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Día: junio 3, 2025

Tres consejos fundamentales para vivir la castidad

La castidad es una virtud que habitualmente ha sido malentendida. A continuación, doy tres consejos que pueden ayudar a vivirla.

1) La castidad es una virtud

Como todas las virtudes, es positiva. Además, es especialmente bella, ya que habla del amor. Entonces, podemos decir que es la virtud de los que desean amarse bien. ¡Es la virtud de los amantes! Por lo tanto, no debemos asociarla a negación ni a represión, como habitualmente se piensa de ella.

Por otro lado, la castidad es una virtud para todos: solteros, casados, célibes. Es una virtud gracias a la cual se vive íntegramente la sexualidad, independientemente del estado en el que cada uno se encuentre.

En el noviazgo, por ejemplo, enseña a ser dueño de los deseos e impulsos sexuales ordenándolos hacia el amor de verdad. En estos casos, los novios han de saber el significado de lo que es la unión sexual, algo grande y sagrado que expresa la entrega de la persona. Así, en el tiempo de noviazgo, se preparan para ese encuentro al casarse.

En el matrimonio, la castidad se vive en el sentido de que se sigue entendiendo la relación conyugal como expresión de amor entre los esposos que se entregan la vida, en exclusividad y totalidad. Se vive ordenando los deseos hacia el amor, viviendo si hace falta tiempo de espera de relaciones, viviendo esa entrega en plenitud, porque la castidad en el matrimonio no quiere decir falta de intimidad sino todo lo contrario.

2) Requiere de una firme disposición de la persona por desear lograrla

No hay que sentirse obligado a vivirla por miedo. Al revés, cuando se entiende el sentido de la sexualidad, creados para amar, ese deseo de querer ser castos es atractivo.

La castidad no te hace ser menos ni te reprime. Todo lo contrario: te permite amar. Necesita, por ende, de la colaboración de uno mismo. Primero, entenderla. Segundo, ejercitarla con nuestros pensamientos y actos.

También, requiere de la Gracia de Dios. Es decir, no basta con saber en qué consiste. Es necesario luchar por ella para darnos cuenta de que sí podemos educar nuestros impulsos sexuales y ponerlos al servicio del amor.

3) Es una virtud que hemos de pedirla.

Es decir, no sólo ponernos en disposición, sino también, pedir ayuda a Dios. Este camino supone una vida de oración, de sacramentos. Solos no podemos. Nuestra naturaleza es débil y frágil. Únicamente Dios es constante, fuerte y misericordioso.

Él perdona nuestras caídas y nos levanta para seguir caminando en la verdad. La sexualidad ha sido creada por Dios. El sexo y el placer también fueron creados por Él. Pr lo que, ¿quién mejor que Dios para vivirla en plenitud?

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La castidad, entonces, no puede vivirse si no es pidiéndola, de rodillas, si no es con la gracia de Dios. Sin embargo, recuerda el ora et labora. Nada sin Dios, nada de castidad sin nuestra voluntad. ¡Animate a vivir la gran virtud de los amantes!