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¿Por qué nuestra generación le teme tanto a ser madre o padre?

No es solo egoísmo o individualismo. El miedo a criar es multifactorial: tiene raíces emocionales, sociales y culturales. Muchas veces, nace en nuestra propia infancia.

1. Lo que vivimos, lo que tememos

La forma en que fuimos criados y la relación que tuvimos con nuestras figuras parentales moldea profundamente nuestro estilo de apego. También, nuestra capacidad de vincularnos y, especialmente, nuestra mirada hacia la maternidad o paternidad.

Si nuestra experiencia fue marcada por el rechazo, el abandono o la ausencia emocional, es probable que hayamos desarrollado una herida que requiere ser sanada. De lo contrario, corremos el riesgo de permanecer anclados en el miedo. Es decir, no arriesgamos a creer que la maternidad es una repetición inevitable de lo vivido.

Así, el temor a no hacer las cosas bien, o a no estar a la altura de las expectativas, puede generar una ansiedad silenciosa, pero persistente en muchas personas que, en lo profundo, sí desean ser padres.

2. El modelo interno

Los seres humanos internalizan sus primeras experiencias vinculares como modelos que luego proyectan en sus propias relaciones. Si una mujer tuvo una madre fría, ausente, crítica o emocionalmente inconsistente, es probable que haya interiorizado un modelo de maternidad negativo o disfuncional. Pueden activarse los miedos que se ven representados en las siguientes frases:

A. “No quiero repetir lo que viví.”

B. “¿Y si no sé cómo querer bien a mi hijo?”

C. “¿Y si me parezco más a mi madre de lo que creo?”

Criar puede reabrir heridas. No obstante, también es una oportunidad de transformación y sanación.

3.    La maternidad: ¿carga o vínculo?

La maternidad suele presentarse, hoy en día, como un obstáculo para el desarrollo personal y profesional. Se incentiva a las mujeres a priorizar el éxito económico y la autonomía, mientras se minimiza o desvaloriza el vínculo madre-hijo, especialmente en los primeros años de vida.

Esto ha generado en muchas mujeres una visión distorsionada de la maternidad. Es decir, la ven como una pérdida de libertad, como fuente de frustración o como una etapa de aislamiento.

4. Crianza autosuficiente

Somos parte de una generación que fue empujada hacia la independencia y la autosuficiencia desde edades muy tempranas. Aprendimos que necesitar a otros era sinónimo de debilidad. También, interiorizamos que ser una carga emocional era motivo de desaprobación. Este tipo de crianza nos enseñó que los niños —por necesitar afecto, atención y presencia— son molestos. Se volvieron así una carga para los proyectos personales, profesionales o económicos.

Por eso, el individualismo no es la causa del miedo a criar, sino una consecuencia directa de haber crecido en contextos donde la dependencia afectiva fue rechazada o minimizada. Así, muchos temen no saber sostener emocionalmente a un hijo o temen ser necesitados por él, porque internamente aprendieron que necesitar (o ser necesitado) es algo incómodo.

5. Soledad materna y falta de comunidad

Muchas mujeres hoy crían en aislamiento, sin redes de contención emocional ni modelos cercanos de acompañamiento. Esta soledad intensifica los temores frente a la crianza y alimenta la sensación de incompetencia o duda.

6. La presión social y la culpa

A este criar en el aislamiento, se le puede sumar la presión constante de tener que tenerlo todo. Cuando hablamos de “tenerlo todo” nos referimos a, por ejemplo: una carrera brillante, una vida social activa, un hogar perfecto. A eso, además, se le suma ser una madre ejemplar. En este contexto, muchas mujeres sienten que, si no logran alcanzar ese ideal, están fracasando.

En lugar de recibir mensajes que valoren el rol materno como un fin en sí mismo, reciben advertencias de que perderán su identidad o su libertad si deciden priorizar la crianza. Esta narrativa refuerza el miedo. Además, vuelve a la maternidad una carga más que una elección nutrida por el deseo y el sentido.

El “tenerlo todo” es una trampa. Si no sos perfecta en todo, aparece la culpa. ¿Y si redefinimos lo que es éxito como madre o padre?

***

El miedo a la maternidad o a la paternidad no es una señal de incapacidad, sino un reflejo de nuestra complejidad emocional, de heridas no resueltas, de una cultura que valora la productividad por sobre el vínculo y de una falta de apoyo real para quienes desean criar. Comprender sus raíces es el primer paso para transitarlo de forma consciente, abrir caminos de sanación, y recuperar el poder de elegir —sin miedo— si queremos ser madres o padres.

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