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¿Cómo conocer la voluntad de Dios? 4 tips para el discernimiento

Constantemente nos hacemos esta pregunta: “¿Cómo conocer la voluntad de Dios?”. Y es que es algo que todos buscamos, pero muchas veces no sabemos cómo hacerlo o qué implica. Y así termina pareciendo más difícil de lo que realmente es.

 

Sea cual sea tu estado de vida en este momento, te aseguro que te enfrentas constantemente a la pregunta: “Y entonces, ¿qué hago?”. Pues aquí te traigo una buena noticia: no estás solo en el proceso de tomar tus decisiones. Hay alguien que sabe más que tú, que tiene el camino pensado y que te ama con locura. Sólo está esperando que lo mires y le preguntes: “Jesús, ¿qué quieres que haga?”.

 

Primero es importante dejar dos cosas en claro: ante todo, que la voluntad de Dios es concreta y personal para cada alma. Dios ha pensado un camino de salvación concreto para ti específicamente. Un camino único e irrepetible, tanto como tu alma. No todos tenemos la misma llamada, los mismos tiempos ni las mismas respuestas. Lo segundo es que somos capaces de conocer la voluntad de Dios: Él quiere que la conozcamos y nos pide que la busquemos constantemente. Esto debe darnos la tranquilidad de que la voluntad de Dios no es un enigma escondido imposible de descifrar: es algo que Jesús quiere y desea darnos a conocer.

 

Conocer los deseos de Jesús para ti: eso es conocer la voluntad divina. Ahora la pregunta es cómo hacerlo. Aquí te dejo 4 tips concretos que te pueden ayudar en este discernimiento.

 

#1 La oración es esencial.

 

No se puede discernir sin estar en oración constante. ¿Cómo pretendemos saber qué quiere Jesús si no se lo preguntamos? Y, ¿qué otra forma hay de preguntárselo, si no es en el trato personal con Él?

 

En esas conversaciones con Jesús es cuando nuestro corazón humano se acerca al Corazón divino, y es capaz de conocerle. ¿Acaso no sucede humanamente lo mismo? Es fácil saber lo que el mejor amigo o el novio va a elegir, lo que prefiere o lo que desea; pero es imposible saberlo si se trata de un desconocido. Se le descifra más fácilmente porque se le trata constantemente.

 

Es lo mismo con Jesús: mientras tengas una relación más cercana con él, será más fácil entenderle. Y tu alma estará más atenta a Sus cosas.

 

#2 Es importante preguntar

 

No tengas miedo de poner sobre la mesa temas puntuales y de ser específico. Si, por ejemplo, te preguntas sobre tu vocación o sobre cómo iniciar una relación con una persona en particular, sobre cambiarte de país o de trabajo…, ¡no tengas miedo de hacer la pregunta directamente! Pregunta: “Jesús, ¿mi vocación es la vida consagrada?”, “Jesús, ¿qué opinas tú de este chico que estoy conociendo?”, “Jesús, me gustaría irme a estudiar fuera, ¿qué piensas tú de eso?”, “Jesús, tengo esta oportunidad de trabajo, ¿qué te parece a ti?”.

 

Mientras más directa sea la pregunta, más directa será la respuesta. A Jesús le gusta que pidamos su opinión y que la consideremos antes que la nuestra. Si somos concretos, Él será concreto en sus respuestas y disposiciones; si no me crees, haz la prueba.

 

#3 Busca acompañamiento espiritual

 

En el proceso de discernimiento, resulta vital la dirección espiritual con alguna persona más experimentada, y que tenga una vida espiritual sólida. Esto nos ayudará a crecer en la vida de oración y a cultivar nuestra relación con Dios.

 

En el acompañamiento espiritual, son fundamentales la confianza y la transparencia. Con ellos, esta persona podrá orientarnos y aconsejarnos de la mejor manera.

 

Después, sus consejos y opiniones debemos llevarlos a la oración para centrarnos, direccionarlos, y seguir trabajando. Dejamos en claro que, como su nombre lo dice, esta persona acompaña, pero todos somos finalmente libres de tomar nuestras propias decisiones.

 

#4 Hay que dejarle ir delante

 

Conocer la voluntad de Dios no significa tener completa certeza del futuro y conocer el plan completo, sino tener la seguridad de que nuestra vida toda está en sus manos. Sabemos que Él se está encargando.

 

Si verdaderamente creemos que Dios es quien más nos ama en el mundo y que sólo desea nuestra felicidad y nuestra salvación, seremos capaces de confiar en que su voluntad será siempre lo mejor, y lo más perfecto.

 

El ejercicio es dejarle ir a Él delante, marcando cada el paso. Confiamos en que, si vamos detrás de Él, el camino será siempre seguro. La voluntad de Dios se manifiesta también pasito a pasito, un día a la vez.

 

* * *

 

San Josemaría dice: “Dios se interesa hasta de las pequeñas cosas de sus criaturas: de las vuestras y de las mías, y nos llama uno a uno por nuestro propio nombre. Le interesan tus alegrías, tus éxitos, tu amor, y también tus apuros, tu dolor, tus fracasos”. A Jesús le interesan todas tus cosas, incluso las más mínimas.

 

La voluntad de Dios no es un concepto abstracto y lejano: son los deseos de Jesús para cada ti, en aquello grande e importante, pero también en eso diario y ordinario. Él sólo está esperando que lo mires y cuentes con Él para tus decisiones y tus planes. Resuenan aquí las palabras de la Virgen en Caná de Galilea: “Haced lo que Él os diga”. Solo hace falta escucharle.

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