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Vivir la castidad: herramientas desde la fe

La castidad es una virtud muy excelsa. Por ello, hay que luchar bastante por ella, como versa el dicho “lo que mucho vale, mucho cuesta”. Debemos prepararnos para la dura batalla con vistas a la gran conquista de esta bella virtud. 

Nuestras armas

¿Cuáles serán nuestras armas? El Papa Pío XII, en su Encíclica Sacra Virginitas,  nos da las armas más eficaces. Precisamente, son poderosas porque es el mismo Señor Jesucristo quien nos las recomienda[1]. En esta Encíclica, se pone de manifiesto la enseñanza de la Santa Madre Iglesia sobre la excelencia de la virtud de la castidad, virtud perfecta por el Reino de los Cielos. 

Quizás estarás pensando que esa no es tu vocación, ¿pero, y si la es? En todo caso, estas armas permiten dar el buen combate. Nos ayudarán a cumplir la misión particular que cada uno tiene. Recordemos que la meta para todos es la santidad. Estamos llamados a la perfección, no aspires a menos.

1- Vigilancia

Un gran tesoro debe ser cuidado. Para custodiar los bienes materiales, tenemos seguros, cámaras de vigilancia, ¿y para los bienes sobrenaturales? Estos, por más motivos, merecen nuestra vigilancia:

Recorda que nunca estás solo. Dios está presente siempre. También, lo está tu ángel de la guarda. Ante la mirada amorosa del Padre, que es la Pureza misma, nuestros pensamientos, nuestros deseos y nuestras acciones deben ser igualmente puros.

Por otro lado, es necesario huir de las ocasiones que nos lleven a faltar a la castidad. Pueden ser personas, lugares, conversaciones, situaciones, sitios web, grupos de WhatsApp, u otros donde la virtud de la pureza no es tomada en cuenta o es despreciada. Acordate que “es preferible estar solo que mal acompañado”.

Reúnete con personas que tengan el mismo ideal, el de una vida casta. Se ayudarán mutuamente. Sé tú una ayuda para el hermano y no una piedra de tropiezo.

2- Oración

“Sin mí, no podéis hacer nada” (Jn 15, 5) 

Es una vana ilusión pensar que solo por nuestras fuerzas podremos vencer las tentaciones. En un mundo que exalta la impureza, la batalla es encarnizada. Necesitamos ayuda.  La oración nos predispone a las cosas elevadas, mientras que impureza, a lo más ruin y asqueroso. Al no ser compatibles, a mayor oración, nuestra alma rechazará con más vigor las bajas pasiones.

3- Devoción a la Santísima Virgen

Nuestra Señora tiene todas las virtudes juntas, pero por la que más se la invoca es por la virginidad. La de María es una virginidad fecunda, es Virgen y es Madre. Ella será nuestra maestra y guía en el camino de la castidad. ¡Aumentemos nuestra devoción a Ella! Para ello, la lectura del Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen de San Luis María Grignion de Montford es altamente recomendado. Además, realizar la Consagración a Jesucristo, Sabiduría encarnada por manos de María, es un arma poderosísima para vencer.

***

¡Enamórate de la Pureza! ¡Déjate cautivar por la belleza de la pureza! La belleza es objetiva y brota de la pureza. ¡Conoce más sobre esta virtud y eso te dará fuerza para defenderla! Nadie ama lo que no conoce, ni defiende lo que no ama. Quien ama, está dispuesto a morir por lo que ama.

¡Vive Puro!


[1] «Velad y orad para no caer en la tentación» (Mt 26, 41). «Aquí tienes a tu madre» (Jn 19, 27)

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