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Reconocer la fertilidad: vivencia de una fertilidad plena

Reconocer la fertilidad es más que una serie de reglas que los esposos aplican para buscar o posponer el embarazo, o que las mujeres solteras analizamos para conocer nuestros cuerpos y evaluar y mantener nuestra salud. Reconocer la fertilidad es abrir la puerta a la vivencia de una sexualidad distinta: libre, respetuosa de la dignidad del ser humano, coherente con la persona humana como unidad corpóreo-espiritual y abierta a la vida humana desde su inicio. Bien decía San Juan Pablo II, al referirse a los métodos de reconocimiento de la fertilidad: “no se trata sólo del respeto al ritmo biológico, sino de responder a la verdad sobre el hombre, de su íntima unidad de espíritu, psique y cuerpo”.

 

Por lo anterior, ya habiendo analizado los mitos más comunes que buscan desvirtuar estos métodos —si no los conoces, ¡corre a leer mi artículo anterior!—, quisiera que hoy nos enfocáramos en la maravillosa experiencia que implica reconocer la fertilidad, conociendo todos los beneficios que puede tener para las mujeres solteras y para los esposos, en su vivencia de una sexualidad plena basada en el amor verdadero.

 

De esta manera, a continuación, vamos a ir paso a paso considerando todos los bienes que el reconocimiento de la fertilidad puede traer a tu vida como mujer, viviendo la soltería, y para los esposos, en la comunión matrimonial.

 

Es médicamente seguro

 

No tiene efectos adversos, y, al identificar con precisión los días de fertilidad e infertilidad reales de forma natural, mantiene la fertilidad intacta.

 

A diferencia de los métodos anticonceptivos (sobre todo, los más utilizados, los hormonales) los métodos de reconocimiento de la fertilidad no necesitan bloquear las fluctuaciones hormonales normales en la mujer, propias de su ciclo, para que se pueda posponer el embarazo. Ello abre el panorama a otras aplicaciones: búsqueda del embarazo y diagnóstico oportuno, y seguimiento de tratamiento de patologías ginecológicas.

 

Además, con estos métodos no se deben temer todos los efectos adversos descritos para los anticonceptivos hormonales, los cuales pueden llegar a afectar la fertilidad y, en general, la salud femenina: dolor de cabeza, mareo, náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, distensión abdominal, depresión, trastornos del sueño, dolor o sensibilidad mamaria, alopecia (pérdida de pelo), inflamación, irritación, ardor o comezón en la vagina, manchados irregulares, sangrado intermenstrual o amenorrea (ausencia de sangrado), aumento de peso, acné o melasma (manchas en cara), engrosamiento de labios menores e introito vaginal y/o disminución de la lubricación vaginal y cambios del moco cervical, que pueden ocasionar dispareunia (dolor con la relación sexual), disminución de la libido o deseo sexual y aumento del riesgo (2-4 veces más que en la población general) de trombosis venosa profunda-TVP y tromboembolismo venoso-TEV (trombos en los vasos de los miembros inferiores o de los pulmones), que pone en grave riesgo la salud y puede llevar a la muerte.

 

Es fácil de aprender

 

¡Claro! Porque reconocer la fertilidad es aprender a leer tu cuerpo, que en todo momento te está mostrando signos que te hablan de tu salud femenina y de tu fertilidad cíclica; por lo tanto, es valiosísimo que te conozcas también a nivel biológico. Para ello, la recomendación es iniciar este aprendizaje por medio de una asesoría profesional con un experto en estos métodos, certificado para enseñar, de tal forma que seas acompañada de la mejor manera, ya sea en tu soltería o junto con tu esposo. Y, en este último caso, el conocimiento no será sólo individual sino mutuo.

 

Es de bajo costo

 

Para reconocer la fertilidad, no se requieren dispositivos u hormonas. No se necesitan aparatos complejos o de alta tecnología. Estos métodos son simples, requerirás sencillamente esto: hojas de papel para registrar tus anotaciones y observaciones (de TCB-temperatura corporal basal y/o moco cervical) en tu gráfico de fertilidad de cada ciclo (que usualmente nosotros les proporcionamos a quienes enseñamos), un termómetro basal digital (aquel que te brinda exactitud de 2 dígitos después del punto- ej.: 36.22 °C) dependiendo del método y, eso sí, mucha perseverancia.

 

Es altamente eficaz

 

Como ya he mencionado en artículos anteriores, la efectividad, tanto para posponer como para lograr el embarazo, está respaldada por suficiente evidencia científica. Así, los métodos de reconocimiento de la fertilidad tienen una efectividad del 96.6 % al 99.8 % para posponer el embarazo —variando en este rango según el método— y disminuyendo a la mitad el tiempo de búsqueda de embarazo para los esposos, con tasas de natalidad que llegan hasta el 52.8 % para aquellos con diagnóstico de infertilidad y tratamiento de su causa a través del modelo Creighton y la ciencia de la naprotecnología.

 

Es natural y cooperativo

 

Reconocer la fertilidad no irrumpe ni obstaculiza la fertilidad, ni la pone en peligro para el futuro —si es que en ese momento se quiere posponer el embarazo—. Por el contrario, coopera con el proceso de fertilidad natural de la pareja, sin permitir que haya intervención de terceros o instrumentalización de esa comunión máxima que debe ser vivida por los esposos en la unión sexual, lugar donde los templos de sus cuerpos se entregan en totalidad, con el mayor respeto a su dignidad humana.

 

Es un método compartido de regulación de la fertilidad

 

Los esposos tienen claro que la fertilidad y la posible paternidad son responsabilidades compartidas, de común acuerdo entre ellos dos, con Dios; por lo tanto, asumen a través de estos métodos un proyecto de vida en equipo. Este debe tener en cuenta cómo harán la regulación de su fertilidad —cuándo pospondrán el embarazo. por los motivos graves que hayan ponderado en oración, y cuándo podrán hacer crecer su familia—, pero con permanente apertura a la vida.

 
 

Es sumamente versátil

 

Puede emplearse en cualquier etapa de la vida reproductiva de la mujer, como premenopausia, lactancia materna, posteriores al uso de contraceptivos, con ciclos irregulares por alguna patología ginecológica —claramente, con tratamiento concomitante para la misma—, bajo estrés que puede generar retrasos de la ovulación, etcétera.

 

Es una valiosa ayuda para esposos con dificultad para lograr el embarazo

 

Al permitir la adquisición de conocimiento vital del cuerpo femenino, tanto para la pareja como para los ginecólogos, que puede ser indispensable para el diagnóstico y tratamiento, sobretodo en caso de infertilidad.

 

Es respetuoso de la dignidad de la mujer y del hombre, y de los esposos en su comunión multidimensional

 

Los métodos de reconocimiento de la fertilidad permiten que los esposos expresen su sexualidad, respetando lo que son como personas —cuerpo, alma y espíritu— y hace que puedan vivir una sexualidad plena, que no se limita a la unión de sus cuerpos en el acto sexual —enriquecida por todo el conocimiento biológico mutuo que adquieren acerca de su fertilidad, y que les permite amar con libertad—Además, puedan manifestarla en su dimensión psicológica, al conocer más íntimamente sus sentimientos, pasiones y emociones, social, al descubrir que han sido creados para la relación, para la comunicación y para la comunión, y espiritual, al encontrar que ellos como esposos reconocen y revelan su dignidad mutuamente, lo que los lleva a ser instrumentos de bendición para el otro y a cumplir a plenitud esa vocación constante de transcender a través de la expresión más sincera y verdadera del amor: la entrega total del ser y de la vida.

 

* * *

 

Y así, podríamos seguir enumerando las múltiples ventajas de estos métodos. Sin embargo, considero que la bondad más grande de reconocer la fertilidad, como hemos podido apreciar mientras profundizábamos en cada beneficio, es que simplemente los métodos de reconocimiento de la fertilidad tienen una visión real, coherente, verdadera y respetuosa de lo que somos como seres humanos, de nuestra dignidad. Al reconocer la fertilidad, nos vemos a nosotros mismos y al otro como un todo, no como un cuerpo andante, sino como una persona, unidad de cuerpo y espíritu, siempre merecedora de ser conocida, admirada y amada.

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