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8 lecciones que se aprenden luego de relaciones fallidas

Por: Jerrilyn Black*

 

Cuando se termina una relación, ya sea de pareja o de amistad, solemos preguntarnos cómo haremos para reponernos. Nos volcamos hacia nuestro amigos y familiares, quienes nos brindan cálidos mensajes y sabios consejos para seguir con nuestras vidas. Pero hay enseñanzas que pasamos por alto cuando atravesamos una ruptura. Aquí hay algunas lecciones claves sobre relaciones fallidas que nadie te dirá:

 

#1 Sobreanalizar no permite progresar

 

Al finalizar una relación, podemos pasar incontables horas analizando minuciosamente numerosas situaciones, tratando de entender qué pudo haber salido mal. Nuestras mentes actúan como un detective, repasando escenarios y situaciones hipotéticas para encontrar pistas y testigos que nos puedan decir qué causó el final de la relación. Convertimos a nuestros amigos en analistas, para analizar una y otra vez nuestros sentimientos hacia esa persona que ya no forma más parte de nuestras vidas. Las horas que pasamos examinando y reexaminando el pasado son parte del proceso de sanar, pero hacerlo en exceso puede impedirnos vivir el presente y avanzar hacia el futuro. En lugar de pasar horas queriendo entender por qué se terminó una relación, podemos usar algo de ese tiempo para comprender mejor quiénes somos sin esa persona en nuestras vidas.

 

#2 Trátate a ti mismo de la manera en la que quieres que los demás te traten a ti

 

Si dejamos una relación fallida sintiéndonos desmoralizados, desanimados y subestimados, también puede que nos preguntemos si alguien alguna vez amará y valorará nuestras cualidades, peculiaridades y excepcionalidades —por supuesto, la respuesta es sí: ¡alguien lo hará!—. En lugar de esperar que los otros validen aquello que nos hace encantadores y únicos, debemos mirar al espejo y empezar por nosotros mismos. Tratarse a uno mismo de la misma manera en la que queremos que otros nos traten significa que debemos ser compasivos, amables, pacientes y atentos con nosotros mismos. También quiere decir que creamos momentos y experiencias cuando somos capaces de brillar y ser nuestra mejor versión.

 

#3 No caigas en la trampa del juego de la culpa

 

Cuando terminamos una relación, puede que intentemos encontrar un culpable, ya sea señalándose a uno mismo o señalando al otro. Cuando culpamos al otro, podemos enojarnos o sentirnos justificados por nuestros propios errores y faltas. Cuando el dedo nos señala a nosotros mismos, sentimos culpa y vergüenza, preguntándonos si fue nuestro propio accionar lo que causó la ruptura. Sin embargo, ambas perspectivas evitan que comprendamos cuáles fueron los factores claves que contribuyeron a que esa relación acabara, y que ahora no permiten que aprendamos una importante lección, que puede ser usada para fortalecer las actuales o futuras relaciones que tengamos.

 

#4 El proceso de sanar no es lineal

 

El fin de una relación trae consigo una variedad de sentimientos en la cual nuestras emociones van del dolor al alivio, de la tristeza a la alegría, del enojo al entusiasmo. Mientras navegamos por ese espectro, puede que un día nos sintamos en la cima del mundo, y que inmediatamente después caigamos en la angustia, al ver algo que nos recuerde a esa relación pasada. En ese momento, sentimos como si todo el progreso que hemos hecho hubiera desaparecido, lo cual está muy alejado de la verdad. El proceso de sanar no sigue una línea recta, sino que es parecido a una montaña rusa: experimentamos muchas emociones al mismo tiempo.

 

#5 Puede que tengas una recaída, y eso está bien

 

Después de terminar una relación, podemos prometer que no volveremos a ver a la otra persona, y que desechemos los recuerdos y las memorias que nos la recuerden. Sin embargo, puede ocurrir una situación en nuestras vidas que solo esa persona entenderá, o llegará un día festivo en el que nos sintamos obligados a ver cómo está. Los mensajes de texto poco frecuentes se convierten en llamadas telefónicas, que se convierten en citas para tomar un café, lo que lleva a verse con regularidad. Entonces surgen viejos problemas, que nos dañan y nos hacen sentir muy ingenuos, culpables y avergonzados por tratar de reavivar algo que debería haber quedado en el pasado. Cuando nos castigamos por nuestras recaídas en viejas relaciones, debemos recordar que cada paso hacia atrás nos enseña sobre la recuperación, ya que nos dio la oportunidad aprender, en caso de que haya una próxima vez.

 

#6 Recuerda las cosas buenas, no solo las malas

 

Pensar en una relación fallida a menudo nos hace recordar cómo terminó, y no cómo comenzó, o nos enfocamos en las cualidades negativas de la otra persona en lugar de apreciar las buenas. A veces, incluso si tenemos algo más positivo que decir sobre nuestro antiguo amigo o pareja, agregamos un calificativo a nuestra afirmación: «Marsha es muy creativa, pero no sabía escuchar». Centrarse en las cualidades negativas de alguien muestra que todavía nos aferramos a la ira y al dolor que la relación causó. Recordar lo bueno nos permite mantener una perspectiva más saludable sobre ello. También indica que realmente hemos superado nuestra relación fallida, porque ya no nos aferramos a esos sentimientos negativos.

 

#7 El perdón es el mejor regalo que puedes darte a ti mismo

 

El verdadero perdón es uno de los mejores regalos que podemos darnos, porque significa que podemos dejar atrás las heridas del pasado que impactan en el potencial de la felicidad en el presente. Al perdonarnos por nuestros errores y faltas, nos permitimos reconocer nuestra humanidad, nos damos cuenta de que la vida continúa y de que mañana es un nuevo día para aprender una nueva lección. Al perdonar a otros, podemos liberar el poder que tienen en nuestros corazones y mentes. Eso no quiere decir que debamos tratar de ser los mejores amigos de alguien que nos ha hecho algo doloroso; pero sí significa que debemos dejar que la ira, el dolor y la decepción se transformen en algo más brillante, más ligero y más significativo, para no llevar ese dolor dentro.

 

#8 Las distracciones son geniales, hasta que dejan de serlo

 

Cuando una relación termina, podemos sumergirnos en el trabajo en proyectos domésticos o en pasatiempos. Nos volvemos más sociales y tratamos de encontrar nuevas experiencias, actividades y personas para llenar el espacio en nuestras vidas que dejó la persona que perdimos. En esos momentos, nos sentimos felices y emocionados por explorar nuestros intereses y embarcarnos en nuevas aventuras. Sin embargo, si no hemos lidiado con el dolor de una relación fallida, estas distracciones pueden ocultar sentimientos de dolor y tristeza, hasta que llega el día en el que salen a la luz, haciéndonos sentir desesperanzados. Por este motivo, deberíamos hacer todas esas cosas que nos hacen sentir bien, mientras al mismo tiempo procesamos el dolor de una relación fallida.

 

* * *

 

Esperamos que estas 8 lecciones te hayan servido. Sanar tras una relación fallida es un proceso lleno de emociones, así que no debes ser duro contigo mismo. Por el contrario, perdónate por tus errores, sé paciente ante tus recaídas, e intenta aprender de lo vivido, sin estancarte en el pasado. ¡Vive tu presente y mira hacia adelante!

 

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* Jerrilyn Black tiene una maestría en trabajo social clínico con licencias en Washington, DC, Maryland y Virginia. Tiene una página web donde ofrece un servicio de Coaching.

 

Este artículo fue adaptado y traducido al español por la traductora del Ama Fuerte Team, @sophie.des. El título original es: 8 lecciones que se aprenden luego de relaciones fallidas (nadie te lo dirá, así que lo haré yo)

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