semejanza de un Dios que es Amor y que crea vida. Estamos creados para entrar en comunión con ése Dios y que Él nos regale la Vida que realmente anhelamos. Quizás es por ello que Cristo entregó su vida completamente desnudo.