Un SÍ al amor

Quien practica la castidad no es aquel que no tiene relaciones sexuales, sino aquel que se encuentra interiormente mejor dispuesto para amar. En efecto, la castidad no se identifica con algo que uno hace, sino con algo que uno es. Se trata de una actitud —si se quiere— del corazón, que en la medida que es sostenida y renovada en el tiempo se hace hábito, y pasa a formar parte de quién soy. Esto hay que explicarlo.